La fuga
La huida de los j¨®venes sin futuro, que se produce ahora, es menos psicod¨¦lica
A la hora de afrontar esta crisis econ¨®mica tambi¨¦n hay que cambiar de est¨¦tica, por eso un amigo poeta ha decidido arrancar todas las flores del jard¨ªn para cultivar en su lugar tomates, pimientos y cebollas. Si la rosa fuera comestible, ser¨ªa perfecta, dice Josep Pla, pero hay una secuencia de Charlot en la que este payaso toma una rosa en sus manos, la huele profundamente y despu¨¦s de quedar embriagado con su aroma, le echa un poco de sal y se la come. De un tiempo a esta parte muchas parejas j¨®venes sin trabajo han decidido abandonar la ciudad y reconquistar la vieja casa de sus padres en el pueblo para sobrevivir cultivando una peque?a huerta, que fue en su d¨ªa abandonada. En los a?os sesenta del siglo pasado hubo ya dos di¨¢sporas: mientras unos obreros se iban con una maleta de cart¨®n a trabajar a Alemania, otros seres divinos celebraban una fuga m¨¢s literaria impulsados por la moda del hipismo, para instalarse en una comuna en medio de la naturaleza. Los j¨®venes urbanos iluminados por el resplandor de Mayo del 68, fumigados todos sus ideales por el humo de la marihuana, decidieron anidar en lugares iniciativos del planeta y hacia el Machu Pichu, Katmand¨², Ibiza, la Isla Elefantina, volaban en bandadas con un libro de Ginsberg en el pico como los tordos llevan su aceituna para la traves¨ªa. La huida de los j¨®venes sin futuro, que se produce ahora, es menos psicod¨¦lica, pero tambi¨¦n se dirige en dos sentidos contrarios: unos se van con tres carreras y varios m¨¢sters a trabajar en el extranjero, otros m¨¢s pobres y desorientados, intentan rescatar su dignidad en la aldea de los antepasados disolviendo sus vidas entre las peque?as cosas verdaderas, el pan candeal en la panader¨ªa, la fruta del tiempo en la fruter¨ªa, el aire puro del valle, la campana en la iglesia, el sol por la ma?ana, las estrellas por la noche, en medio de un silencio que permite o¨ªr los ladridos de los perros del pueblo de al lado. A la hora de arrancar los rosales y jazmines para sustituirlos por cebollas, pimientos y tomates el poeta ha cre¨ªdo realizar un acto m¨ªstico. La rosa ser¨ªa perfecta si fuera comestible, pero su cultivo solo es arte, un fin sin finalidad. Tiempo habr¨¢, si esta crisis econ¨®mica se alarga, de meterla tambi¨¦n en la ensalada.
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