Francia: una alegr¨ªa contenida
El resumen del cuadro pol¨ªtico tras estas elecciones ser¨ªa: decepci¨®n ante los partidos cl¨¢sicos, ascenso de los extremos, debilidad estructural de la izquierda. Hollande ha derrotado a Sarkozy, pero no a la derecha
La elecci¨®n presidencial ha revelado algo latente en Francia: una profunda crisis de confianza de la mayor¨ªa del pueblo ante las elites que lo representan. M¨¢s all¨¢ de la victoria de Fran?ois Hollande, que no es una victoria del programa del Partido Socialista, y de la derrota de Nicolas Sarkozy, que es sobre todo un rechazo a su persona, debemos extraer tres lecciones. En primer lugar, la emergencia, en la primera vuelta, de un voto de protesta, tribunicio, que recuerda a los a?os 50, 60 y 70 del siglo pasado, cuando el Partido Comunista Franc¨¦s representaba a toda una parte de las clases populares explotadas sin esperanza alguna de acceder al poder. Esta vocaci¨®n fue utilizada con mucha inteligencia pol¨ªtica por Fran?ois Mitterrand con el proyecto de Uni¨®n de la Izquierda, que permiti¨®, a la vez, reconstituir el Partido Socialista, integrar al electorado del Partido Comunista en una perspectiva realista de acceso al poder y, a continuaci¨®n, destruir la influencia ideol¨®gica y pol¨ªtica comunista tras la victoria de la izquierda en 1981. Es ¨²til recordar esta experiencia para comprender, en un contexto del todo diferente, lo que probablemente suceder¨¢ ahora con el Frente Nacional.
Este voto de protesta es col¨¦rico, determinado: o se reviste del progresismo del Frente de Izquierda (alianza de fuerzas socialistas, militantes de extrema izquierda y restos del Partido Comunista que han invertido toda su habilidad y su aparato de movilizaci¨®n en esta batalla) o representa a una constelaci¨®n de fuerzas de extrema derecha y derecha xen¨®fobas, gente sin ideolog¨ªa concreta pero desorientada ante los estragos de la crisis europea y de la globalizaci¨®n liberal. Estos dos ¡°extremos¡± son, en realidad, cada vez m¨¢s importantes en Francia. Se han hecho o¨ªr con fuerza en la primera vuelta, ya que representan aproximadamente a m¨¢s del 30% del electorado.
En las pr¨®ximas elecciones legislativas el problema de las alianzas volver¨¢ a ser central
En segundo lugar, y ¨¦ste es un fen¨®meno nuevo, la extensi¨®n del voto en blanco y nulo y de la abstenci¨®n (24, 59 %), que supera ya los dos millones de electores. Cifra importante, dada la politizaci¨®n de los ciudadanos franceses y de la elecci¨®n presidencial, vivida tradicionalmente como un escenario refundador del v¨ªnculo nacional y republicano. Este fen¨®meno tiene un significado no solo simb¨®lico sino tambi¨¦n pol¨ªtico: constituye una estrepitosa desaprobaci¨®n por parte de ciudadanos formados, pol¨ªticamente educados (sobre todo los votos en blanco y nulos), de los programas de partidos pol¨ªticos centrales (la UMP y el PS).
En tercer lugar, esta elecci¨®n pone en evidencia un dato cruel que no debemos negar: la izquierda es minoritaria en Francia. En la primera vuelta, toda la izquierda no supera el 44% de votos; no es sino por la adhesi¨®n de una parte del electorado centrista y de una delgada franja del electorado del Frente Nacional que ha podido superar el 50%. Esta es una realidad que, por lo menos, tiene dos significados estructurales: por un lado, sociol¨®gicamente, la izquierda no ha podido recuperar la influencia que ten¨ªa en los a?os 80 en el seno de las clases populares y medias bajas (?el Frente Nacional, de extrema derecha, se ha convertido as¨ª en el primer partido obrero del pa¨ªs!); por el otro, la alianza electoral del PS y del Frente de Izquierda solo podr¨¢ esperar una victoria en las pr¨®ximas elecciones si se abre al centro o logra dar de nuevo esperanza a quienes han votado en blanco, nulo o se han abstenido. La apuesta de Dominique Strauss-Kahn, ese liberal de ¡°izquierda¡± que tanto gustaba al electorado de las clases medias, era la apertura al centro. En esta elecci¨®n, Hollande se defini¨® m¨¢s a la izquierda; le resultar¨¢ dif¨ªcil construir un puente entre el centro y la izquierda de la izquierda. Porque, en la cuesti¨®n de la lucha contra la crisis, existe una divergencia insuperable entre ambos campos. Fran?ois Bayrou, dirigente de un centro d¨¦bil, representa en realidad al centro derecha, es decir, las clases medias altas y la burgues¨ªa liberal, que aceptan la pol¨ªtica de austeridad y quieren sobre todo una fuerte liberalizaci¨®n del mercado laboral. Sus tropas tender¨¢n pues a ir hacia la derecha. El Frente de Izquierda pondr¨¢ como condici¨®n para su apoyo al PS la obtenci¨®n de un grupo propio en la Asamblea nacional, lo que le permitir¨¢ pesar en futuras orientaciones de la pol¨ªtica presupuestaria y econ¨®mica. Hollande no est¨¢ cerca de resolver estas contradicciones, porque cosech¨® un pobre resultado en la primera vuelta de las presidenciales y no ha podido movilizar a los indecisos en la segunda.
Resumen del cuadro pol¨ªtico el d¨ªa despu¨¦s de esta elecci¨®n: decepci¨®n ante los partidos cl¨¢sicos, ascenso de los extremos, debilidad estructural de la izquierda. La campa?a electoral, a pesar de los esfuerzos de los medios para ¡°calentarla¡±, desarrollada en un ambiente moroso y, al menos en la izquierda, con menos entusiasmo que en las primarias organizadas en el Partido Socialista, ha conducido ciertamente a la victoria de Fran?ois Hollande y a la derrota personal de Nicolas Sarkozy pero no, fundamentalmente, a la derrota de la derecha. Es por ello que en las pr¨®ximas elecciones legislativas el problema de las alianzas volver¨¢ a ser central con unas fuerzas pol¨ªticas que han sido silenciadas en la segunda vuelta de las presidenciales.
En la derecha est¨¢ claro que un problema ya hist¨®rico debe ser resuelto: el Frente Nacional se ha convertido en una realidad permanente de la escena pol¨ªtica nacional. No nos desharemos de ¨¦l ni con facilidad ni con rapidez. Dos evoluciones son posibles: o desintegra a la derecha tradicional, como proclama oficialmente Marine Le Pen, aunque ¨¦sta es una hip¨®tesis poco plausible de momento; o evoluciona de manera progresiva influyendo ideol¨®gicamente a la derecha, compartiendo con ella cada vez m¨¢s valores (la puerta ha sido abierta de par en par por Sarkozy), y se convierte en un partido de una derecha populista ¡°respetable¡±, a imagen del partido neofascista de Fini en Italia y, por tanto, un aliado necesario y aceptable de la derecha cl¨¢sica. Esta es la evoluci¨®n m¨¢s probable, por la que trabaja Marine Le Pen. Situaci¨®n que, por otra parte, confirma la evoluci¨®n sociol¨®gica e ideol¨®gica hacia la derecha de la sociedad francesa. La paradoja es pues que la izquierda ha ganado las elecciones en un contexto de derechizaci¨®n de la sociedad francesa y europea. Y este resultado se debe en buena medida al rechazo a la persona de Sarkozy, que nunca ha entendido nada de la identidad profunda de esta sociedad.
La paradoja es que la izquierda ha ganado en un contexto de derechizaci¨®n
En la izquierda, el problema principal es el de la reconquista del electorado popular, que ya no est¨¢ encuadrado por el Partido Comunista y ha sido abandonado por el Partido Socialista, que quiere ser en primer lugar el partido de las clases medias. Este electorado se ha perdido en provecho del Frente Nacional desde mitad de los a?os 90. De ¨¦l depende la renovaci¨®n de la izquierda. Esta no tiene ni la ideolog¨ªa ni la estrategia capaz de hacerlo volver a su seno: ya no tiene capacidad ut¨®pica para ofrecer un futuro mejor al pueblo ni estrategia de terreno capaz de encuadrarlo, como hac¨ªa antes el Partido Comunista. De otra parte, no hay que olvidar que todo el ¨¦xito de anta?o del Partido Comunista estaba basado en su vocaci¨®n de ser un partido identitario, mientras que la izquierda de hoy aparece m¨¢s bien como una fuerza de poder electoral sin identidad bien afirmada. Es esencialmente liberal en el plano identitario, lo que no empuja al electorado popular a reconocerse en ella. En realidad, la ¨²nica v¨ªa que permitir¨ªa a la izquierda regresar a la centralidad entre esas clases es la v¨ªa republicana, que concilia de manera equilibrada a la vez derechos y deberes de los ciudadanos. Pero por mucho que lo quiera y comprenda, el Partido Socialista a¨²n est¨¢ lejos de tomar esta v¨ªa por su gran alejamiento del pueblo en nombre de la ideolog¨ªa democr¨¢tica liberal de estos ¨²ltimos 20 a?os. Las pr¨®ximas elecciones legislativas no ser¨¢n f¨¢ciles para la izquierda. Deber¨¢ volver a dar confianza al pueblo. Es un desaf¨ªo, porque, como ha subrayado el profesor Javier de Lucas en un reciente debate en la SER, la alegr¨ªa con que se ha acogido su victoria ha sido, a decir verdad, una alegr¨ªa ¡°contenida¡±.
Sami Nair es profesor de la Universidad Pablo de Olavide de Sevilla.
Traducci¨®n de M. Sampons
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