Munar, la met¨¢fora
La imagen de esta poderosa mujer sentada en el banquillo es como la de una Espa?a que hay que superar lo m¨¢s pronto posible
Quienes conocieron a Maria Ant¨°nia Munar en sus tiempos de esplendor pol¨ªtico, cuando era presidenta del Consell de Mallorca, consejera de Cultura o presidenta del Parlamento balear, tienen problemas para reconocerla en la mujer p¨¢lida y de aspecto apocado que durante varios d¨ªas se ha sentado en el banquillo de los acusados, en el primero de los juicios que le esperan por corrupci¨®n.
La diferencia no tiene que ver solo con su aspecto y su actitud, que tambi¨¦n, sino con el abismo que va entre un pasado rutilante, en el que ejerci¨® un poder¨ªo desproporcionado a su fuerza pol¨ªtica real, y un presente aciago, en el que afronta penas de c¨¢rcel por diversos delitos y tiene como testigos de cargo a varios de sus principales colaboradores.
Lo que ha revelado este primer juicio contra Munar por el llamado caso maquillaje es hasta qu¨¦ punto el ejercicio de un poder sin controles, basado en el clientelismo y el aprovechamiento partidista de las instituciones de gobierno, puede acabar generando una sensaci¨®n de impunidad que hace perder el sentido de la realidad.
En el juicio que ha quedado visto para sentencia con una petici¨®n fiscal de seis a?os de prisi¨®n, Munar est¨¢ acusada de haber entregado a uno de sus colaboradores 300.000 euros para comprar una productora audiovisual a la que m¨¢s tarde adjudic¨® la gesti¨®n de la televisi¨®n de Mallorca.
Uni¨®n Mallorquina pose¨ªa una caja B con importantes cantidades en la que supuestamente ingresaba las comisiones que cobraba de las empresas a las que adjudicaba servicios desde los organismos p¨²blicos que controlaba. Y controlaba muchos, porque Maria Ant¨°nia Munar teji¨® y desteji¨® mayor¨ªas de gobierno entre 1983 y 2010 aprovechando la condici¨®n de bisagra que ten¨ªa su peque?o partido. Unas veces con el PP, otras con el PSOE, Munar estaba siempre en el centro de todo, decidiendo y controlando.
De los sumarios que se siguen contra ella y su partido en diferentes juzgados se desprende que el impuesto que pagaban las empresas concesionarias a UM inclu¨ªa el pago de salarios de militantes que trabajaban para el partido. La imagen de esta poderosa mujer en el banquillo es la met¨¢fora de una Espa?a que hay que superar lo m¨¢s pronto posible.
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