Copiar y pegar
Los ¡°tremendos parecidos¡± entre un texto accesible en Internet y un art¨ªculo que reproduce literalmente frases y p¨¢rrafos del mismo son denunciados por un lector
Ha sido precisamente el inter¨¦s que despert¨® en un lector, El¨ªas Cueto, el art¨ªculo Las preguntas que importan, publicado en El Pa¨ªs Semanal el pasado domingo, lo que le llev¨® a un penoso descubrimiento. El texto alberga p¨¢rrafos copiados, literalmente o casi, de un op¨²sculo de 14 p¨¢ginas que puede consultarse en Internet.
Lo explica as¨ª: ¡°Leo con inter¨¦s el art¨ªculo. Fascinado por la cita de Marilee Goldberg de la p¨¢gina 32, decido buscar en Internet alg¨²n dato adicional sobre ella y me encuentro la siguiente referencia: http://www.theworldcafe.com/pdfs/aopq.pdf. ?Son ustedes conscientes del tremendo parecido entre ese documento y el art¨ªculo publicado por Miriam Subirana? Creo que, como lectores de EL PA?S, nos merecemos algo mejor¡±. En la carta, el lector alude a la pr¨¢ctica de copiar y pegar que la existencia de Internet facilita en extremo y habla de una sociedad digital mal entendida. A la vista de todo ello, prosigue, ¡°uno entiende ciertas cosas sobre la crisis de la profesi¨®n period¨ªstica¡±.
Desde luego, los editores en la redacci¨®n no eran conscientes de ello. En el trato con colaboradores habituales se establece una relaci¨®n de confianza que casos como este perjudican seriamente. En el mercado hay programas que cotejan un original con la documentaci¨®n disponible en la Red para detectar apropiaciones intelectuales. Ser¨ªa muy triste, y seguramente impracticable, tener que introducir estas herramientas en las redacciones para comprobar si se respeta, y reconoce debidamente, el trabajo ajeno en todos los originales que se manejan.
En la breve bibliograf¨ªa que la responsable del art¨ªculo adjunta se cita The art of powerful questions. Catalyzing insight, innovation and action, de Eric E. Vogt, Juanita Brown y David Isaacs (Whole Systems Associates). Sin embargo, en el cuerpo del art¨ªculo no se hace ninguna alusi¨®n al mismo a pesar de que aparecen frases y p¨¢rrafos copiados. Seg¨²n el rastreo realizado con el contador del procesador de textos, de un art¨ªculo cuyo cuerpo central tiene 1.404 palabras, m¨¢s de 550 figuran en frases traducidas tal cual, o con alguna supresi¨®n insignificante, del mencionado original. Lo que supone un tercio de lo publicado. En Internet tambi¨¦n est¨¢ disponible una traducci¨®n al castellano de la pieza original cuyo copyright data de 2003. Seg¨²n la Real Academia, plagiar consiste en ¡°copiar en lo sustancial obras ajenas, d¨¢ndolas como propias¡±.
Subirana ha respondido que ¡°lamento que un error por mi parte no haya dejado claro el origen de algunas frases¡±.
No se puede aceptar el calco de p¨¢rrafos ajenos sin marcar su procedencia
¡°El art¨ªculo al que alude el lector¡±, escribe Subirana, ¡°y que incluyo en la bibliograf¨ªa, est¨¢ inspirado en las tesis de Marilee Goldberg, cuyo libro tambi¨¦n menciono. Por otra parte, la Ley de Propiedad Intelectual y el Convenio de Berna no establecen la longitud m¨¢xima que se permite de una cita. No tuve intenci¨®n de ocultar ninguna autor¨ªa y si no los menciono en el texto es porque eran muchos autores y porque los incluyo en la bibliograf¨ªa. Por otra parte, las citas a Albert Einstein o Arno Penzias aparecen en muchos textos sobre el tema y adem¨¢s es evidente que el conjunto de su pensamiento y su obra es de dominio p¨²blico¡±.
Que en la bibliograf¨ªa, adjunta al art¨ªculo, se mencione la obra no es una eximente para que una parte del mismo se construya con frases calcadas de la misma sin ning¨²n entrecomillado ni alusi¨®n sobre su procedencia. Los p¨¢rrafos que no eran de elaboraci¨®n propia deber¨ªan haber sido publicados debidamente referenciados.
La Ley de Propiedad Intelectual considera l¨ªcita la inclusi¨®n en una obra propia de fragmentos de otras ajenas siempre que su inclusi¨®n se realice a t¨ªtulo de cita o para su an¨¢lisis, comentario o juicio cr¨ªtico indicando la fuente. Es verdad que una frase de Einstein se puede localizar en infinidad de textos, pero no es admisible que el p¨¢rrafo que la comenta sea igual que el p¨¢rrafo del art¨ªculo de los tres autores citados.
Subirana es autora de un libro, El poder de nuestra presencia, subtitulado ¡°una gu¨ªa de coaching espiritual¡±. Es doctora, por la Facultad de Bellas Artes de la Universidad de Barcelona y formada en el California College of Arts and Crafts de Oakland, Estados Unidos. Como pintora ha realizado muchas exposiciones individuales y colectivas. En el largo curr¨ªculo que publica en su web figura como formadora certificada en Indagaci¨®n Apreciativa por la Case Western University por David Cooperrider, adem¨¢s de conferenciante y colaboradora period¨ªstica en varios medios, entre otros datos. Fundadora del centro YesOuiSi, ¡°espacio de Creatividad, Espiritualidad y Coaching¡±, tambi¨¦n est¨¢ formada en el Eneagrama, ¡°mapa de las nueve pasiones que conforman la personalidad¡± y cuyos defensores consideran una herramienta para el autoconocimiento que proviene del esoterismo cristiano, seg¨²n el m¨¦dico Claudio Naranjo.
A prop¨®sito de otro tema, pero referido a la misma secci¨®n donde aparece el citado art¨ªculo, extraigo de una larga carta de Isabel Pons de Molina un asunto relacionado. La secci¨®n tiene el ep¨ªgrafe de Psicolog¨ªa, pero no todos sus articulistas son psic¨®logos. ¡°En EPS, suplemento que leo con mucho gusto y trae reportajes extraordinarios, hay una secci¨®n de Psicolog¨ªa, digamos ¡®de autoayuda¡¯, que con mucha frecuencia est¨¢n bien orientados. (¡) Pero amparado en esa secci¨®n, mucha gente puede creer que est¨¢ recibiendo el consejo de un psic¨®logo y sentirse culpable por utilizar su sentido com¨²n, y esto no es de recibo¡±. ¡°Lo que no es aceptable es sugerir por acci¨®n u omisi¨®n, que se est¨¢ capacitado como psic¨®logo, y mucho menos que EPS no haga expl¨ªcito qu¨¦ colaboradores de esa p¨¢gina lo son, y qui¨¦nes no¡±.
El ep¨ªgrafe Psicolog¨ªa se refiere al tema tratado, lo que no obliga a que todos los autores que escriben en ella sean licenciados en esta disciplina. Cuatro de los colaboradores habituales lo son, con especialidades que van de la neurociencia a la psicolog¨ªa cl¨ªnica o deportiva. La citada secci¨®n recibi¨® el a?o pasado el premio especial a la mejor labor de divulgaci¨®n del Colegio de Psic¨®logos de Madrid. El jurado justific¨® su decisi¨®n por ¡°el contenido riguroso, los temas elegidos y las fuentes de informaci¨®n de unos art¨ªculos que consiguen transmitir a la sociedad c¨®mo la psicolog¨ªa puede ayudar a mejorar la calidad de vida de los ciudadanos¡±. El reconocimiento p¨²blico y amplio seguimiento de la secci¨®n hacen que un caso como el expuesto resulte da?ino e inmerecido para el equipo que la produce.
Goyo Rodr¨ªguez, subdirector responsable de esta publicaci¨®n semanal, subraya que ¡°Psicolog¨ªa es una secci¨®n de El Pa¨ªs Semanal muy seguida por los lectores y los profesionales. Nueve colaboradores con distintos perfiles se alternan cada domingo, desde los m¨¢s cient¨ªficos hasta los m¨¢s period¨ªsticos y divulgativos. Son profesionales de la psicolog¨ªa, docentes, periodistas especializados o escritores. Les pedimos que sus textos aporten informaci¨®n, conocimiento, experiencia y mirada propia. Establecemos con ellos un contrato de confianza. El mismo que los lectores mantienen con el peri¨®dico. Errores como este la quiebran. No podemos aceptar que un texto publicado en EL PA?S calque p¨¢rrafos de otros libros y de otros autores sin entrecomillarlos y acreditarlos con detalle. Los colaboradores conocen nuestra exigencia y nuestro compromiso con el rigor y la calidad. Extremaremos, a¨²n m¨¢s, el control desde la redacci¨®n para que se cumpla¡±.
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