Algunas lecciones de la seguridad vial
En v¨ªsperas de otra salida masiva a las carreteras, el ex director de Tr¨¢fico reflexiona sobre la pol¨ªtica que ha reducido a la mitad las muertes por accidente, basada en movilizar a la sociedad y hacer cumplir la ley
M¨¢s all¨¢ de las cifras, los datos y los indicadores sobre la evoluci¨®n de la siniestralidad, la pol¨ªtica de seguridad vial de los ¨²ltimos a?os es un "caso pr¨¢ctico" de indudable inter¨¦s que merece ser analizado. Si miramos el camino recorrido por el retrovisor podemos sacar algunas conclusiones.
Para resolver un problema, lo primero que hay que hacer es ponerlo sobre la mesa y abrir el debate. Los accidentes de tr¨¢fico y sus consecuencias era un tema inc¨®modo, feo y de dif¨ªcil soluci¨®n, por lo que hab¨ªa que meterlo en el caj¨®n o debajo de la alfombra; porque parec¨ªa que no era bueno ni conveniente hablar de ello y en todo caso era despachado como el inevitable precio del progreso.
En el a?o 2004 se hizo una encuesta preguntando a los ciudadanos cu¨¢ntos muertos cre¨ªan que hab¨ªa cada a?o en nuestro pa¨ªs y la respuesta fue que entre 800 y 900. La realidad era que el a?o anterior hab¨ªa habido 5.400 fallecidos por accidente de tr¨¢fico, es decir, no ¨¦ramos conscientes de la magnitud de la tragedia. A partir de aqu¨ª se abri¨® el debate, se utilizaron los paneles de la carretera para informar de lo que estaba pasando, todos vieron que era un disparate y mejor¨® significativamente la concienciaci¨®n.
En 2003 hubo 5.400 muertos en accidentes de tr¨¢fico. No ¨¦ramos conscientes de la magnitud de la tragedia
Otra lecci¨®n ha sido las ventajas de la transparencia, de la elaboraci¨®n de unos datos e indicadores claros que se distribu¨ªan entre todas las asociaciones y entidades relacionadas con la seguridad vial. Se comprob¨® que la transparencia en la informaci¨®n ayuda a crear un clima de confianza, no hay nada escondido, no hay secretos, es un problema de todos y los datos deben estar a la disposici¨®n de todos. Sobre tr¨¢fico todo el mundo opina, pero hab¨ªa muchos que hablaban de o¨ªdo y al disponer todos de la misma informaci¨®n, poco a poco fue elev¨¢ndose el nivel del debate. Por fin se hab¨ªa superado la vieja cultura de "la informaci¨®n es m¨ªa y solo m¨ªa" y as¨ª me hago m¨¢s importante. Nos acerc¨¢bamos m¨¢s a Europa.
Visto en perspectiva, la f¨®rmula para abordar la pol¨ªtica de seguridad vial fue la de construir un discurso en el que todos se sintieran c¨®modos y que el ciudadano percib¨ªa como razonable, la adopci¨®n de medidas para dar credibilidad al discurso y, al final, la movilizaci¨®n social. Esta f¨®rmula puede servir para muchas otras pol¨ªticas p¨²blicas.
El discurso se elabor¨® con las asociaciones de v¨ªctimas y ven¨ªa a decir que los accidentes son evitables y que si otros pa¨ªses lo hab¨ªan conseguido, nosotros tambi¨¦n lo pod¨ªamos hacer. Era algo as¨ª como apelar a la autoestima colectiva. Despu¨¦s se a?adi¨® que no era aceptable negociar el tr¨¢fico a cambio de vidas humanas. Era un mensaje de ¨¦tica no despreciable en estos tiempos. Se afirmaba que era necesario dar prioridad a la seguridad sobre cualquier otra consideraci¨®n en la gesti¨®n del tr¨¢fico, para que quedara clara la intenci¨®n. Y se acababa recordando que despu¨¦s del accidente nada es igual. El discurso era sencillo y claro, facilitaba la toma de decisiones que ten¨ªan que ser coherentes con el discurso y era bien entendido y aceptado por los ciudadanos conductores.
Para evitar que el discurso quedara solo en la ret¨®rica, hubo que adoptar medidas para ganarse la credibilidad. As¨ª surgen el permiso de conducir por puntos, el aumento de los controles de alcoholemia, los radares para el control de la velocidad, el aumento de los efectivos de la polic¨ªa de Tr¨¢fico o la modificaci¨®n del C¨®digo Penal para los delitos contra la seguridad vial. Todas eran iniciativas que trasladaban la impresi¨®n de seriedad y coherencia. Cada vez que se anunciaba una medida hab¨ªa debate y el debate es bueno para la seguridad vial.
Y al final, la movilizaci¨®n social. Hoy en d¨ªa las Administraciones, solas, no pueden hacerlo todo. Necesitan c¨®mplices y acompa?antes. Necesitan el compromiso de la sociedad civil, de ah¨ª que sean imprescindibles las asociaciones de v¨ªctimas, de usuarios, autom¨®viles club, fundaciones, universidades y empresas. La sociedad civil en nuestro pa¨ªs es cada d¨ªa m¨¢s potente, pide un mayor protagonismo y har¨ªamos bien en no olvidarlo. Y cuando se pone en marcha un proyecto es bueno que al volver la vista atr¨¢s compruebes que no est¨¢s solo.
El objetivo de la pol¨ªtica de seguridad vial no era bajar los accidentes, en contra de lo que pudiera parecer; era modificar los h¨¢bitos y comportamientos de los conductores haci¨¦ndolos m¨¢s seguros y, si se consegu¨ªa, se sab¨ªa que, inexorablemente, bajar¨ªan los accidentes. Y as¨ª fue. La lecci¨®n es que, hoy en d¨ªa, sin los medios de comunicaci¨®n es imposible el cambio de comportamientos, que son unos aliados necesarios. Y se pas¨® de la tradicional desconfianza mutua a la colaboraci¨®n y complicidad compartida. Todos ganan y hasta se dice que entre tanta informaci¨®n fr¨ªvola o banal, con la seguridad vial, los profesionales de los medios se sienten ¨²tiles a la sociedad.
Sobre las culpas, se?alar que en este pa¨ªs nos gusta buscar culpables en lugar de resolver los problemas. El culpable siempre es otro y as¨ª nos va. El conductor culpa al mal estado de las carreteras, los responsables de carreteras dicen que es un tema de educaci¨®n y as¨ª sucesivamente... Eso s¨ª, todos coinciden que la culpa es del Gobierno. La Comisi¨®n Europea dice que la seguridad vial es una "responsabilidad compartida" y el reto es que cada uno asuma su responsabilidad. Que los fabricantes de autom¨®viles hagan veh¨ªculos cada vez m¨¢s seguros, que los titulares de las carreteras las conserven adecuadamente, que las autoescuelas formen buenos conductores, que las universidades investiguen, que las aseguradoras cubran bien los riesgos, que los conductores cumplan las normas... En fin,? que cada uno haga lo que tiene que hacer, que no es poco. Al conseguirlo la orquesta empez¨® a sonar bien y nadie desafinaba. Otra gran lecci¨®n es no perderse en discusiones est¨¦riles buscando culpables.
Lo decisivo fue que rem¨¢ramos todos en la misma direcci¨®n. Lo mismo hay que hacer ahora con la crisis
Al volver la vista atr¨¢s comprobamos que antes estaba prohibido beber y conducir, era obligatorio el uso del cintur¨®n de seguridad y el casco, hab¨ªa que respetar los l¨ªmites de velocidad y cumplir las normas; pero no lo hac¨ªamos. El cambio, el gran cambio, era que ahora lo hac¨ªamos. La norma no es un capricho, es un acuerdo entre todos a trav¨¦s de nuestros representantes, para que el tr¨¢fico funcione de forma ordenada y todos salen ganando. Al final hab¨ªa resultado que el secreto estaba en conseguir que la ley se cumpliera. ?Qu¨¦ gran lecci¨®n en este pa¨ªs el dedicar los esfuerzos a que la ley se cumpla, en lugar de dedicarlos a hacer nuevas leyes que probablemente no se van a poder cumplir!
Hay m¨¢s lecciones como la de intentar hacer sencillo lo complicado, en lugar de hacer m¨¢s complicado lo que ya es complicado para hacerse el interesante. O la de concentrar los esfuerzos en los elementos b¨¢sicos y fundamentales como el alcohol y la conducci¨®n, el uso del cintur¨®n, la velocidad adecuada y los reincidentes y as¨ª evitar la habitual dispersi¨®n con el riesgo de perderse en lo secundario o accesorio.
Por ¨²ltimo, un mensaje de optimismo en estos tiempos oscuros de tribulaciones. Si hemos sido capaces de reducir a la mitad los fallecidos por los accidentes de tr¨¢fico cuando nos lo hemos propuesto y todos hemos remado en la misma direcci¨®n, tambi¨¦n podremos salir de esta crisis si todos remamos en la misma direcci¨®n. Pero hay que tener claro cu¨¢l es la buena direcci¨®n porque, como dicen los navegantes, el viento solo sopla a favor de los que saben a d¨®nde van. Y en esta crisis, de momento solo sabemos a d¨®nde no vamos, que es volver a lo que hab¨ªa antes, pero todav¨ªa no nos han explicado bien a donde vamos.
Pere Navarro Olivella es inspector de trabajo. Ha sido director general de Tr¨¢fico desde mayo de 2004 hasta febrero de 2012.
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