Construir y defender la Sanidad: Obama vs. Rajoy
Es parad¨®jico que mientras Obama intenta ofrecer cobertura sanitaria a todos los ciudadanos estadounidenses, en Espa?a asistamos a la deconstrucci¨®n del sistema nacional de salud
Confieso que la primera vez que le¨ª en Algo va mal de Tony Judt que la socialdemocracia debe hacer, sobre todo, una pol¨ªtica de defensa de las instituciones que ha contribuido a crear cre¨ª que era un objetivo escasamente ambicioso. No so?ar con un mundo mejor para defender las bondades del que tenemos me pareci¨® entonces una consigna pobre, desprovista de pasi¨®n y de ilusi¨®n. Y, por ello, escasamente capaz de movilizar a la ciudadan¨ªa en busca de un proyecto pol¨ªtico. Sin embargo, despu¨¦s de ver lo que est¨¢ sucediendo en nuestro pa¨ªs y en algunos otros de la zona euro y compararlo con la reciente experiencia norteamericana de construcci¨®n de un modelo universal de salud, empiezo a pensar que defender lo que conseguimos despu¨¦s de muchos a?os de esfuerzo pol¨ªtico e inversi¨®n p¨²blica puede llegar a ser una consigna casi revolucionaria.
En Estados Unidos no tienen una Constituci¨®n que diga, como dice la nuestra y otras tantas constituciones europeas que reconocen los derechos econ¨®micos y sociales, que todos los ciudadanos tienen derecho a la salud. Y, por eso, andan d¨¢ndole vueltas a si la reforma sanitaria que ha realizado Obama es o no constitucional. Como no se reconoce en lugar alguno de su Constituci¨®n que haya un derecho universal a acceder a la prestaci¨®n sanitaria, la Administraci¨®n de Obama ha creado una f¨®rmula para que todos los ciudadanos y ciudadanas americanas tengan acceso a servicios de salud, cosa que hoy no sucede, ya que cerca de 40 millones de personas en ese pa¨ªs no pueden acudir normalmente al m¨¦dico porque no tienen un seguro que les garantice esta prestaci¨®n. Esa f¨®rmula es el llamado ¡°mandato individual¡±, que obliga a todos los ciudadanos a tener un seguro con una compa?¨ªa privada que le pueda proporcionar la correspondiente cobertura m¨¦dica.
Es curioso ?verdad? En Espa?a hablando de c¨®mo recortar la sanidad y la Administraci¨®n de Obama intentando construir un sistema universal de salud, protegiendo as¨ª a esos 40 millones de ciudadanos que no tienen acceso a ella, con los ¡°mimbres¡± que le proporciona un modelo constitucional liberal, que no reconoce m¨¢s derechos que los civiles y pol¨ªticos. Por eso tienen que acudir al mercado y obligar a todos los ciudadanos a entrar y estar en ese mercado de seguros m¨¦dicos de las compa?¨ªas privadas para garantizar el derecho a la salud.
Desde luego el debate jur¨ªdico ante la Corte Suprema ha sido apasionante. Ha habido, para empezar, algo que me parece envidiable: todas las sesiones han sido p¨²blicas, con lo que se han podido conocer p¨²blicamente los argumentos de quienes apoyan y quienes est¨¢n en contra de la constitucionalidad del ¡°mandato individual¡±. Un ejercicio de transparencia judicial que ya quisi¨¦ramos nosotros para las sesiones de nuestro Tribunal Constitucional. En cualquier caso, y por volver a los argumentos jur¨ªdicos, va a ser ciertamente complicado para los nueve jueces de la Corte Suprema (cuatro progresistas y cinco conservadores) hacer compatible la obligaci¨®n de tener un seguro privado como medio de universalizar el derecho a la salud (que no es un derecho constitucional) con el valor absoluto que los norteamericanos dan a la libertad (que es la base de su Constituci¨®n).
No menos apasionante ha resultado el debate pol¨ªtico. En esto pasa, hay que reconocerlo, como en nuestro pa¨ªs. Cada que vez que gobiernos progresistas pretenden dar un paso adelante en la construcci¨®n de nuevos derechos para los ciudadanos, en este caso un derecho universal a la salud, los pol¨ªticos conservadores est¨¢n en contra y, una vez que pierden las votaciones en los parlamentos, llevan el conflicto, que es fundamentalmente un conflicto pol¨ªtico, ante los tribunales. En Espa?a esta ha sido una pr¨¢ctica tan habitual del Partido Popular en el pasado (matrimonio entre personas del mismo sexo, Ley de igualdad, Ley del aborto, ¡) que ha convertido a nuestro Tribunal Constitucional en una especie de tercera c¨¢mara legislativa donde obtener la mayor¨ªa de votos que no se tiene en el Congreso y en el Senado. Aqu¨ª ha pasado lo mismo. Los republicanos entienden que la reforma sanitaria de Obama es inconstitucional y, por eso, han recurrido ante la Corte Suprema, mientras que los dem¨®cratas defienden la constitucionalidad de la reforma y apelan una y otra vez a los cerca de 40 millones de personas que no tienen garantizado en Estados Unidos el derecho a la salud, entre ellos, 19 millones de mujeres que est¨¢n completamente fuera del sistema sanitario.
Hay que decir, si hablamos de pol¨ªtica, que esta reforma es, ante todo, una pol¨ªtica para las clases medias. En Estados Unidos, los muy ricos se compran los mejores servicios de salud en el mercado y los muy pobres o los mayores tienen garantizado el acceso a las prestaciones sanitarias a trav¨¦s de programas p¨²blicos (Medicare y Medicaid). Es, por tanto, la clase media la que puede tener m¨¢s problemas de acceso a la sanidad porque su nivel de rentas no le permita asumir con una cierta comodidad econ¨®mica el coste de un seguro m¨¦dico, que no es, por cierto, nada barato (hay que pensar que, a pesar de que no tienen un sistema universal y p¨²blico de acceso a la salud, los norteamericanos se gastan cerca del 18% de su PIB en sanidad).
Pues bien, es parad¨®jico que, mientras todo esto sucede en Estados Unidos, en Espa?a estemos asistiendo pr¨¢cticamente callados a un debate en torno a nuestra sanidad o, mejor dicho, a c¨®mo el Gobierno del Partido Popular pretende ir desmontando las piezas b¨¢sicas de nuestro sistema sanitario. Es verdad que vivimos una crisis econ¨®mica sin precedentes, pero tambi¨¦n Estados Unidos est¨¢ en crisis. Es m¨¢s, la reforma sanitaria de Obama se aprob¨® en los momentos m¨¢s duros de ella. Porque la salud no es un problema de dinero, es un problema de opci¨®n pol¨ªtica. De saber cu¨¢les son los logros sociales que hay que preservar a pesar de las graves dificultades econ¨®micas. Y es claro que la sanidad que hoy tenemos es uno de esos logros.
Nosotros no necesitamos, como los norteamericanos, inventar nada. Nuestra Constituci¨®n reconoce el derecho a la protecci¨®n de la salud de todos los ciudadanos, y, entre todos, hemos ido construyendo un sistema sanitario p¨²blico, universal y de gran calidad, que no deja fuera a nadie pero que protege especialmente a las clases medias. Nos ha costado mucho llegar hasta aqu¨ª, claro que s¨ª, mucho dinero y mucho esfuerzo, pero hoy en Espa?a nadie tiene que hacer cuentas ni consultar su saldo en el banco antes de ponerse enfermo, porque sabe que, si eso le pasa, nadie le pedir¨¢ un cheque para hacerle una radiograf¨ªa u operarle de c¨¢ncer. Es esta tranquilidad, que nadie nos ha regalado, sino que hemos ido ganando a base de voluntad pol¨ªtica y esfuerzo financiero, la que est¨¢ en este momento en juego.
As¨ª que, al final, Tony Judt ten¨ªa raz¨®n. Con los tiempos que corren, donde la crisis econ¨®mica sirve de pretexto para casi todo, defender la sanidad p¨²blica, universal y de calidad que tenemos, proclamando alto y claro que este logro social no se lo puede llevar la crisis y que, si el Partido Popular intenta acabar con ¨¦l, nos tendr¨¢ enfrente, es un acto pol¨ªtico valiente y muy progresista.
Mari Luz Rodr¨ªguez, exsecretaria de Estado de Empleo, es profesora de la Universidad de Castilla-La Mancha.
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