Un buen trilero

Luis de Guindos, insomne, daba vueltas en la cama. No sab¨ªa c¨®mo decir a sus hijos que los Reyes Magos eran los padres sin pronunciar la palabra Reyes ni la palabra padres, a fin de que no se enteraran de nada y siguieran tan felices. Su esposa, que le oy¨® revolverse, abri¨® los ojos y le pregunt¨® si le ocurr¨ªa algo. Que no s¨¦ c¨®mo decir a los ni?os que los Reyes son los padres, dijo ¨¦l. Cari?o, tienen m¨¢s de 40 a?os, dijo ella, lo saben desde los 10. Pues yo no se lo he dicho, dijo ¨¦l. Tampoco dijiste a los contribuyentes lo del IVA y lo han averiguado.

Llevaba raz¨®n su esposa, malditos contribuyentes. Les dices que para 2013 lo que estamos pensando es reducir las cargas sobre el trabajo e incrementar la imposici¨®n sobre el consumo, y adivinan que les subes el IVA. ?Con la de vueltas que le hab¨ªa dado a la frase para que no se entendiera! Record¨® entonces con amargura que apenas dos d¨ªas despu¨¦s de aquella desgraciada pirueta verbal, cuyas intenciones hab¨ªan quedado al descubierto ipso facto, significara lo que significara ipso facto, Crist¨®bal Montoro le dio una lecci¨®n acerca de c¨®mo se miente en p¨²blico. Lleg¨® el t¨ªo, se plant¨® frente a los periodistas, y dijo con toda la cara que no estaban subiendo los impuestos, sino cambiando su ponderaci¨®n. No estamos subiendo los impuestos, sino cambiando su ponderaci¨®n, he ah¨ª un trilero genial. A ¨¦l, en cambio, se le notaba enseguida d¨®nde hab¨ªa ocultado la bolita, o la mentira, lo que limitaba mucho su horizonte pol¨ªtico. Lo que hab¨ªa que hacer entonces era negar la mayor, jurar, como el ad¨²ltero pillado in fraganti, que no es lo que parece. Luis de Guindos se dio la vuelta y cerr¨® los ojos maldici¨¦ndose a s¨ª mismo.

Seguro, pensaba con odio, que los hijos de Crist¨®bal Montoro, m¨¢s mayores que los suyos, todav¨ªa cre¨ªan en los Reyes. Y en la ponderaci¨®n.