Parar a El Asad

En un nuevo ejercicio de cinismo, Bachar el Asad ha dicho ante el paniaguado Parlamento de Damasco que sus tropas no han tenido nada que ver en la matanza de Hula, m¨¢s de un centenar de civiles asesinados, la mayor¨ªa mujeres y ni?os. En l¨ªnea con el discurso autista que mantiene desde que comenzara la rebeli¨®n popular contra su r¨¦gimen, el presidente sirio ha vuelto a culpar al terrorismo y a potencias extranjeras de la situaci¨®n de su pa¨ªs. Ninguna menci¨®n espec¨ªfica en su largo mensaje a la exigencia del enviado de la ONU Kofi Annan para que adopte ya medidas contundentes y visibles que acaben con la represi¨®n y detengan el vertiginoso tobog¨¢n, que ya se refleja en el vecino L¨ªbano, hacia la guerra civil.

El plan de Annan para la retirada de tropas y un alto el fuego puede considerarse fracasado despu¨¦s de que ninguna de sus propuestas haya sido cumplida. El Asad es un tirano sentenciado por sus actos y por la Historia, pero su discurso de ayer se?ala claramente el prop¨®sito de continuar aniquilando a su pueblo, al menos mientras su fiel aliado Vladimir Putin mantenga el cheque en blanco que le blinda frente al Consejo de Seguridad. La barbarie de Hula se?ala un punto de inflexi¨®n. Contra un r¨¦gimen ensangrentado, las potencias democr¨¢ticas no pueden continuar blandiendo la ret¨®rica o sanciones econ¨®micas que hieren, pero no lo suficiente.

Occidente debe plantearse iniciativas m¨¢s ambiciosas y urgentes para detener el reinado del terror de Bachar el Asad. Desde un embargo de armas a Damasco hasta la posibilidad de imponer zonas seguras y corredores humanitarios en las fronteras sirias, opci¨®n esta no exenta de riesgos militares, puesto que establecer santuarios territoriales implica la decisi¨®n de defenderlos llegado el caso. La par¨¢lisis actual en nombre de hipot¨¦ticos males futuros es inadmisible mientras las atrocidades reales se suceden cada d¨ªa en Siria.