Cerillas y dinamita
Si la herencia gen¨¦tica de la izquierda espa?ola es la desuni¨®n, lo que est¨¢ haciendo el PP es reivindicar con orgullo el gen tradicional de la derecha
A primera vista, existen motivos para preocuparse. La obsesi¨®n del gobierno de Espa?a por el ejercicio de los derechos civiles de la ciudadan¨ªa proyecta sombras oscuras, y alargadas, sobre la paz social. El ostentoso despliegue policial que tom¨® Barcelona la semana pasada, los controles de la Jonquera, las advertencias, progresivamente asimilables a amenazas, que profieren diversos ministros ante cada nueva convocatoria de movilizaci¨®n contra los recortes semanales de Rajoy y el intento de criminalizar la actividad sindical que absorbe por igual al poder y a sus portavoces medi¨¢ticos, dibujan un panorama a¨²n m¨¢s negro por bien conocido.
Si la herencia gen¨¦tica de la izquierda espa?ola es la desuni¨®n, lo que est¨¢ haciendo el PP es reivindicar con orgullo el gen tradicional de la derecha. Desde siempre, cuando un gobierno conservador ha tenido dificultades en Espa?a, ha intentado salir del atolladero tocando la pandereta, cortejando a la Caverna inmortal y ech¨¢ndose al monte con un trabuco entre las manos. Se trata, en otras palabras, de ejercer la oposici¨®n desde el poder, de sembrar la crispaci¨®n y la radicalizaci¨®n desde unas instituciones cuya principal funci¨®n es prevenirlas.
Pero no se equivoquen. Fern¨¢ndez D¨ªaz no estaba deseando llegar al Ministerio del Interior para que la polic¨ªa cargue contra los madridistas en Cibeles y detenga en la frontera a activistas antisistema. Lo que pasa es mucho peor. Se trata de echar balones fuera, de ganar tiempo, de distraer a la opini¨®n p¨²blica, aun a costa de hacer experimentos con cerillas y dinamita, de la verdadera angustia de un gobierno desfondado, que en unos pocos meses ha agotado todas sus ideas, sus recursos, y que no sabe qu¨¦ hacer. Por eso, si lo piensan dos veces, se dar¨¢n cuenta de que hay muchos m¨¢s motivos para preocuparse de lo que parece a primera vista.
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