Los ni?os de ?frica y las ONG's de pega

Hoy escribo desde Mwabulugu, una humilde aldea de pescadores a orillas del lago Victoria, en Tanzania. Estoy sentado en un tronco seco en medio de una de sus calles enlodadas, rodeado por docenas de ni?os que me miran, me tocan, curiosean mi c¨¢mara de v¨ªdeo y me piden dulces o dinero. Los m¨¢s mayores ayudan a sus madres pescando pececillos en el lago con una ca?a rudimentaria.

Una de las cosas que m¨¢s sorprende a quienes vienen por primera vez a ?frica es la cantidad de ni?os que hay por todas partes. Ni?os descalzos, ni?os harapientos, ni?os con mocos, ni?os mal alimentados, ni?os que sonr¨ªen y saludan a la vera de los caminos, ni?os que juegan con un palo y una rueda vieja, ni?os obligados a trabajar como si ya fueran adultos, ni?os en apariencia felices aunque no tienen nada.

Aunque llevo a?os viajando por ?frica no puedo evitar que una tristeza infinitase apodere de mi cada vez que veo a esas mesnadas de ni?os descalzos que corretean por todas partes, la mayor¨ªa sin escolarizar, que empiezan a trabajar muy temprano y que no tienen m¨¢s futuro que el m¨ªsero futuro de sus padres. ?C¨®mo ayudarles? ?Qu¨¦ hacer para darles un futuro?

Estoy pensando en eso cuando por la calle sin pavimentar y llena de basuras de Mwabulugu pasa un todoterreno lujoso con cuatro turistas muy blancos, muy orondos, muy sanos, vestidos como si fueran a un safari de revista de moda.

El contraste de la escena, la de esos ni?os harapientos y ese coche con aire acondicionado de la gente rica del primer mundo, me parece hiriente. Pero me miro y pienso que, aunque yo vaya de alternativo y viaje en un cami¨®n, trague polvo por los camino, duerma en tiendas de campa?a y use las letrinas comunales de los campamentos, no dejo de ser como ellos: un blanco, orondo, sano y rico (para el nivel de vida tanzano) que est¨¢ aqu¨ª ahora mismo rodeado de ni?os con mocos pero al que espera su confortable casa en el primer mundo. Incluso cuando he viajado de mochilero con poco presupuesto, por m¨¢s que me solidarizara y me mezclara con la gente local, no dejaba de ser un afortunado con billete de vuelta a mi privilegiado mundo.

?Qu¨¦ hacer para ayudar a estos ni?os? La impotencia te recome porque el reto es imposible. Hay millones de ni?os as¨ª y una acci¨®n individual es una gota de agua en el desierto. Podr¨ªa sacar unos caramelos, unos bol¨ªgrafos, unas chuches, unas monedas... pero lo ¨²nico que lograr¨ªa ser¨ªa un alboroto gigantesco en el poblado, docenas de ni?os pele¨¢ndose, los mayores le quitar¨ªan las chuches a los peque?os y al final, ellos seguir¨ªan igual de pobres y yo me ir¨ªa a mi blanco primer mundo con la conciencia tranquila creyendo que he hecho una buena acci¨®n. Y adem¨¢s les acostumbrar¨ªa a que el mzungu, el turista blanco, es alguien a quien acosar porque siempre da algo.

Hay acciones humillantes. Como las de muchos turistas que van tirando caramelos y bol¨ªgrafos desde el coche en marcha, como si fuera la cabalgata de los Reyes Magos. O peor a¨²n, como si estuvieran en un zool¨®gico. Es algo que me enerva.

?C¨®mo hacer algo efectivo por estos ni?os que tengo ahora mismo alrededor? La ayuda al Tercer Mundo es un tema muy complejo y delicado como para tratar en la brevedad de un post. Pero se ha despilfarrado tanto dinero, se ha malgastado tanto esfuerzo, se ha jugado con tantas ilusiones de gente bienintencionada que apadrinaba ni?os y en realidad estaba engrasando una maquinaria burocr¨¢tica inefectiva, que ya no sabes c¨®mo colaborar.

Una de la ¨²ltimas modas es la de las supuestas ONG que piden voluntarios para pasar sus vacaciones ayudando a proyectos en ?frica. Los voluntarios se tienen que pagar el billete de avi¨®n (hasta aqu¨ª, correcto), la estancia e incluso a veces hasta tienen que pagar por ayudar. Y al cabo de una semana se dan cuenta de que lo que est¨¢n es contribuyendo al lucro de una empresa privada, reconvertida en pseudo-ONG. Por supuesto, hay otras muchas que son fiables y hacen una labor magn¨ªfica. Pero estos pillos echan lodo encima a todo el sector.

Venir a ?frica ¡°a echar una mano¡± es absurdo. En ?frica lo que sobran son manos, lo ¨²nico que aqu¨ª tienen a patadas es mano de obra barata y sin cualificar. Si quieres venir a ayudar busca ONG¡¯s que pidan perfiles concretos para proyectos concretos. Si eres m¨¦dico, ven a operar; si eres dentista, ver a sacar muelas; si eres electricista, ven a montar una instalaci¨®n en un hospital; si eres profesor, ven a ense?ar... Mi consejo es ser muy precavido y analizar bien la ONG con la que queremos colaborar para seleccionar una de las que de verdad s¨ª trabajan por la gente local.

Los ni?os de Mwabulugu empiezan a tirarme del pelo. Y los m¨¢s intr¨¦pidos ya hurgan en mi bolso de c¨¢maras. Tengo que continuar viaje. Me llevar¨ªa a todos estos adorables mocosos conmigo, pero ni puedo ni debo. Las soluciones tienen que venir desde aqu¨ª dentro, no con falsas caridades. Les jodimos la vida con la colonizaci¨®n y truncamos la evoluci¨®n de sus sociedades haci¨¦ndolas pasar de la Edad de Piedra al siglo XX de una tacada. Y un continente entero sigue pagando las consecuencias.

Me voy de Mwabulungu como siempre, con tristeza y sin saber cu¨¢l es la soluci¨®n global al problema, m¨¢s all¨¢ de heroicas y aisladas acciones individuales (hay verdaderos h¨¦roes, seglares y religiosos, d¨¢ndo su vida aqu¨ª a cambio de nada). Si alguien la sabe, que me lo diga.