El ¡®corralito¡¯ espa?ol
¡°Huiste del pa¨ªs para caer en la misma situaci¨®n de la que escapabas¡±, me dijo medio en broma, medio en serio, un amigo de Buenos Aires al tel¨¦fono. En la Espa?a de 2012 corren vientos de desasosiego como los que corr¨ªan en la Argentina de 2001. Se habla de fuga de capitales, de la necesidad de un eventual rescate espa?ol, del riesgo de la imposici¨®n de un corralito, del posible abandono del euro. Todos son conscientes de la crisis, de su gravedad. Hay miedo, miedo por un futuro incierto, amenazante. La sociedad reclama soluciones r¨¢pidas, se indigna, se siente traicionada. Las caceroladas, el asamble¨ªsmo y la exigencia de la democracia directa asoman en el horizonte.
En la Argentina de 2001, yo formaba parte de la tripulaci¨®n de ese barco que iba a la deriva. Los dilemas a los que nos enfrent¨¢bamos nos quitaban el sue?o. Constat¨¢bamos una vez m¨¢s que detr¨¢s de todo problema complejo no hay una soluci¨®n sencilla. Imagino que no debe de ser muy diferente a lo que le sucede hoy a quienes tienen responsabilidades de gobierno, responsabilidades pol¨ªticas. Hasta aqu¨ª solo similitudes, m¨¢s all¨¢ de las cuestiones t¨¦cnicas en las que no incursiono.
D¨ªas pasados, conmovida, y con cierto dejo de sana envidia, escuch¨¦ a Alfredo Rubalcaba y a Felipe Gonz¨¢lez, dirigentes de la oposici¨®n, hablar de la necesidad imperiosa de consenso, de abonar ese camino, m¨¢s all¨¢ del r¨¦dito pol¨ªtico, porque hab¨ªa que cerrar filas ante la emergencia detr¨¢s de algo preciado: el pa¨ªs y sus instituciones. Supe entonces que las circunstancias eran diferentes. Nosotros no tuvimos ese privilegio. Y Argentina cay¨® en el abismo.
?La calidad de la clase dirigente es una cuesti¨®n de suerte? No lo creo. Creo que habla de una sociedad espa?ola que condenar¨ªa a unos dirigentes que ante la gravedad de la crisis no antepusieran la naci¨®n por encima de los intereses partidistas, territoriales. Habla de una sociedad adulta.
Y entonces pude responderle a mi amigo que se equivocaba, que la Espa?a de 2012 no era la Argentina de 2001, que hay esperanza, que saldr¨¢ de esta crisis, que el pa¨ªs de mi padre tiene algo que mi pa¨ªs de nacimiento no ha desarrollado a¨²n: el respeto por la seguridad jur¨ªdica y por las instituciones del Estado, su valoraci¨®n social. Sin estas condiciones, no se construye un pa¨ªs sustentable, por m¨¢s que en el corto plazo las variables econ¨®micas sean favorables, y se hable del milagro argentino de la recuperaci¨®n.¡ª Viviana Dur¨¢n.
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