La vuelta a la vida de Salman Rushdie
El escritor brit¨¢nico se vio privado de una vida digna tras publicar en 1988 'Los versos sat¨¢nicos' El ayatol¨¢ Jomeini conden¨® el libro e hizo un llamamiento mundial a su ejecuci¨®n Veinticuatro a?os despu¨¦s, el autor disfruta de una agitad¨ªsima actividad social en Nueva York
A las ocho de la tarde de un lluvioso martes del pasado ?febrero, Salman ?Rushdie entraba a grandes zancadas en Junoon, un restaurante del distrito Flatiron de Nueva York, donde 90 personas esperaban su llegada, algunas de ellas bebiendo a sorbos c¨®cteles de vodka con infusi¨®n de manzanilla. Rushdie, el autor brit¨¢nico nacido en India, era el invitado de honor de una cena patrocinada por Dom P¨¦rignon y Booktrack, el fabricante de una aplicaci¨®n que sincroniza m¨²sica en los libros electr¨®nicos. Era la segunda fiesta de la noche para Rushdie, de 64 a?os, a quien esa misma tarde, m¨¢s temprano, se le pudo encontrar conversando con la dise?adora Diane von F¨¹rstenberg en una exposici¨®n del artista Ouattara Watts en el centro presentada por Vladimir Restoin Roitfeld, uno de sus galeristas.
En Junoon, tras dejar limpios los platos de cordero y berenjenas, Rushdie cogi¨® un iPad y ley¨® en voz alta su relato corto In the South (En el sur), que apareci¨® en The?New Yorker en 2009 y al que Book?track hab¨ªa puesto una m¨²sica original interpretada porla Orquesta Sinf¨®nica de Nueva Zelanda. Cuando termin¨®, Rushdie se acerc¨® a una mujer morena, delgada y de piernas largas sentada en el extremo de una larga mesa. ¡°?Qu¨¦ tal lo he hecho?¡±, pregunt¨® Rushdie. Ella alab¨® su lectura y ¨¦l le agradeci¨® que hubiese ido. Mientras el escritor se alejaba, ella se volvi¨® hacia otro de los asistentes a la fiesta: ¡°Es agradable verle salir, ?verdad?¡±.
Puede que sea m¨¢s apropiado preguntar: ?d¨®nde no han visto los neoyorquinos a Rushdie ¨²ltimamente?
Casi 25 a?os despu¨¦s de la publicaci¨®n de Los versos sat¨¢nicos, que le oblig¨® a esconderse durante una d¨¦cada despu¨¦s de que el ayatol¨¢ Jomeini de Ir¨¢n condenase la novela y promulgase una fetua pidiendo su muerte, Rushdie se ha convertido en una presencia infatigable en la vida nocturna de Nueva York.
¡°Nadie imaginar¨ªa que un escritor pudiese ser mi mejor cliente¡±, asegura Graydon Carter, director de la revista ¡®Vanity Fair¡¯ y due?o del restaurante Waverly Inn
En enero se le vio con Francesco Clemente, pintor y amigo ¨ªntimo, en la inauguraci¨®n de una exposici¨®n del artista Victor ?Matthews en el barrio de Chelsea. Varias semanas antes, Rushdie celebr¨® un acto literario en Vermilion, un restaurante indio-latino en el que ha invertido y para el que, a principios de este a?o, el sitio web de cupones de descuento Gilt City ofrec¨ªa una promoci¨®n que consist¨ªa en una cena de seis platos por 95 d¨®lares que inclu¨ªa una copia firmada de uno de sus libros. Junto al cantante de R.E.M., Michael Stipe, Rush?die fue anfitri¨®n de una velada en otro restaurante, Del Posto, a favor del Fondo Lunchbox, una organizaci¨®n ben¨¦fica fundada por Topaz Page-Green, exmodelo y amiga de Rush?die desde hace mucho tiempo. Su inter¨¦s por la cultura popular parece inmenso, y abarca la moda (el pasado septiembre se le vio en primera fila del desfile de Olivier Theyskens), el teatro (asisti¨® al estreno de Spiderman: el regreso de la oscuridad) y el cine (apareci¨® en la fiesta de Vanity Fair en el Festival de Cine de Tribeca, en abril del a?o pasado).
De hecho, Rushdie, autor de 16 libros, que lleva la mayor parte de los ¨²ltimos 12 a?os viviendo cerca de Union Square, ha empezado a escribir un guion para una serie del canal de cable estadounidense Showtime que se desarrollar¨¢ en el Nueva York contempor¨¢neo. ¡°Creo que le gusta el ritmo vertiginoso de la ciudad¡±, explica David Nevins, presidente de programas de entretenimiento de la cadena. ¡°Le gusta su diversidad y la actitud provocadora de la gente¡±.
Rushdie accedi¨® inicialmente a ser entrevistado para este art¨ªculo, pero Barbara Fillon, directora adjunta de publicidad de Random House, que va a publicar sus memorias este oto?o, notific¨® posteriormente en un correo electr¨®nico que no estar¨ªa disponible.
De todos modos, los amigos de Rushdie atribuyen esa ubicuidad a su curiosidad y la sensaci¨®n de encontrar refugio en una ciudad acogedora. ¡°Ser capaz de respirar libremente, estar en Nueva York, hace que se sienta seguro¡±, dice Deepa Mehta, amiga y directora de la adaptaci¨®n cinematogr¨¢fica ¡ªa¨²n por estrenar¡ª de Hijos de la medianoche, novela de Rush?die de 1981 galardonada con el premio Booker (Rushdie es adem¨¢s el autor del guion). ¡°Es la libertad. Es una persona feliz por estar viva¡±.
El brit¨¢nico no es ni mucho menos el primer escritor famoso en deleitarse con la vida nocturna de la ciudad. Desde Truman Capote (en los a?os cincuenta y sesenta) hasta Norman Mailer (en los setenta y ochenta), mezclarse con los miembros de la alta sociedad ha sido desde hace mucho tiempo una parte integral del mundo de la celebridad literaria.
¡°Ser capaz de respirar libremente, estar en Nueva York, hace que se sienta seguro. Es una persona feliz por estar viva¡±, dice la directora de cine Deepa Mehta
Pero la incesante presencia p¨²blica de Rushdie llama la atenci¨®n no solo porque desobedece abiertamente el edicto que hay contra ¨¦l en zonas m¨¢s restrictivas del mundo, sino tambi¨¦n porque se produce precisamente en un momento en el que muchos de los escritores m¨¢s exitosos de Nueva York parecen llevar vidas tranquilas y dom¨¦sticas en Brooklyn.
¡°En gran medida, los tiempos del escritor como personaje p¨²blico han terminado¡±, afirma Mort Janklow, veterano agente literario. ¡°Los escritores son m¨¢s profesionales. Uno no oye hablar de enemistades. Uno no ve a los escritores m¨¢s prol¨ªficos haciendo vida social¡±.
Como Mailer, que tuvo seis esposas, Rushdie, que se ha casado cuatro veces (la ¨²ltima, con la presentadora de Top chef, Padma Lakshmi, de la que se divorci¨® en 2007), se ha labrado una repu?taci¨®n de mujeriego. ¡°Cada vez que uno lo ve, est¨¢ con dos o tres mujeres guap¨ªsimas¡±, comenta Graydon Carter, amigo y director de Vanity Fair, que posee el restaurante Waverly Inn, frecuentado por Rushdie. ¡°Es uno de mis mejores clientes. Nadie imaginar¨ªa que un escritor pudiese ser mi mejor cliente¡±.
El primer matrimonio de Rush?die, en 1976, con la agente literaria Clarissa Luard, termin¨® en 1987. Sus dos esposas siguientes tambi¨¦n pertenec¨ªan al mundo literario: Marianne Wiggins es escritora, y la tercera, Elizabeth West, era editora literaria. Pero quiz¨¢ la relaci¨®n que m¨¢s curiosidad despert¨® fue la que mantuvo con Lakshmi, una exmodelo y actriz ocasional con la que estuvo casado cuatro a?os. Desde su ruptura, se le ha relacionado con varias j¨®venes atractivas.
Sus amigos dicen que una vez sali¨® con Michelle Barish, personaje de la jet y exesposa del promotor de clubes nocturnos Chris Barish. La actriz Pia Glenn ha hablado p¨²blicamente de una relaci¨®n con Rushdie. Y, el pasado noviembre, Devorah Rose, una aspirante a actriz de realities de televisi¨®n y directora de revista que escribe cr¨®nicas de la vida social en los Hamptons, public¨® en ?Twitter una fotograf¨ªa de ella y el escritor en una cena. ¡°Pas¨¢ndolo bien con ?@SalmanRushdie¡±, escribi¨®. ¡°Vuelve pronto a Estados Unidos para que podamos repetirlo¡±.
Lo que ocurri¨® a continuaci¨®n entre Rose y Rushdie fue carnaza para los cotilleos. Rushdie dijo a The Post que Rose era una conocida. Rose contraatac¨® diciendo que Rushdie hab¨ªa andado tras ella con intenciones rom¨¢nticas, seg¨²n la p¨¢gina de cotilleos Scallywagandvagabond.com, y aport¨® mensajes que el escritor supuestamente le hab¨ªa enviado a trav¨¦s de Facebook (y que la propia web public¨®).
A diferencia de muchos otros intelectuales de su generaci¨®n, que limitan sus apariciones en Internet a anuncios de lecturas y alguna que otra sobria p¨¢gina web hom¨®nima, Rushdie se ha entregado a las redes sociales con el entusiasmo de un adolescente atolondrado. Ha reunido a m¨¢s de 246.000 seguidores en Twitter, cuelga algunos de sus escritos en Tumblr y participa tan animadamente en Facebook que hasta tuvo un enfrentamiento con la empresa cuando esta insisti¨® en que usase su nombre real, Ahmed Rushdie, en su perfil (Rushdie se sali¨® con la suya).
Deepika Bahri, una amiga y catedr¨¢tica adjunta de ingl¨¦s enla Universidad Emoryde Atlanta, en la que Rushdie es escritor residente distinguido, asegura que el brit¨¢nico est¨¢ dispuesto a relacionarse en Internet con cualquier persona y a tratar cualquier tema, sea intelectual o no. ¡°No creo que realmente le importe¡±, responde Bahri cuando se le pregunta si dicho comportamiento podr¨ªa influir en la opini¨®n que se tiene de ¨¦l. ¡°No le da miedo ni le preocupa lo que la gente piense, ni c¨®mo pueda afectarle en su repu?taci¨®n literaria¡±.
Con todo, s¨ª parece esperar cierto civismo. Rushdie bloque¨® en febrero a un seguidor en Twitter que coment¨® con ¨¢nimo hiriente qu¨¦ supon¨ªa haber le¨ªdo uno de los libros de Rushdie en el instituto. ¡°Aqu¨ª no se tolera la descortes¨ªa¡±, escribi¨® Rushdie en la red social. ¡°Tus padres tienen que ense?arte buenos modales¡±.
El a?o pasado, un post sobre el escritor Philip Roth deriv¨® en una pregunta de otro seguidor en Twitter que versaba sobre el divorcio de la estrella de realities Kim Kardashian de su marido, el jugador de baloncesto Kris Humphries. Rushdie respondi¨® ir¨®nicamente con un poema humor¨ªstico que le ocup¨® tres tuits y que podr¨ªa traducirse como: ¡°El matrimonio de la pobre kim #kardashian qued¨® aplastado como un koche tras un choke. Su kris klam¨®: ?no es justo! ?Por qu¨¦ no puedo kedarme con mi parte? Pero kardashian ked¨® pelada como una mona¡±.
Seg¨²n sus amigos, para Rush?die, estas plataformas no son solo nuevas formas de mostrar su talento, sino que le ofrecen una especie de liberaci¨®n. ¡°Habla de haber renacido digitalmente¡±, dice Bahri. Inquirido sobre semejante inter¨¦s por las redes sociales en la velada en Junoon del pasado febrero, Rushdie respondi¨®: ¡°Me gusta llegar a un nuevo p¨²blico. El di¨¢logo es estimulante¡±.
Sin embargo, sean cuales sean los giros sociales que se hayan producido en el ciberespacio o en la ciudad, Rushdie ciertamente ha mantenido su cach¨¦ literario; lo cual no es poco, se?ala el veterano agente Janklow: ¡°Es dif¨ªcil ser un gran personaje social y un gran escritor¡±.
El autor sigue estando muy solicitado como conferenciante. En enero cancel¨® un viaje a India ¡ªen el que iba a hablar en el Festival de Literatura de Jaipur¡ª preocupado por los posibles riesgos que amenazaban su seguridad. Pero el mes pasado finalmente regres¨® al pa¨ªs para acudir al C¨®nclave India Actual de Nueva Delhi. Sus memorias se esperan con expectaci¨®n; se supone que relatar¨¢n los a?os que permaneci¨® oculto tras la promulgaci¨®n de la fetua.
Se ha entregado a las redes sociales como un adolescente, hasta el punto de enfrentarse a los responsables de Facebook por un conflicto a ra¨ªz del nombre que usaba en su perfil (Rushdie se sali¨® con la suya)
¡°Salman sigue estando en boca de todos y forma parte de la cultura y las conversaciones¡±, afirma Carter, de Vanity Fair.
Page-Green consigui¨® que el escritor se uniera al comit¨¦ asesor del Fondo Lunchbox hace a?os. Y confiesa que le pidi¨® que ejerciera de anfitri¨®n en una feria literaria pensada para recaudar fondos que celebr¨® hace unas semanas no solo por su capacidad para dar a conocer la organizaci¨®n ben¨¦fica, sino porque tambi¨¦n invitar¨ªa a sus amigos famosos. ¡°Su perfil es claramente literario, y el acontecimiento est¨¢ relacionado con eso¡±, razona.
Brooke Geahan, vicepresidenta de publicaciones de Booktrack, conoci¨® a Rushdie en un recital de poes¨ªa hace siete a?os. Contact¨® al autor para pedirle permiso para usar uno de sus relatos y, m¨¢s tarde, pedirle que leyera en Junoon. ¡°Es muy generoso¡±, afirma. Los ejecutivos de Booktrack esperan que la participaci¨®n de Rushdie (y la publicidad que le rodea) en la velada atraiga la atenci¨®n de otros escritores contempor¨¢neos de prestigio; hasta ahora, su p¨¢gina web solo ofrece 14 t¨ªtulos.
Sin embargo, eso no parec¨ªa tener importancia aquella noche en Junoon. Los invitados dispensaban bravos y felicitaciones a Rushdie, y le preguntaban d¨®nde podr¨ªan volver a escucharle. Rushdie sonre¨ªa encantado.
Fue uno de los ¨²ltimos en dejar la fiesta.
Revindicaci¨®n de los d¨ªas normales
Solo los que lo vieron vivir la fetua(la condena a muerte que dict¨® Ir¨¢n contra ¨¦l, por sus Versos sat¨¢nicos) pueden entender de veras c¨®mo se siente Rushdie desde que desapareci¨® esa sombra. Lo dicen sus amigos: feliz de estar vivo.
Durante a?os, la amenaza lo oblig¨® a vivir encerrado entre las puertas de una mazmorra infinita, que viajaba con ¨¦l. Y que sigue marc¨¢ndolo como una maldici¨®n. Hace unas semanas publicaba aqu¨ª Antonio Mu?oz Molina una cr¨®nica sobre el m¨¢s reciente pu?al que le clavaron a esa sensaci¨®n de libertad que recuper¨® Rushdie y exhibe, por ejemplo, en Nueva York. ¡°En enero de este a?o¡±, escrib¨ªa el novelista espa?ol, ¡°Salman Rushdie ten¨ªa previsto asistir a un festival literario en Jaipur, en India. India est¨¢ considerada una democracia. Grupos musulmanes oficialmente moderados mostraron su rechazo a la visita de este presunto hereje¡±.
Resultado: Rushdie, ¡°que es un hombre bastante tranquilo y partidario de la buena vida¡±, como subraya Mu?oz Molina, opt¨® por quedarse en Nueva York, lejos de la sombra que no lo abandona desde que los ayatol¨¢s lo pusieron en el ojo huracanado de su inquina.
La decisi¨®n de Rushdie es mucho m¨¢s simb¨®lica que la condena: ¨¦l no va, se queda viviendo, sin el temor de que una esquina sea el preludio de un disparo. Pero la condena sigue ah¨ª, no es un s¨ªmbolo ni un recuerdo a?ejo del que haya escapado su v¨ªctima. Entonces, ?qu¨¦ extra?a que este escritor, simp¨¢tico y abierto, mundano y vivaz, ame la vida, sus noches y sus entresuelos, si arrastra en la conciencia de su memoria la peor de las calumnias, la que condena a muerte?
Un d¨ªa, su amigo Martin Amis le pregunt¨® por lo que hac¨ªa un d¨ªa normal. ¡°?Un d¨ªa normal?¡±, repregunt¨® Rush?die. ¡°No tengo d¨ªas normales¡±. Desde que Jomeini deposit¨® sobre su cabeza la manzana terrible de la muerte, ¨¦l ha luchado por volver a la normalidad, a tener d¨ªas como estas noches que aqu¨ª se describen. No es una aspiraci¨®n, es una reivindicaci¨®n de los d¨ªas normales, de su derecho a tenerlos.
Hace alg¨²n tiempo, cuando a¨²n estaba encarcelado de esa manera, Daniel Mordzinski lo hizo posar y lo situ¨® entre media docena de puertas entreabiertas. Ahora Rushdie quiere tener todas las puertas abiertas, y se divierte. Cualquiera har¨ªa lo mismo. Como una reivindicaci¨®n de los d¨ªas normales.
? 2012 New York Times News Service. Traducci¨®n de News Clips
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