Madame Djara: el valor humano del ¨¦xito empresarial
Fatouma Djara (en el centro de la foto), junto con otras mujeres malienses. Foto: Oxfam.
Mal¨ª esta ahorita en las noticias por el reciente golpe de estado y por la crisis alimentaria que vive el Sahel -que puede desembocar en una terrible tragedia-. Pero hoy quiero compartirles una historia de negocios, de inversi¨®n, innovaci¨®n y emprendimiento que conoc¨ª cuando estuve por all¨ª hace algo m¨¢s de un mes. Y para ello les hablar¨¦ de Madame Fatouma Djara, que es la directora general de la compa?¨ªa a la que har¨¦ referencia.
Hace dos a?os la situaci¨®n financiera del negocio de Madame Fatouma Djarano era boyante, era m¨¢s bien desesperada. Necesitaba una inyecci¨®n de capital para salir del pozo. As¨ª pues, tras arduos esfuerzos, consigui¨® que una entidad extranjera que confiaba en sus dotes empresariales aceptara participar en su negocio, y el acuerdo fue que el capital se desembolsar¨ªa en tres plazos: uno en mayo de 2009, otro en octubre de ese mismo a?o y otro en enero de 2010.
Con el primer desembolso Madame Djara decidi¨® entrar en el negocio de comida preparada. Pens¨® que en Mal¨ª -y concretamente en Fakola, al sur- muchas familias deben trabajar largas jornadas y por lo tanto hab¨ªa un claro nicho de mercado para su producto. El ahorro de tiempo y la comodidad merecer¨ªan la pena para mucha gente, siempre que fuese capaz de ajustar el precio. Lo puso en marcha y el negocio comenz¨® a funcionar muy bien: vend¨ªa toda su producci¨®n y la inversi¨®n inicial estaba dando sus frutos; de hecho, tenia m¨¢s demanda de la que pod¨ªa satisfacer.
En esto lleg¨® el momento del segundo desembolso. Alentada por el ¨¦xito inicial, decidi¨® seguir invirtiendo en el negocio de comida preparada, pero expandirlo a otras localidades cercanas a la suya. El transporte era un problema, pero pudo superarlo. Y no solo hizo eso, sino que tambi¨¦n invirti¨® en diversificar sus proveedores y con ello reducir sus costes y ser m¨¢s rentable. El negocio iba incluso mejor que antes¡ pero Madame Djara ya estaba pensando en algo distinto.
As¨ª pues, cuando lleg¨® la tercera y ¨²ltima parte del acuerdo de colaboraci¨®n con los inversores extranjeros, decidi¨® que ser¨ªa bueno diversificar el negocio. Tem¨ªa los costes de abrir nuevos mercados y la dificultad de garantizar la calidad de los alimentos en distancias m¨¢s largas. As¨ª que analiz¨® el sector de la moda y concluy¨® que parte de sus clientes podr¨ªan estar tambi¨¦n interesados en este otro negocio. Para minimizar los riesgos decidi¨® mantener su actividad en ambos sectores durante un tiempo, lo que le permit¨ªa comparar rentabilidades.Finalmente, los n¨²meros le dieron la raz¨®n: los m¨¢rgenes en el mercado de la moda eran mejores, hab¨ªa consolidado una clientela y decidi¨® desinvertir en el negocio alimentario y centrarse en el de la moda.
Y as¨ª fue como me lo cont¨® durante mi reciente viaje.
Esta es una historia de ¨¦xito empresarial que podr¨ªa llenar las paginas salm¨®n de cualquier diario. La ¨²nica raz¨®n por lo que no lo hace es porque el inversor extranjero que confi¨® en Madame Djara es Oxfam y porque dicha inversi¨®n fue de tan solo de 90 d¨®lares: tres pagos de 40, 30 y 20. Porque su negocio de comida preparada era la venta ambulante de patatas fritas -primero en su pueblito y luego en los pueblos cercanos- y porque su negocio de moda es la venta de ropa de segunda mano en los mismos pueblitos. E historias como estas no tienen ese glamour salm¨®n.
Pero nadie podr¨¢ negar dos cosas: La primera es que la historia es tan buena como la de muchas multinacionales a la hora de mostrar los ¨¦xitos empresariales y el modo en el que el talento, la innovaci¨®n y el emprendimiento pueden funcionar en cualquier lugar, no importa la escala, ni el origen, ni las dificultades. Y a¨²n m¨¢s, pueden ayudar a personas como Madame Djara a salir de la pobreza.
La segunda es que ser pobre no es sin¨®nimo de ser necio y perezoso, o de no ser emprendedor e innovador. Ser pobre es sin¨®nimo de no tener oportunidades, ni recursos, ni la confianza de los otros. Porque, como Madame Djara me ense?¨®, cuando existen oportunidades y confianza, el potencial explota y se obran maravillas. Ning¨²n inversor internacional, como son los socios de Oxfam, pudo usar mejor 90 d¨®lares de capital que en esta maravillosa y preciosa historia de ¨¦xito de una mujer como Madame Djara que ahora puede mantener a su familia y puede seguir so?ando con una vida mejor.
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