?Qui¨¦n habla?
Los expertos a los que se pide una opini¨®n deben ser identificados por su labor acad¨¦mica y tambi¨¦n por la privada si el motivo de su intervenci¨®n est¨¢ relacionado con ella
Muchos expertos son destacados universitarios y, al mismo tiempo, asesoran o est¨¢n vinculados a empresas u organizaciones. Cuando escriben en los medios o los periodistas acuden a ellos para analizar una determinada noticia, acostumbran a ser identificados en funci¨®n de su faceta acad¨¦mica y raramente por sus v¨ªnculos privados. Citar estos ¨²ltimos debe hacerse especialmente cuando el asunto que analizan tiene relaci¨®n con el sector privado en el que tambi¨¦n colaboran. Ello no ha de suponer dudas sobre la solvencia de sus argumentos. Se trata de conocer desde qu¨¦ posici¨®n habla el experto. No hacerlo induce la sospecha sobre un ocultamiento de intereses que puede perjudicar la credibilidad del testimonio y alentar inmerecidas sombras sobre la honestidad intelectual de la tesis que sostienen. El documental Inside Job (2010) denuncia a varios acad¨¦micos cuyas tesis apoyaron la desregulaci¨®n de los mercados, tesis que presentaron enmascaradas en su condici¨®n acad¨¦mica y ocultando que sus informes estaban retribuidos por fondos de inversi¨®n, grupos de presi¨®n, etc¨¦tera.
Un lector, economista, que prefiere ser citado como Joaqu¨ªn, considera que este diario incurre muy a menudo en una deficiente identificaci¨®n de los articulistas. ¡°La American Economic Association (AEA) es la asociaci¨®n de economistas m¨¢s prestigiosa del mundo. Entre otras actividades, la AEA publica una decena de revistas cient¨ªficas sobre econom¨ªa. Pues bien, esta insigne instituci¨®n ha modificado recientemente su c¨®digo de buenas pr¨¢cticas¡±. Para publicar en sus revistas es necesario declarar qu¨¦ instituciones financian de modo significativo la investigaci¨®n (siempre que se hayan superado los 7.545 euros en los ¨²ltimos tres a?os). ¡°Se trata de evitar que se presente como ¡®experto en X¡¯ o ¡®catedr¨¢tico de Y¡¯ a un cient¨ªfico que adem¨¢s est¨¢ recibiendo financiaci¨®n de empresas interesadas en el resultado de sus investigaciones¡±. A partir de ahora tambi¨¦n figurar¨¢ la instituci¨®n que lo remunera. ¡°La AEA hace adem¨¢s un llamamiento a la sociedad y muy en particular a los medios de comunicaci¨®n para que sigan su ejemplo. Y en este sentido creo que EL PA?S no debe permanecer sordo a las exigencias ¨¦ticas de la comunidad cient¨ªfica (...). Les ruego que atiendan el llamamiento de la AEA e informen a sus lectores de los posibles conflictos de intereses de los investigadores que escogen¡±. La extensi¨®n de los curr¨ªculos de muchos expertos (relacionados con la Universidad, empresas y organizaciones sin ¨¢nimo de lucro) dificulta la elecci¨®n de los datos que deben servir de presentaci¨®n. Son relevantes cuando el tema de la intervenci¨®n del experto y los objetivos de la organizaci¨®n a la que est¨¢ vinculado coinciden.
La reflexi¨®n te¨®rica no debe ser patrimonio exclusivo del mundo universitario. La relaci¨®n entre Universidad, empresas y organizaciones sociales es una necesidad reconocida y provechosa a la hora de alimentar la agenda de la tarea investigadora y lo demuestra la propia asociaci¨®n estadounidense. Creada en 1885, estuvo compuesta inicialmente por profesores, pero ha atra¨ªdo un creciente n¨²mero de miembros relacionados con los negocios, Administraciones p¨²blicas, grupos profesionales... Cualquier organizaci¨®n se sentir¨¢ m¨¢s c¨®moda si puede presentar sus tesis sostenidas por una universidad; pero, sin excluir la figura de quien se dedica a hacer trajes a medida, el patrocinio acad¨¦mico no ha de ser forzosamente un factor contaminante.
Florentino Felgueroso es profesor de Econom¨ªa de Oviedo y uno de los directores de una c¨¢tedra Fedea, la de Capital Humano y Empleo. Fedea es una fundaci¨®n de investigaci¨®n aplicada patrocinada por grandes bancos y empresas. El objetivo de las c¨¢tedras ¡°es realizar contribuciones relevantes sobre cuestiones que resulten de inter¨¦s para el conjunto de la sociedad espa?ola y para el patrono que las promueve¡±. Un patrocinio que la entidad publica. Felgueroso es uno de los expertos a los que acude frecuentemente el diario. Desde finales de enero, ha recabado su opini¨®n al menos en nueve ocasiones. Cuando es el periodista quien solicita su criterio, aparece identificado de distintas formas, a veces ¨²nicamente como profesor universitario de Oviedo, a veces solo como investigador de Fedea. Cuando se trata de art¨ªculos propios, salvo en una ocasi¨®n y por razones no imputables al autor, rese?a su doble condici¨®n. Le he preguntado sobre esta cuesti¨®n que, obviamente, no se circunscribe al universo de los economistas.
Krugman: ¡°?Trat¨® Enron de comprar mi alma? Yo no la estaba vendiendo¡±
¡°El autor de un art¨ªculo, en el caso de que tenga una doble filiaci¨®n, universitaria y privada, debe manifestarla si est¨¢ relacionada con el asunto de su intervenci¨®n. Y esta transparencia ha de ser aplicada a todos, tambi¨¦n a quien es asesor gubernamental o consejero de una empresa p¨²blica por la cuota sindical, por citar dos casos. Lamentablemente, en Espa?a, ello introduce autom¨¢ticamente una injusta sospecha sobre la honestidad intelectual, pero espero que una mejora de la cultura democr¨¢tica permita superar la actual tendencia a la dualidad en el etiquetado: o eres de unos o eres de otros. Los investigadores de Fedea hemos sido tachados, con igual rotundidad, de nido de rojos y de think tank del PP. Curiosamente, en este pa¨ªs, publicar en medios de comunicaci¨®n generalistas puede penalizar acad¨¦micamente porque se cree err¨®neamente que quien divulga no investiga. Y ello supone un peligro porque dejar¨ªa este foro de debate en manos exclusivamente de tertulianos y pol¨ªticos¡±.
Llu¨ªs Bassets, director adjunto responsable de Opini¨®n, considera que ¡°la identificaci¨®n del autor, que normalmente se hace al pie del art¨ªculo, se incluye cuando se considera que es una informaci¨®n necesaria para el lector. Su objetivo original no tiene que ver con el conflicto de intereses que pueda plantear que alguien exprese opiniones como articulista sobre un asunto sobre el que est¨¢ realizando tareas profesionales remuneradas o que le reportan alg¨²n tipo de beneficio. Evitar el conflicto de intereses o en su caso suministrar la informaci¨®n al lector sobre la identificaci¨®n del autor es obligado no solo para los periodistas, sino tambi¨¦n para los articulistas que proponen un texto para su publicaci¨®n. El problema es que no siempre es posible, porque no siempre quien selecciona el texto para su publicaci¨®n dispone de la informaci¨®n relevante sobre el autor. Sin descartar, ni mucho menos, que desde la redacci¨®n se incremente la vigilancia sobre los conflictos de intereses, la realidad es que la mejor soluci¨®n es que sean los propios articulistas quienes se vayan acostumbrando a se?alarlo en sus textos, cada vez que traten una cuesti¨®n en la que tienen alguna otra implicaci¨®n profesional o de intereses. Hay que decir que las nuevas formas de comunicaci¨®n a trav¨¦s de las redes sociales, con la participaci¨®n creciente de los lectores en la discusi¨®n sobre los art¨ªculos, aconseja a los autores hacer por iniciativa propia este desvelamiento para evitar el mal mayor de que sean los lectores quienes lo hagan en su lugar, a veces de forma cr¨ªtica. La redacci¨®n debe evitar el conflicto de intereses o desvelarlo en su caso, pero deben ser sobre todo los autores quienes se responsabilicen de ello¡±.
La transparencia en este tema, a iniciativa del experto o del periodista, debe practicarse aun a costa de inmerecidos recelos. Y si no que se lo pregunten a Paul Krugman. En 1999 acept¨® una asesor¨ªa de la empresa Enron que no ocult¨®. Aquel mismo a?o la abandon¨® al fichar como columnista de The New York Times, pero algunos colegas sostuvieron maliciosamente sospechas sobre su independencia. Krugman lo explic¨® claramente: ¡°?Trat¨® Enron de comprar mi alma? Eso deben responderlo ellos. Lo que s¨¦ es que yo no la estaba vendiendo¡±.
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