Diez razones para creer en Europa
Aunque para la UE nunca antes la situaci¨®n fue tan grave, la crisis griega puede obligar a que Europa avance hacia una mayor integraci¨®n, con o sin Grecia. Hay muchos motivos para confiar y, adem¨¢s, no hay alternativa
Muchos creen en la actualidad que el euro no sobrevivir¨¢ al impacto de una clase pol¨ªtica que ha fracasado en Grecia o frente a los crecientes niveles de desempleo en Espa?a: solo hay que esperar unos meses m¨¢s, dicen, el colapso inexorable de la Uni¨®n Europea ha comenzado.
A menudo, se comprueba que las profec¨ªas sombr¨ªas son incorrectas, pero tambi¨¦n pueden convertirse en profec¨ªas que se cumplen. Seamos sinceros: hoy en d¨ªa, en un mundo donde en los medios de comunicaci¨®n ¡°una noticia que es buena, no es noticia¡±, jugar a ser la profetisa griega Cassandra no solo es tentador, sino que en realidad parece estar m¨¢s justificado que nunca. Para la UE, nunca antes la situaci¨®n fue tan grave.
En este momento cr¨ªtico es esencial volver a inyectar esperanza y, sobre todo, sentido com¨²n en la ecuaci¨®n. Por estas razones, aqu¨ª presento diez buenas razones para creer en Europa. Son diez argumentos racionales para convencer, tanto a los analistas m¨¢s pesimistas como a los inversores m¨¢s preocupados, de que es muy prematuro enterrar, sin m¨¢s ni m¨¢s, al euro y a la UE.
La primera raz¨®n para tener esperanza es que el arte de gobernar de los estadistas est¨¢ regresando a Europa, aunque sea en dosis homeop¨¢ticas. Es demasiado pronto para predecir el impacto que tendr¨¢ la elecci¨®n de Fran?ois Hollande como presidente de Francia. Pero en Italia Mario Monti ya est¨¢ marcando la diferencia.
La democracia sigue siendo un muro de estabilidad frente a incertidumbres tanto econ¨®micas como de otra ¨ªndole
Por supuesto, nadie eligi¨® a Monti, y su posici¨®n es fr¨¢gil y controvertida, pero existe una relaci¨®n positiva, casi consensual, que le ha permitido poner en marcha las muy atrasadas reformas estructurales. Es demasiado pronto para decir cu¨¢nto tiempo durar¨¢ este consenso, y qu¨¦ cambios traer¨¢ consigo. No obstante, Italia, un pa¨ªs que bajo el mandato arrogante de Silvio Berlusconi fue una fuente de desesperanza, se ha convertido en una fuente de verdadero, aunque fr¨¢gil, optimismo.
Una segunda raz¨®n para creer en Europa es que junto al arte de gobernar de los estadistas viene el progreso en el ¨¢mbito de la gesti¨®n p¨²blica. Ambos, Monti y Hollande, han nombrado a mujeres en posiciones ministeriales clave. Debido a que fueron marginadas por tanto tiempo, las mujeres traen consigo un apetito de ¨¦xito que beneficiar¨¢ a Europa.
El multiculturalismo es m¨¢s una fuente de fortaleza que de debilidad
En tercer lugar, la opini¨®n p¨²blica europea, por fin, ha comprendido plenamente la gravedad de la crisis. Nada puede estar m¨¢s alejado de la verdad que la afirmaci¨®n de que Europa y los europeos, con la posible excepci¨®n de los griegos, se encuentran en una posici¨®n de negaci¨®n de la realidad. Sin la lucidez que nace de la desesperanza, Monti nunca hubiese llegado al poder en Italia.
Tampoco en Francia los ciudadanos se hacen ilusiones. Su voto a favor de Hollande fue un voto en contra de Sarkozy, no en contra de la austeridad. Ellos est¨¢n convencidos, seg¨²n muestran las recientes encuestas de opini¨®n p¨²blica, de que su nuevo presidente no podr¨¢ a mantener algunas de sus ¡°promesas insostenibles¡±, y parece que lo aceptan como algo inevitable.
La cuarta raz¨®n para tener esperanza est¨¢ vinculada a la creatividad europea. Europa no est¨¢ condenada a ser un museo de su propio pasado. El turismo es importante, por supuesto, y desde ese punto de vista, la diversidad de Europa es una fuente de atracci¨®n ¨²nica. Sin embargo, dicha diversidad es tambi¨¦n una fuente de capacidad de invenci¨®n. Al considerar los productos europeos, desde los autom¨®viles alemanes hasta los productos de lujo franceses, se puede afirmar que no se debe subestimar la competitividad industrial europea.
Se lograr¨¢ un cambio radical cuando Europa conf¨ªe verdaderamente en s¨ª misma, como hace Alemania, y combine planes estrat¨¦gicos de largo plazo con inversiones en Investigaci¨®n y Desarrollo bien asignadas. En ciertos ¨¢mbitos clave, Europa posee una tradici¨®n de excelencia mundialmente reconocida que est¨¢ vinculada a una cultura de calidad muy arraigada.
La quinta fuente de optimismo es algo parad¨®jica. Los excesos nacionalistas tuvieron la tendencia de llevar a Europa a guerras catastr¨®ficas. Pero en la actualidad, el retorno del sentimiento nacionalista dentro de Europa crea un sentimiento de emulaci¨®n y competencia, que es el mismo sentimiento que en el pasado result¨® ser decisivo para el ascenso de Asia. Coreanos, taiwaneses y chinos quer¨ªan lograr la misma prosperidad que hab¨ªa alcanzado Jap¨®n. De igual manera, pronto llegar¨¢ el momento en el que los franceses quieran prosperar tanto como Alemania.
La sexta raz¨®n est¨¢ vinculada a la propia naturaleza del sistema pol¨ªtico de Europa. Se ha confirmado, a lo largo y ancho del continente, la veracidad del famoso adagio de Churchill que dice que la democracia es el peor de todos los sistemas pol¨ªticos, con excepci¨®n de todos los dem¨¢s? sistemas pol¨ªticos. M¨¢s del 80% de los ciudadanos franceses votaron en la elecci¨®n presidencial. Al mirar en sus televisores la solemne, digna, pac¨ªfica y transparente transmisi¨®n de poderes del presidente derrotado al presidente elegido, los franceses deben sentirse orgullosos de s¨ª mismos y del privilegio de vivir en un Estado democr¨¢tico. Los europeos pueden mostrarse confundidos, ineficientes y lentos en cuanto a la toma de decisiones; sin embargo, la democracia sigue siendo un muro de estabilidad frente a incertidumbres tanto econ¨®micas como de otra ¨ªndole.
La s¨¦ptima raz¨®n para creer en Europa est¨¢ vinculada a la universalidad de su mensaje y de sus idiomas. Pocas personas sue?an con convertirse en ciudadanos chinos, o con aprender los distintos idiomas que se hablan en China, aparte del chino mandar¨ªn. Por el contrario, el ingl¨¦s, el espa?ol, el franc¨¦s, y de manera ascendente el alem¨¢n, ahora trascienden las fronteras nacionales.
M¨¢s all¨¢ de la universalidad, est¨¢ el octavo factor que apoya la supervivencia de la UE: el multiculturalismo. El multiculturalismo es un modelo controvertido; sin embargo, es m¨¢s una fuente de fortaleza que de debilidad. La fusi¨®n de culturas en el continente enriquece, no empobrece, a sus habitantes.
La novena raz¨®n de esperanza proviene de los nuevos y de los futuros miembros de la UE. Polonia, un pa¨ªs que pertenece a la Nueva Europa est¨¢ devolviendo lo recibido a la UE, con la legitimidad que capt¨® de Europa durante su transici¨®n post-comunista. Y el ingreso de Croacia, seguido por los de Montenegro y un pu?ado de pa¨ªses balc¨¢nicos, podr¨ªa compensar la salida de Grecia (si se llegara a tal extremo en el caso de los griegos).
Por ¨²ltimo, lo m¨¢s importante: Europa y el mundo no tienen una mejor alternativa. La crisis griega puede obligar a que Europa avance en direcci¨®n a una mayor integraci¨®n, ya sea con o sin Grecia. El fil¨®sofo alem¨¢n J¨¹rgen Habermas habla de la ¡°realidad transformadora¡±, que es una frase de construcci¨®n compleja que describe una realidad muy simple: si nos dividirnos, sucumbimos; y si nos unimos, siguiendo nuestra propia y compleja manera de unirnos, podemos esforzarnos para lograr la ¡°grandeza¡±, en el mejor sentido de la palabra.
Los inversores, por supuesto, ven la manera de cubrir los riesgos que presentan sus inversiones. Despu¨¦s de sus incursiones con ¨¦xito en pa¨ªses emergentes no democr¨¢ticos, cuya fragilidad comienza a ser motivo de temor, algunos de estos inversores, por prudencia, empiezan a redescubrir Europa. Se puede decir, muy probablemente, que dichos inversores son los que act¨²an con mayor sabidur¨ªa.
Dominique Moisi es el fundador del Instituto Franc¨¦s para las Relaciones Internacionales (IFRI) y catedr¨¢tico en el Instituto de Estudios Pol¨ªticos, Par¨ªs. Es autor de Geopolitics of Emotion: (La geopol¨ªtica de las emociones).
??Project Syndicate, 2012. www.project-syndicate.org
Traducido del ingl¨¦s por Roc¨ªo L. Barrientos.
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