?Llegaremos a tiempo?
Recuperar la actividad del aparato productivo es la condici¨®n para solucionar la crisis financiera
Espa?a se encuentra en un momento determinante. Las malas noticias econ¨®micas y financieras de las ¨²ltimas semanas, de los ¨²ltimos d¨ªas, de las ¨²ltimas horas, nos sit¨²an en una encrucijada donde cualquier elecci¨®n es dif¨ªcil.
La ciudadan¨ªa y la opini¨®n p¨²blica buscan a los economistas y encuentran economistas que vaticinan terribles consecuencias en un vano intento de engrandecer su val¨ªa haciendo predicciones m¨¢s grandes que ellos mismos. Incansablemente nos repiten que los niveles de bienestar alcanzados no son sostenibles y que es necesario que recibamos menos prestaciones sociales, peor educaci¨®n, peor salario, peor atenci¨®n sanitaria. La austeridad forzada tiene un nombre: se llama pobreza. Alegan que, para ser competitivos, tenemos que ser m¨¢s austeros, esto es, m¨¢s pobres. Y proponen reformas que se concretan en reflotar la banca privada con fondos p¨²blicos, rebajar m¨¢s si cabe la progresividad de nuestro sistema fiscal, reducir pensiones y prestaciones por desempleo, y privatizar ?qu¨¦ rid¨ªculo! lo poco que queda del sector p¨²blico empresarial cuando realmente lo que pretenden es privatizar la sanidad, la ense?anza y las pensiones. Y presentan sus reformas como la ¨²nica salida a la crisis. Mientras, la ciudadan¨ªa va perdiendo confianza en lo que la ciencia econ¨®mica puede ofrecer si es eso solo lo que ofrece.
No todos los economistas pensamos as¨ª. Frente a la devaluaci¨®n interna, hay economistas que pensamos que es posible salir de la crisis con m¨¢s Europa. Que un pacto social por el crecimiento y las reformas dar¨¢ mejores resultados que los recortes que se nos imponen. Que Espa?a cuenta, todav¨ªa hoy, con sectores industriales punteros que hay que promover e internacionalizar. Que la inversi¨®n en I+D+i es nuestro pasaporte hacia la econom¨ªa del conocimiento. Que los fondos estructurales y el Banco Europeo de Inversiones pueden movilizar recursos en sectores productivos clave. Que las reformas fiscales deben ser progresivas para proteger a los m¨¢s d¨¦biles. Que el Banco Central Europeo debe asumir un papel de prestamista de ¨²ltimo recurso. Que la racionalizaci¨®n no est¨¢ re?ida con la prestaci¨®n de servicios p¨²blicos de calidad. En definitiva, que la austeridad, esa pobreza inducida, es mera ideolog¨ªa elevada a la categor¨ªa de ciencia.
Es posible salir de la crisis reforzando los v¨ªnculos solidarios de nuestra sociedad
?Cu¨¢l es el problema de fondo en la actual crisis econ¨®mica? ?Es un exceso de endeudamiento p¨²blico? No. Nuestra deuda est¨¢ por debajo de la de Alemania, de la de Francia, de la media europea y es la mitad de la Inglesa o la de los Estados Unidos. ?Es la crisis bancaria? Ha sido rescatada y la prima de riesgo sigue subiendo. ?Es el contagio de Grecia? Han ganado los candidatos de Merkel y la prima de riesgo se dispara. El problema de fondo es la recesi¨®n, la subutilizaci¨®n del aparato productivo existente por falta de demanda efectiva. Contamos con instalaciones, tecnolog¨ªa, empresarios y trabajadores formados, y contamos con infraestructuras. Tambi¨¦n hay necesidades insatisfechas que son demanda potencial. Sin embargo, las empresas cierran o est¨¢n infrautilizadas, los empresarios no invierten, los consumidores no consumen, los bancos no prestan y la pol¨ªtica econ¨®mica no asume su responsabilidad en la movilizaci¨®n de los recursos productivos.
Este es el problema de fondo que, como toda enfermedad, se manifiesta por s¨ªntomas que no deben ser confundidos con la enfermedad misma. Uno de estos s¨ªntomas es la crisis bancaria que contamina nuestro d¨¦ficit p¨²blico. El an¨¢lisis de las cifras evidencia que su causa fundamental es la ca¨ªda de la actividad econ¨®mica. Los ingresos p¨²blicos dependen de la evoluci¨®n del PIB y su ca¨ªda provoca, consecuentemente, ca¨ªda de los ingresos. Adicionalmente, la disminuci¨®n de la actividad conlleva un aumento de los gastos p¨²blicos, particularmente de las prestaciones sociales y del servicio de la deuda p¨²blica. El empobrecimiento del pa¨ªs aumenta el riesgo de impagos y , por tanto, las primas sobre los intereses normales de mercado. Es la recesi¨®n, agudizada por los recortes, que aumenta la insolvencia de la banca, de las empresas, de las familias y del Estado frente a nuestros acreedores. No podemos seguir ignorando que el negocio de la banca es prestar para dar fluidez a los negocios. Las provisiones por la devaluaci¨®n de sus activos y las que tendr¨¢n que ser a?adidas por imperativo de la reforma financiera no ser¨¢n nunca suficientes si la crisis sigue deteriorando sus balances.
?Se est¨¢ acertando en el diagnostico de la crisis? Insistir en la necesidad de reducir aceleradamente el gasto p¨²blico no soluciona sino que agrava el problema. No colabora a una mayor utilizaci¨®n del aparato productivo, al contrario, a?ade al descenso de la demanda privada menor demanda p¨²blica.
No puede sorprendernos el desplome del valor de los activos bancarios y de las cifras de ingresos p¨²blicos durante los primeros meses del presente a?o. Al parecer se ignora el papel de las expectativas en las decisiones econ¨®micas. El simple anuncio de un recorte dr¨¢stico de la inversi¨®n p¨²blica supone que miles de empresarios encarguen al jefe de personal la preparaci¨®n de un ERE e, incluso, el cierre de la empresa.
La austeridad, esa pobreza inducida, es mera ideolog¨ªa elevada a la categor¨ªa de ciencia
Volvemos al problema de fondo y a los s¨ªntomas: la recuperaci¨®n de la actividad del aparato productivo es la condici¨®n para solucionar la crisis financiera de manera sostenible. La pol¨ªtica econ¨®mica debe centrarse en el reto de movilizar los recursos productivos porque su verdadero objetivo es combatir el paro y la pobreza. Y a la luz de este objetivo, determinadas propuestas se revelan absurdas. Reducir las pensiones, por ejemplo, insinuando que son los pensionistas los responsables de la crisis, no s¨®lo es un atentado contra la justicia, es, tambi¨¦n, un error. El gasto de los pensionistas constituye una demanda permanente con efectos antic¨ªclicos que propicia la supervivencia de multitud de sectores. Reducir pensiones es llevar al paro al camarero del bar de la esquina, al del puesto de peri¨®dicos y al dependiente de la tienda de ultramarinos.
El tiempo se acaba, efectivamente. Porque insistir en una pol¨ªtica que agrava la depresi¨®n de la demanda efectiva acabar¨¢ destruyendo el tejido industrial y la cohesi¨®n social, hipotecando por a?os las posibilidades de recuperaci¨®n econ¨®mica.
Tras los cantos de sirena que provienen de algunos economistas con brillantes curr¨ªculos acad¨¦micos, no hay ni ciencia ni progreso. S¨®lo escol¨¢stica, modelos sociales y econ¨®micos que esconden una silente ideolog¨ªa que, pacientemente, ha ido seleccionando a sus portavoces en las ¡°mejores universidades americanas y en las m¨¢s acreditadas escuelas de negocios privadas¡±. Nuestros pol¨ªticos tendr¨¢n, como Ulises, que atarse al m¨¢stil para llegar a buen puerto. De otra manera la crisis se prolongar¨¢ y, con ella, el sufrimiento y la incertidumbre. Sin alternativas a la pol¨ªtica que nos ha tra¨ªdo hasta aqu¨ª proliferar¨¢ el desapego en las instituciones, proliferar¨¢ el fascismo. Sin embargo, las alternativas est¨¢n sobre la mesa.
El tiempo se acaba. ?Llegaremos a tiempo?
Juan Ignacio Bartolom¨¦; Jorge Fabra Utray y Jos¨¦ Mois¨¦s Mart¨ªn Carretero son economistas y miembros de Ecomistas Frente a la Crisis.www.economistasfrentealacrisis.com
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