Contra el fatalismo

El presidente del Gobierno, Mariano Rajoy, declar¨® recientemente que Espa?a hab¨ªa hecho cuanto estaba en su mano para enfrentar la crisis econ¨®mica, y que ahora era el turno de Europa. Lo es, sin duda, como tambi¨¦n de las fuerzas pol¨ªticas espa?olas, obligadas a transmitir un inequ¨ªvoco mensaje de consenso para combatir el fatalismo provocado por la peor coyuntura econ¨®mica de las ¨²ltimas d¨¦cadas. El mensaje de consenso debe dirigirse a los ciudadanos espa?oles, invit¨¢ndoles a abandonar el miedo en favor de la determinaci¨®n que exigen las situaciones cr¨ªticas, y tambi¨¦n a las instituciones y los socios europeos. Gran parte de la crisis espa?ola procede de la desconfianza de las instituciones europeas y de los mercados hacia la solvencia de la deuda espa?ola y su sistema financiero. Estas razones fundamentan la necesidad de un pacto pol¨ªtico entre el Gobierno y el primer partido de la oposici¨®n, con el fin de que los representantes de los ciudadanos defiendan con una sola voz los criterios b¨¢sicos del ajuste econ¨®mico y para repartir los costes pol¨ªticos de la crisis.

El compromiso de la reducci¨®n del d¨¦ficit, estatal y auton¨®mico, deber¨ªa formar parte principal de ese acuerdo entre las fuerzas pol¨ªticas espa?olas, en el que las dos mayoritarias son indispensables pero del que no deber¨ªa autoexcluirse ninguna. La reducci¨®n del d¨¦ficit es la ¨²nica respuesta de la que Espa?a dispone como pa¨ªs para hacer frente a un problema de financiaci¨®n cuyas urgencias se miden por d¨ªas o semanas. Es obligado que el pacto comprometa a los partidos a defender la disciplina fiscal, es decir, los objetivos de estabilidad fijados para las autonom¨ªas, sin excusas ni reticencias. Cada uno de los firmantes debe pagar el coste en apoyo ciudadano que se derive de dicho pacto.

El acuerdo no estar¨ªa completo si no se extendiera a la necesidad de rescatar el sistema financiero con recursos p¨²blicos, si es necesario. La aportaci¨®n de dinero p¨²blico es el procedimiento m¨¢s eficaz para recuperar la solvencia de un banco, siempre y cuando el Estado tenga la opci¨®n de recuperarlo despu¨¦s. La quiebra de una entidad como Bankia pondr¨ªa en peligro no solo el sistema financiero, cuestionado por Europa, sino que amenazar¨ªa cualquier opci¨®n de crecimiento econ¨®mico a medio plazo.

Este pacto pol¨ªtico parece hoy muy lejano. Juegan en contra factores como las actitudes despectivas del Gobierno hacia el PSOE, los problemas del Gobierno con los Gobiernos aut¨®nomos de Madrid o Valencia y el absurdo empecinamiento del PP en negarse a una investigaci¨®n de la crisis de Bankia. Porque, para que un pacto pol¨ªtico de esta importancia surta efecto resulta imperativo determinar de una vez cu¨¢l es el alcance real del d¨¦ficit aut¨®nomico (algo que el Gobierno no ha podido cerrar hasta el momento) y explicar a los ciudadanos c¨®mo se ha llegado al desastre de Bankia. Porque la ruina de la entidad madrile?a no es culpa de terremotos o imponderables; tiene culpables y responsables.