El fuego de los or¨ªgenes
?Qu¨¦ es la tradici¨®n africana? ?Existe una cultura tradicional africana? ?Qu¨¦ es lo tradicional en Congo-Brazzaville, tu pa¨ªs, por ejemplo, para ser m¨¢s concretos? Le pregunto al profesor Emmanuel Dongala. ?l me mira, medita, baja los ojos hacia la revista de Mundo Negro que tiene entre las manos, me vuelve a mirar y me dice: No lo s¨¦, todo est¨¢ mezclado, ya no hay nada puro. Las culturas y las personas est¨¢n siempre en movimiento y cambian, no ser¨ªa capaz de decirte qu¨¦ es lo tradicional de ?frica o de mi pa¨ªs o de mi gente.
La pregunta me surg¨ªa de la lectura de su libro El fuego de los or¨ªgenes, en el que Dongala cuestiona, continuamente, el mundo tradicional africano y desmonta muchos mitos para, despu¨¦s de bastantes p¨¢ginas, preguntarnos si podemos vivir sin nuestras ra¨ªces, sin saber de d¨®nde venimos, aunque no sepamos a d¨®nde vamos.
Mandala Mankunku (el que derriba a los poderosos), el protagonista que descubre la inutilidad de los antepasados, los regentes de la tradici¨®n, que pasa toda la novela debati¨¦ndose sobre si someterse a la tradici¨®n o pasar de ella, cuando se encuentra viejo y cansado regresa a su lugar de nacimiento y no puede hacerse a la idea de que los antepasados estuvieran ¡°enterrados y bien enterrados, y que ya no eran los regentes de ese nuevo mundo tecnocr¨¢tico¡±.
Conversamos en un aula de la Facultad de Filosof¨ªa y Letras de la Universidad Aut¨®noma de Madrid, antes de que comience la conferencia, organizada por Casa ?frica, que ha venido a impartir. Siempre me gusta volver a mi Universidad y ver que, despu¨¦s de 28 a?os, las buenas tradiciones contin¨²an: el c¨¦sped estaba lleno de gente tomando el sol, bebiendo cerveza Mahou, jugando a las cartas, bes¨¢ndose o simplemente charlando. Los pasillos de la facultad casi vacios y en la conferencia muy pocos alumnos (imagino que no daban cr¨¦ditos por asistir a ella).
?C¨®mo definir¨ªas al ?frica de hoy, del siglo XXI? Contradictoria, me responde. Por un lado vemos que muchas cosas se est¨¢n moviendo en la direcci¨®n correcta, que est¨¢n cambiando para bien, pero otras parecen que retroceden, que van a peor. ?frica siempre est¨¢ enredada en este dilema, se balancea hacia adelante y hacia atr¨¢s. Mira lo que acaba de pasar en Mal¨ª, un pa¨ªs que era ejemplo de democracia y los militares han dado un golpe de estado. Por otro lado, f¨ªjate en Senegal, las elecciones han provocado un cambio pac¨ªfico de presidente. Senegal marca el camino a seguir, pero al mismo tiempo tenemos que convivir con situaciones como la de Mal¨ª.
?Est¨¢ ?frica preparada para la democracia? Le pregunto. Por supuesto que ?frica est¨¢ preparada para la democracia, me responde. Pero esta no es cuesti¨®n de magia sino que se necesita trabajar todos los d¨ªas para construirla. Por unos momentos queda en silencio, mira como distra¨ªdo y luego prosigue: ?frica no est¨¢ fuera del mundo, tiene los mismos problemas, las mismas soluciones, las mismas reglas sociales que el resto del mundo.
Sin embargo, parece que los africanos no saben resolver ninguna diferencia sin echar mano de la violencia, le provoco. No, no es verdad, eso es lo que se cuenta aqu¨ª, pero no se recurre a la violencia m¨¢s de lo que se hace en Europa o en Am¨¦rica.
El fuego de los or¨ªgenes plantea estas y muchas otras cuestiones, que, en definitiva, son las mismas que han acompa?ado al ser humano desde su aparici¨®n sobre la tierra: ?es el progreso una huida hacia adelante?, ?puede el ser humano sobrevivir a la angustia de la nada?, ?es justa una sociedad que no acepta las diferencias?, ?es el amor m¨¢s fuerte que las leyes?, ?qui¨¦n o qu¨¦ nos otorga el t¨ªtulo de humanos?... De ah¨ª el t¨ªtulo de la novela. Aunque es algo que no se puede explicar, que hay que leer para entender.
Una historia que recorre la colonizaci¨®n y la independencia de ?frica para afirmar que el presente est¨¢ en manos de los j¨®venes que no tienen miedo y para los que ¡°nada les era ya imposible¡±.
Emmanuel Dongala cree firmemente que los j¨®venes de las ciudades ser¨¢n los que consigan cambiar ?frica. Ellos est¨¢n educados, tienen acceso a las nuevas tecnolog¨ªas, ven en televisi¨®n los mismos partidos y escuchan la misma m¨²sica que cualquier joven de Europa. Ellos tienen la informaci¨®n y al mismo tiempo viven la frustraci¨®n: no tienen luz, no tienen agua corriente, no pueden seguir estudiando, no encuentran trabajo¡ Son los j¨®venes urbanos, no los de las zonas rurales, los que est¨¢n expuestos a todas las novedades, los que viven en un mundo que est¨¢ continuamente cambiando. Es una raza nueva, muchos de ellos ni siquiera hablan la lengua de su gente. Por ejemplo, en Brazzaville la mayor¨ªa solo habla lingala, una lengua que no pertenece a ning¨²n grupo ¨¦tnico, y no quieren saber lo que pasa en las aldeas del interior o conocer las tradiciones que los ancianos se empe?an en mantener. Este es un c¨®ctel que va a estallar en cualquier momento. Espero que sea de forma positiva, porque hay mucha frustraci¨®n. Ser¨¢n ellos los que cambien a ?frica para mejor, insiste.
Este escritor y doctor en f¨ªsicas es famoso por la respuesta que da cuando se le pregunta que por qu¨¦ escribe. ?l responde siempre con la misma pregunta ?por qu¨¦ la gente hace el amor?
Yo o¨ª hablar de ¨¦l por primera vez en la selva del Tonko Limba, en Sierra Leona, cuando una tarde calurosa apareci¨® un coche envuelto en el polvo rojo del camino y de ¨¦l se bajo un franc¨¦s que dec¨ªa llamarse Jean-St¨¦phane Sauvaire. Hab¨ªa llegado hasta all¨ª para pedirme que leyera el gui¨®n que hab¨ªa escrito para su pr¨®xima pel¨ªcula: Johnny Mad Dog. Me dijo que como iba sobre menores soldados quer¨ªa saber si la historia era cre¨ªble. Tambi¨¦ me coment¨® que se hab¨ªa inspirado en la novela del mismo nombre escrita por Emmanuel Dongala. En mi siguiente viaje a Europa busqu¨¦ una copia y en el aeropuerto de Bruselas pude comprar una en ingl¨¦s. Fue todo un descubrimiento para m¨ª, un autor lleno de pasi¨®n que sabe desgranar el d¨ªa a d¨ªa de ?frica como muy pocos pueden hacerlo. Evidentemente, me quedo con el libro.
?l no parece estar del todo contento con la pel¨ªcula, pero tampoco le disgusta. Lo que menos le gust¨® fue que eliminaran la historia de amor entre el protagonista y la chica, eso le daba un aspecto m¨¢s humano a Johnny, me dice.
Es tiempo de terminar la charla, la conferencia va a comenzar, as¨ª que hago mi ¨²ltima pregunta: ?Hacia d¨®nde camina ?frica? Emmanuel Dongala sonr¨ªe y me dice que debemos ser optimistas a pesar de que el panorama no est¨¦ claro. Hay signos que nos ayudan a pensar que las cosas ir¨¢n a mejor, algunos pa¨ªses est¨¢n haciendo bien, la econom¨ªa est¨¢ mejorando, son los j¨®venes los que est¨¢n haciendo posible todo esto, por lo tanto no podemos m¨¢s que ser optimistas.
Antes de despedirnos le pido que me firme mi ejemplar de El fuego de los or¨ªgenes y escribe, en castellano: ¡°Por mi amigo CHEMA, el libro de nos or¨ªgenes¡±.
Os dejo con un v¨ªdeo que recoge una lectura suya de algunos pasajes de su libro Little boys come from the stars, en ingl¨¦s, vale la pena escucharlo hasta el final.
Comentarios
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.