Villareal
Se acabaron los sue?os. Ahora en segunda divisi¨®n el pueblo de Villarreal va a desaparecer de las pantallas de televisi¨®n durante un tiempo indefinido
El destino aciago hab¨ªa dado de antemano se?ales de lo que le iba a pasar al equipo del Villarreal. Despu¨¦s de haberse revelado durante a?os como un club ejemplar en su gesti¨®n, impulsor del f¨²tbol base, con el gen de la victoria inscrito en su moral, inexplicablemente en esta ¨²ltima temporada comenz¨® a desfondarse hasta caer el abismo de la segunda divisi¨®n. Demasiados partidos perdidos en el descuento, demasiados fallos en la boca de gol, demasiados tiros al larguero, demasiados errores, demasiadas lesiones. La adversidad hab¨ªa adquirido una inercia, que ya presagiaba esta irremediable condena. La maldici¨®n se remat¨® con una carambola sarc¨¢stica en el ¨²ltimo minuto del campeonato: a un gol del Atl¨¦tico de Madrid, marcado en la agon¨ªa del final, le sigui¨® otro simult¨¢neo marcado en fuera de juego por el Rayo, su adversario directo. Se acabaron los sue?os. Ahora en segunda divisi¨®n el pueblo de Villarreal va a desaparecer de las pantallas de televisi¨®n durante un tiempo indefinido. Hasta aqu¨ª la cr¨®nica deportiva. El resto es melancol¨ªa. Llevo asociado al pueblo de Villarreal las primeras sensaciones de mi infancia al terminar la guerra, las primeras placas de la memoria: canciones en una radio de capillita, soldados repartiendo cazos humeantes de lentejas, sor Genoveva en la escuela de p¨¢rvulos, los juegos de verano en las acequias, el olor a salaz¨®n en la despensa. Entonces el equipo del Villarreal no exist¨ªa. Mis h¨¦roes fueron poco despu¨¦s los futbolistas del Valencia. Eizaguirre, ?lvaro, Juan Ram¨®n, Bertol¨ª, Iturraspe, Lel¨¦, Epi, Igoa, Mundo, Asensi y Gorostiza, una retah¨ªla que repet¨ªa de memoria como la tabla de multiplicar, grabada en el cerebro de las emociones. El equipo del Villarreal emergi¨® al final de los a?os noventa, casi desde el anonimato, creado sobre plano y su ¨¦xito fue asimilado al desarrollo industrial de esa comarca de Castell¨®n, al negocio espectacular de la construcci¨®n, a la burbuja financiera que ofuscaba la corrupci¨®n pol¨ªtica pestilente, que hab¨ªa debajo. Pero el equipo del Villarreal no merece ser el s¨ªmbolo ni la met¨¢fora de una codicia brutal que ha terminado por romper el saco. Mientras los corruptos se devoran entre ellos, solo habr¨¢ que esperar un a?o para que el Villarreal vuelva a los d¨ªas de gloria.
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