Charles Taylor declarado culpable, ?y ahora qu¨¦?
Esta ma?ana, el Tribunal Especial para Sierra Leona ha declarado a Charles Taylor, antiguo se?or de la guerra y ex presidente de Liberia, culpable de crimenes de guerra. Es la primera vez, desde los juicios de N¨²remberg, que un jefe de estado es condenado por un tribunal internacional. Un hito hist¨®rico para la justicia penal que refuerza la opini¨®n de que no hay lugar a amnist¨ªas para los criminales a pesar del tiempo transcurrido o la edad de los acausados. Esto es un claro mensaje para los dictadores y los se?ores de la guerra que deber¨ªan ser conscientes de que a partir de ahora no les ser¨¢ f¨¢cil cometer, impunemente, los cr¨ªmenes a los que est¨¢n habituados. Sin embargo, esta decisi¨®n judicial no deja de ser una victoria agridulce para las v¨ªctimas de los conflictos de Liberia y Sierra Leona.
Charles Taylor en La Haya. Foto Jerry Lampen/AFP/Getty Images v¨ªa The Guardian.
Muchos a?os y mucho dinero ha costado llegar a esta decisi¨®n. Yo creo que la espera ha valido la pena, aunque no podemos detenernos aqu¨ª. Hay que seguir trabajando para que la justicia internacional llegue a todos.
El fallo demuestra que Charles Taylor ayud¨® y aconsej¨® a los rebledes sierraleoneses a pesar de conocer los atrocidades que estos estaban y que tambi¨¦n les proporcion¨® armas, comunicaciones y alojamiento y apoyo en Monrovia. El presidente del tribunal, Richard Lussick, tambi¨¦n ha dicho que mientras en p¨²blico Taylor apoyaba el proceso de paz en Sierra Leona, por detr¨¢s apoyaba y armaba a los rebeldes.
El 30 de mayo se conocer¨¢ la sentencia y, entonces, nos enteraremos de los detalles de la condena. Todo indica que Charles Taylor ser¨¢ trasladado a Reino Unido, pa¨ªs que se ha ofrecido para custodiarlo en prisi¨®n. El resto de los condenados por este Tribunal cumplen condena en suelo africano. Por eso, a m¨ª, que me gusta cuestionar todo, me sorprende este hecho y me pregunto si Londres no querr¨¢ tener al ex se?or de la guerra a seguro para que no hable demasiado y se descubran los trapos sucios de las guerras de Liberia y Sierra Leona. No cabe duda de que se trata de un tema que en este momento nos supera.
Durante d¨¦cadas, Karl D?nitz, que asumi¨® la presidencia alemana tras el suicidio de Hitler, era el ¨²nico jefe de estado condenado por un tribunal internacional. Ahora ya son dos.
En 1990, Charles Taylor, en una entrevista de la BBC, declar¨® que ¡°Sierra Leona experimentar¨¢ la amargura de la guerra¡± y un a?o despu¨¦s, el Frente Unido Revolucionario (RUF), liderado por Foday Sankoh, inici¨® un conflicto que se prolong¨® durante 11 a?os. Ahora, queda demostrado que Taylor apoy¨®, financi¨® y se benefici¨® de la guerra de Sierra Leona y de las actividades del grupo rebelde, al que proporcion¨¦ armas a cambio de diamantes que utiliz¨® para su enriquecimiento personal. El RUF es responsable de miles de muertes, amputaciones de manos y piernas, violaciones y abusos sexuales, secuestro de ni?os y ni?as para ser utilizados como soldados y esclavas sexuales, destrucci¨®n de infraestructuras¡ Todo ello con el ¨²nico objetivo de controlar las minas de diamantes del pa¨ªs.
Ya hablamos en su momento de la relaci¨®n de Taylor con la CIA y con Gadafi y de las muchas preguntas que deja sin resolver este juicio con respecto a los apoyos e intereses en juego detr¨¢s del ex presidente liberiano y de las guerras en Liberia y Sierra Leona, en la entrada titulada Una de esp¨ªas. Tambi¨¦n abordamos el tema de c¨®mo la justicia internacional parece estar ceb¨¢ndose con el continente africano, mientras que no muestra la misma resoluci¨®n a la hora de enjuiciar a l¨ªderes occidentales, al comentar la sentencia, en este caso del Tribunal Penal Internacional, de Thomas Lubanga.
Con el fallo de hoy, pr¨¢cticamente, termina al trabajo del Tribuna Especial para Sierra leona, el cual se salda, adem¨¢s de esta resoluci¨®n, con la condena de otros ocho se?ores de la guerra* que est¨¢n cumpliendo penas de entre 25 y 52 a?os en la c¨¢rcel de Mpanga, en Ruanda. De los otros imputados por el Tribunal, tres murieron: Foday Sankoh, Sam Bockarie (Moskita) y Hinga Norman. Otro, Johnny Paul Koroma, logr¨® escapar y ha generado un sinf¨ªn de rumores sobre su suerte: algunos afirman que est¨¢ muero y otros que sigue luchando en alguna de las guerras africanas y que un d¨ªa regresar¨¢ para vengar a sus compa?eros.
El que se hayan empleado tantos recursos y esfuerzos para llevar ante la justicia solo a 13 personas es una de las muchas cr¨ªticas recibidas por este organismo. Pero su mandato era muy claro: juzgar solo a los m¨¢ximos responsables. Desde un principio, los fiscales tuvieron que decidir hasta d¨®nde llegar en la persucuci¨®n de los criminales de guerra, una opci¨®n condicionada por los medios disponibles y que nunca ha estado exenta de cr¨ªticas por parte de todos los sectores de la sociedad.
El proceso contra Taylor es el ¨²nico que fue trasladado a La Haya, a la sede del Tribunal Penal Internacional, por razones de seguridad. Los otros se celebraron en las facilidades que el Tribunal Especial construy¨® en Sierra Leona.
Recuerdo el primer d¨ªa que entr¨¦ en la sala del Tribunal, en La Haya, donde hab¨ªa sido llamado por los fiscales para dar testimonio como perito en menores soldados. Era enero de 2008. Segu¨ªa a la funcionaria que me guiaba a trav¨¦s de innumerables medidas de seguridad y de repente, sin estar preparado para ello, me encontr¨¦ de frente con Charles Taylor. Estaba sentado detr¨¢s de sus abogados, al fondo de la sala, y llevaba unas gafas de cristales amarillos que no permit¨ªan verle los ojos con claridad. A pesar de ello, intent¨¦ mirarle fijamente, sosteniendo la mirada. Era la primera vez que ten¨ªa delante a esa persona, quiz¨¢s el ¨²nico de los grandes se?ores de la guerra sierraleonesa al que no me hab¨ªa enfrentado personalmente, hasta ese momento. Fueron unos segundos muy duros, miles de im¨¢genes y de historias fluyeron en mi cabeza. Quer¨ªa saber qui¨¦n era ese hombre que hab¨ªa causado tanta muerte y sufrimiento.
La actitud de desprecio e indiferencia del ex se?or de la guerra ante todo lo que pasaba a su alrededor me reforz¨® en el convencimiento de que era necesario que contase al Tribunal todo lo que sab¨ªa. A Taylor, que estaba sentado a mi izquierda, solo pod¨ªa mirarlo directamente las veces que yo que sal¨ªa o entraba en la sala. Por eso, no pude apreciar si mi testimonio produjo alg¨²n efecto en ¨¦l. Solo dos veces, al inicio de la declaraci¨®n, me interrumpieron unos ruidos provenientes de su parte; parece que intent¨® levantarse y abandonar la habitaci¨®n, pero los guardias de seguridad se lo impidieron y le obligaron a permanecer sentado.
En Liberia, las ¨²ltimas semanas, mientras se esperaba la sentencia, se cre¨® un gran debate sobre el juicio. Hay varias cosas que parecen preocupar especialmente a los liberianos en este asunto: que Charles Taylor sea juzgado por los cr¨ªmenes cometidos en Sierra Leona y no por los muchos de los que es responsable en su propio pa¨ªs, que los se?ores de la guerra liberiana solo hayan sido reprobados por sus acciones por la Comisi¨®n de la Verdad y la Reconciliaci¨®n, que nunca hayan sido llevados ante la justicia y que en la actualidad muchos de ellos ocupen cargos p¨²blicos, incluso en el Parlamento nacional. Tal es el caso de la ex mujer de Taylor, la que fuera primera dama del pa¨ªs durante a?os, Jewel Taylor, que hoy es senadora y en febrero pasado present¨® en la C¨¢mara una propuesta para penalizar la homosexualidad. La se?ora Taylor sigue defendiendo la inocencia de su ex marido.
Ella y los hijos del ex presidente han estado presentes en la lectura del veredicto invitados por el Tribunal Especial. Solo ha faltado el hijo mayor, conocido como Chucky Taylor que cumple sentencia en Florida, Estados Unidos, por cr¨ªmenes cometidos durante la guerra.
En cambio, en Sierra Leona el acontecimiento no parece haber despertado tantas pasiones. Ma?ana, 27 de abril, es el aniversario de la independencia, 51 a?os. Es fiesta nacional y los ciudadanos est¨¢n pensando m¨¢s en ir a la playa u organizar bailes que en la transcendencia de esta sentencia. Solo en Freetown ha habido algo m¨¢s de movimiento. All¨ª, el Tribunal Especial ha preparado un gran acto en el que ha reunido, en sus premisas, a m¨¢s de 800 invitados para presenciar en directo la lectura del fallo en una pantalla gigante. Entre los asistentes estaban representantes de los Paramount Chief (reyes tribales), pol¨ªticos, victimas y miembros de la sociedad civil. Tambi¨¦n, las distintas radios del pa¨ªs han retrasmitido en directo el acontecimiento.
Charles Taylor es un personaje que, quiz¨¢s, ninguna de las v¨ªctimas del conflicto sierraleon¨¦s identifica con su suerte. Igualmente sucede con el resto de los l¨ªderes que puedan estar en prisi¨®n. A ellas les preocupa m¨¢s los cientos de jefes y jefecillos rebeldes con los que tuvieron que verse todos los d¨ªas, de los que directamente recibieron todo tipo de abusos y vejaciones y que nunca han sido llevados ante la justicia. Y es m¨¢s, la mayor¨ªa de ellos se han beneficiado de los programas de reinserci¨®n de ex combatientes, mientras que las v¨ªctimas no han recibido ning¨²n tipo de compensaciones.
En mi libro Los hombres leopardo se est¨¢n extinguiendo (PPC), cuento como al volver de La Haya me enter¨¦ de que mi testimonio hab¨ªa sido emitido por la radio traducido al krio. Mucha gente lo hab¨ªa escuchado, tambi¨¦n Mammy Fatu, a la que me encontr¨¦ una ma?ana cuando ella iba camino del mercado con un enorme cesto de bonga, pescado seco, sobre la cabeza. Me llam¨® y nos saludamos:
-Gracias por lo que has hecho -me dijo con mucha emoci¨®n.
-?Qu¨¦ he hecho? - contest¨¦ un poco sorprendido.
-Te he escuchado hablar en la radio. Todos me dicen que fuiste muy lejos para hacer ese discurso. Te doy las gracias por contar lo que ha pasado en este pa¨ªs. No es bueno que se olvide, todo el mundo deber¨ªa conocerlo para que no se repita otra vez. Por eso te doy las gracias, por todas las molestias que te tomas en hablar de mi pa¨ªs a tus amigos los blancos.
Le di las gracias a Mammy Fatu por sus palabras, pero ella continu¨® hablando:
-Yo nunca conoc¨ª a Charles Taylor, ni a Foday Sankoh, ni a Moskita, ni a ninguno de esos grandes l¨ªderes de los rebeldes y que dicen que ahora est¨¢n en la c¨¢rcel. Sin embargo, conozco muy bien al Coronel Sidi. ?l fue quien le dio un arma a mi hijo y le oblig¨® a ser un soldado. Fue tambi¨¦n el Coronel Sidi quien se llev¨® a mi hijo a luchar a Guinea y cuando lo mataron y trajeron el cuerpo para enterrarlo, me dijo que si lloraba me mataba, porque eso significaba que era una traidora, que no cre¨ªa que mi hijo fuera un h¨¦roe que hab¨ªa muerto defendiendo una causa justa.
Tras una peque?a pausa, Mammy Fatu continu¨®:
-Ya nadie me devolver¨¢ a mi hijo. Yo no quiero que le pase nada malo a Pa Sidi, yo no quiero que lo metan en la c¨¢rcel, no quiero que lo maten como le sucedi¨® a mi hijo. Estoy contenta de que ahora tenga un trabajo y haga bien y se gane la vida honradamente. Yo s¨®lo quiero que me dejen llorar a mi hijo muerto.
Mammy Fatu se encuentra todos los d¨ªas con Pa Sidi en la aldea de Madina, donde los dos viven. Se saludan, se miran y siguen caminando. Ella me hizo caer en la cuenta que las v¨ªctimas de los conflictos raramente reciben justicia.
No cabe duda de que la resoluci¨®n del Tribunal Especial para Sierra Leona es un hito hist¨®rico, que ha hecho justicia, que supone un gran avance en la lucha contra la impunidad de los criminales de guerra y violadores de derechos humanos, que lanza un claro mensaje a todos los dictadores y se?ores de la guerra¡
Pero tambi¨¦n deja en el aire cuestiones como por qu¨¦ estos tribunales internacionales, incluido el Tribunal Penal Internacional, nunca llegan hasta los verdaderos responsables de los conflictos, no juzgan a los que financian y favorecen las guerras desde las capitales occidentales, no se cuestionan el comercio legal e ilegal de armas, ni el expolio de las materias primas que est¨¢ detr¨¢s de estas acciones¡
Sobre todo, queda por resolver el problema de hacer justicia a las v¨ªctimas civiles de los conflictos y reparar su dolor. Por eso, no podemos recrearnos en la peque?a-gran victoria que supone este fallo. Hay que seguir trabajando para que la Justicia Internacional sea verdaderamente ciega y llegue a todos, que no solo se cebe en los m¨¢s d¨¦biles, que tenga el valor y los medios para investigar todos los aspectos de los cr¨ªmenes de guerra y violaciones de derechos humanos y para que de una vez por todas sirva para satisfacer y reparar a las v¨ªctimas.
*Se trata de: Alex Brima (AFRC), Moris Kallon (RUF), Brima Kamara (AFRC), Issa Sesay (AFRC), Agustine Gbao (RUF), Moinina Fofana (CDF), Allieu Kondewa (CDF) y Santigie Kanu (AFRC).
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