Los enigmas del Vaticano

No parece que un debilitado Benedicto XVI est¨¦ controlando lo que est¨¢ ocurriendo en el Vaticano. M¨¢s bien son otros en la Curia Romana los que parecen haberse lanzado en una lucha despiadada para poner, cuando fallezca, a un italiano ¡ªde un bando u otro¡ª en el trono de Pedro, tras 33 a?os sin ocuparlo. De momento, todos los implicados en el esc¨¢ndalo de los papeles del Papa ¡ªdocumentos recibidos por el pont¨ªfice cat¨®lico que han salido a la luz, sin que su contenido, de momento, suponga grandes revelaciones¡ª son italianos: el mayordomo Paolo Gabriele; el secretario de Estado Tarcisio Bertone; el destituido exjefe del IOR, el banco del Vaticano, Ettore Gotti Tedeschi, que hab¨ªa dejado escrito en su domicilio su temor a ser asesinado, y hay precedentes, como los hay de lavado de dinero desde esa instituci¨®n financiera. E incluso ha reaparecido el caso de Emanuela Orlandi, la hija de un empleado del Vaticano que desapareci¨® en 1983 en Roma a los 15 a?os de edad, sobre la que los documentos han aportado nuevas pistas.

El poderoso microestado responde a la definici¨®n que diera Winston Churchill del Kremlin: ¡°un acertijo envuelto en un misterio dentro de un enigma¡±. Pero no es algo nuevo. El sistema sovi¨¦tico se hundi¨® y la Iglesia romana lleva en pie m¨¢s de dos milenios, con el misterio y la conspiraci¨®n como uno de sus artes.

Se supone que Gabriele, el ¨²ltimo de la Familia que cada d¨ªa ve¨ªa al Papa en el Apartamento ¡ªson los t¨¦rminos que se usan en ese entorno¡ª rob¨® cartas y documentos enviados a Benedicto XVI, y los pas¨® al exterior, donde han sido publicados al menos en parte. Pero detenido, las filtraciones han seguido. Se dice que pod¨ªa ser un agente doble que una vez descubierto sigui¨® actuando bajo la supervisi¨®n de la jefatura de la Gendarmer¨ªa vaticana. No deja de ser extra?o que Federico Lombardi, portavoz del Papa, act¨²e tambi¨¦n como portavoz de los abogados de Gabriele. En todo caso, la ley del Vaticano permite mantener al arrestado en ¡°custodia cautelar¡± durante 50 d¨ªas, prorrogables por otros tantos.

Con todo esto, el papa Ratzinger se llev¨® recientemente la primera pitada que se recuerde a un Papa un domingo al salir a saludar desde su ventana en la plaza de San Pedro. Tras ¨¦l, ?el diluvio?