Lo kafkiano
¡°Alguien debi¨® de haber calumniado a Josef K., porque sin haber hecho nada malo, fueron a detenerlo una ma?ana¡±. Estas son las primeras palabras de El Proceso, la desesperante obra de Franz Kafka. Un hombre es detenido sin raz¨®n, o por la sinraz¨®n misma, sin que el juicio esclarecedor se celebre nunca.
En nuestra historia reciente la historia de Kafka ha experimentado una metamorfosis inquietante. El calabozo se ha convertido en un limbo jur¨ªdico. No se detiene a nadie y a nadie se investiga, pese a existir indicios contrastados de que algo malo se ha hecho.
Si en la ficci¨®n inacabada, qu¨¦ ya es casualidad, del escritor checo una persona inocente sufre una pesadilla por algo que no sabe y menos a¨²n fue obra suya, un siglo despu¨¦s la cruda realidad arroja un parad¨®jico efecto contrario: se sabe con seguridad la comisi¨®n de irregularidades, se intuye de manera clara la autor¨ªa de las mismas y, sin embargo, la maquinaria judicial no se mueve: no inquiere, no indaga, archiva lo no resuelto y suspende la acci¨®n judicial contundente. Todo ello revestido con argumentos abstrusos, con las mismas palabras absurdas que empleaban los calumniadores de Josef K. para justificar su falta de justificaci¨®n.
?Por qu¨¦ ocurre tal disparate en nuestro coherente sistema? ?Ausencia de inter¨¦s o excesivo inter¨¦s? No lo s¨¦. O s¨ª lo s¨¦ y, como apunta el desquiciado personaje inventado, no queda m¨¢s remedio que aceptar c¨®mo vienen las cosas y mantener la boca cerrada, por muy en contra que vaya de tus principios.¡ª Gonzalo de Miguel Renedo.
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