?A qui¨¦n le importa Men¨¦ndez Pelayo?
Se cumple el centenario del autor de la ¡®Historia de los heterodoxos espa?oles¡¯, aplastado por una hagiograf¨ªa tan exagerada que lo lleg¨® a proclamar como un enviado de Dios y el santo laico de la Falange
Casi en el olvido, en medio de un silencio clamoroso en comparaci¨®n con las exaltaciones m¨ªticas, incluso m¨ªsticas, del pasado, llega el centenario de la muerte de Marcelino Men¨¦ndez y Pelayo (Santander, 3/11/1856 ¨C19/5/1912). ?A qui¨¦n le importa? Aplastado por una pedrea de retru¨¦canos, ensalzado hasta la nausea por fieles poco escrupulosos con la verdad, pasmosamente ignorado por sus afines, el autor de la Historia de los heterodoxos espa?oles importa ahora, sobre todo, para celebrar el entierro de una Espa?a que lo tuvo por santo y se?a: cat¨®lica a machamartillo, intolerante, fan¨¢tica, inquisitorial. Ya s¨¦, ya s¨¦. Hay otro Men¨¦ndez Pelayo, digno de tener en cuenta, enormemente valioso a¨²n hoy. De vez en cuando retomo algunos de sus escritos ¡ªhay donde escoger: la ¨²nica edici¨®n ¨ªntegra que se ha hecho de su obra ocupa 30.000 p¨¢ginas¡ª, para gozar de un estilo vigoroso, moderno, y para conocer mejor a los heterodoxos, m¨¢s atractivos que los eclesi¨¢sticos de reba?o. A veces duelen la s¨¢tira y la iron¨ªa con que trata a sus herejes, casi siempre sin misericordia, pero es mejor eso que las cargantes refutaciones de otros intelectuales no menos encumbrados. Juan Goytisolo pone dos ejemplos en el libro El furg¨®n de cola, editado en 1967 en Par¨ªs por Ruedo Ib¨¦rico a causa de una censura que agradaba al llamado pol¨ªgrafo santanderino por motivos religiosos. Lo que maravill¨® a Goytisolo fue la salad¨ªsima descripci¨®n del viaje de Borrow por Espa?a vendiendo biblias protestantes, y las reflexiones del cr¨ªtico sobre una oda de Men¨¦ndez Vald¨¦s donde el poeta ¡ªliteratura de secarral¡ª se imagina convertido en palomo, y a su amada en paloma ¡°cubriendo a la par los albos huevos¡±.
Todo est¨¢ muy bien, hasta que uno repara en las consecuencias. Borrow, famoso como Jorgito el ingl¨¦s, permaneci¨® en la c¨¢rcel apenas una semana ¡ªel rey de Inglaterra suspendi¨® un viaje a Espa?a con tal motivo: era correligionario del perseguido¡ª, pero la sa?a contra los protestantes no ces¨®, con persecuciones que a veces acabaron en el pelot¨®n de fusilamiento. Lo m¨¢s doloroso es el fr¨ªvolo desparpajo con que Men¨¦ndez Pelayo se despach¨® contra casi todos: ¡°El protestantismo no es en Espa?a m¨¢s que la religi¨®n de los curas que se casan, as¨ª como el islamismo es la religi¨®n de nuestros escapados de presidio en ?frica¡±. Vaya por Dios.
El fogoso pescador de herejes escandaliz¨® con su defensa de la Espa?a de Trento y la Inquisici¨®n
En Cantabria hay organizados algunos eventos para celebrar este centenario, todo muy comedido. El menendezpelayismo est¨¢ en retirada. La existencia en Santander de una Universidad Internacional de Verano, fundada por la Rep¨²blica en 1932 con ese nombre, y rebautizada por la dictadura franquista y nacionalcat¨®lica para honrar a Men¨¦ndez Pelayo (UIMP), no parece que vaya a compensar el silencio. Nunca se ha emocionado el santanderino con su UIMP. Se cur¨® de espantos menendezpelayistas cuando los obispos y Franco unieron empe?os para elevar a los altares al afamado pol¨ªgrafo. El primer empuje consisti¨® en entronizar sus restos en la catedral de Santander, a donde llegaron desde el cementerio municipal con el dictador y los purpurados bajo palio. Ocurri¨® el 3 de noviembre de 1956 y la prensa jale¨® el acontecimiento con encuestas entre los que hab¨ªan conocido al previsible santo. Todo se fue al traste cuando un reportero llev¨® a su director la respuesta de una se?ora a la que hab¨ªa acudido por tener el m¨¦rito de ser la m¨¢s vieja del lugar. Preguntada por c¨®mo recordaba a don Marcelino, la se?oruca, dura de o¨ªdo pero ligera de memoria, contest¨® mientras se sujetaba el mo?o: ¡°?Marcelinuco, dice usted? ?Ah, s¨ª! ?Qu¨¦ bueno era en la cama!¡±. Ah¨ª se torci¨® la buena voluntad del abogado del diablo.
Pero estas son an¨¦cdotas en la vida de un erudito que escribi¨® en el ep¨ªlogo de los Heterodoxos sobre la Espa?a ¡°evangelizadora de la mitad del orbe, martillo de herejes, luz de Trento, espada de Roma y cuna de san Ignacio¡± (lo que ten¨ªa por nuestra grandeza, ¡°no tenemos otra¡±). Para los asuntos de tejas abajo, que cultiv¨® con apasionamiento pese a aparentar lo contrario, tuvo como maestro al m¨¢s ilustrado y malicioso de los espa?oles de su ¨¦poca, Juan Valera, que le escrib¨ªa cartas sobre el modo de conducirse en sociedad con las se?oras (cartas destruidas, naturalmente, por los hagi¨®grafos) e intent¨® en vano apaciguarle al cazador de heterodoxos su reaccionarismo neocat¨®lico.
El historiador Antonio Santove?a acaba de publicar una breve biograf¨ªa de Men¨¦ndez Pelayo, lujosamente editada por Valnera con portada y pinturas de Jos¨¦ Ram¨®n S¨¢nchez. La titula El ¨²ltimo sabio. Es un compendio del estado en que se encuentra el menendezpelayismo, con un centenar de textos del pensador, m¨¢s cien opiniones de escritores o pol¨ªticos. Culmina as¨ª un trabajo de d¨¦cadas sobre el pol¨ªgrafo, con varias publicaciones sobre su influencia, como Men¨¦ndez Pelayo y las derechas en Espa?a. Pese al t¨ªtulo ¡ªel ¨²ltimo sabio es mucho decir¡ª, Santove?a coincide con historiadores de mente abierta (Araquistain, Abell¨¢n, Ram¨®n Viadero¡) en que, al final de muchas rectificaciones y excusas, Men¨¦ndez Pelayo fue consciente de un doble fracaso: no logr¨® regenerar Espa?a contra los regeneracionistas y no era comprendido por sus coet¨¢neos porque para los cat¨®licos era demasiado liberal, y para los liberales, demasiado cat¨®lico.
El pol¨ªgrafo santanderino es muy grande en obras de historia y cr¨ªtica de la literatura espa?ola
El fogoso pol¨ªgrafo hab¨ªa dado motivos para el esc¨¢ndalo desde muy joven, cuando empezaron a correr leyendas sobre sus portentosas (supuestas) habilidades: que si le¨ªa dos p¨¢ginas al mismo tiempo, una con cada ojo; que recitaba de corrido la Iliada en griego y que no hab¨ªa biblioteca importante en Europa donde no hubiera husmeado en busca de heterodoxos espa?oles. Su desgracia fue que el recuento de los herejes aplast¨® sus obras mayores, la Historia de las ideas est¨¦ticas en Espa?a, Or¨ªgenes de la novela o Estudios de cr¨ªtica literaria. Pese a olvidado, aqu¨ª s¨ª que es grande Men¨¦ndez Pelayo, aunque a veces se dej¨® perder por presiones de sus jaleadores ultracat¨®licos. Un ejemplo: empe?ado en traducir todo Shakespeare al espa?ol, suprimi¨® di¨¢logos enteros ¡°pudoris causa¡±, para librar al espa?olito de a pie de ¡°aberraciones contra el buen gusto en que a veces incurr¨ªa el gran poeta¡±.
Entre las piezas que han arrinconado a Men¨¦ndez Pelayo, quiz¨¢s para siempre, en el desv¨¢n de lo que hay que pasar por alto, recordemos el famoso Brindis del Retiro, que pronunci¨® en uno de los actos del centenario de Calder¨®n, en 1881. Algunos oradores hab¨ªan mantenido tesis que le disgustaron, as¨ª que, sin que nadie lo esperase, se alz¨® con un discurso feroz en defensa de la fe romana (¡°la Iglesia, el partido de Dios en la Tierra¡±) y hasta de la Inquisici¨®n. Tampoco es manca su incre¨ªble teor¨ªa sobre el valor cristiano de la intolerancia: ¡°Ley forzosa del entendimiento humano en estado de salud es la intolerancia. La tolerancia es virtud f¨¢cil. Es la enfermedad de ¨¦pocas de escepticismo o de fe nula. Tal mansedumbre no depende sino de una debilidad o eunuquismo del entendimiento¡±. A este clericalismo basto achaca Baroja el ¡°car¨¢cter infecundo, mular¡± de la erudici¨®n espa?ola.
Volvamos al ardoroso Men¨¦ndez Pelayo que recorre Europa, pagado por el Estado, para catar herejes. Sorprende su simpleza en asociar sexo con herej¨ªa (los protestantes ¡°ahorcan sus h¨¢bitos por las mujeres¡±), pero, sobre todo, su ca¨ªda en el odium theologicum, el odio teol¨®gico, la fea costumbre de combatir ideas da?ando el honor y la vida privada y moral de quien las propaga. Tiene adem¨¢s desprecio por la mujer, la imbecillitas sexus, la menor capacidad intelectual de las mujeres. Aparece en este comentario sobre lo peligroso que es leer la Biblia en espa?ol: ¡°Puestas las Sagradas Escrituras en romance, sin nota ni aclaraci¨®n, entregadas a la interpretaci¨®n de mujeres y ni?os, son como espadas en manos de un furioso¡¡±. Men¨¦ndez Pelayo, ¨¦l mismo un golfo con las mujeres, sobre todo de pago, se pone del lado de san Agust¨ªn, otro obseso. En esto, la jerarqu¨ªa del catolicismo romano no ha retrocedido ni un me?ique.
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