Lleg¨® el oto?o
La bonanza vivida desde 2002 por la Am¨¦rica Latina atl¨¢ntica est¨¢ tocando a su fin en un ambiente de trasnochado proteccionismo
Desde 2002, Am¨¦rica Latina ha vivido una bonanza de precios internacionales, que ni siquiera se alter¨® de forma sustantiva con la crisis de 2008, cuyos devastadores efectos llegan hasta hoy. Apenas hubo un respingo en 2009 que fue r¨¢pidamente superado por tasas expansivas del 6% y el 4% en los dos a?os siguientes, lideradas por formidables crecimientos en Brasil y aun por la err¨¢tica Argentina, que, a pesar de las pirotecnias populistas de su administraci¨®n, anduvo por encima del 8% en los ¨²ltimos tres a?os. Este 2012, sin embargo, muestra los primeros s¨ªntomas de que la alegre primavera termin¨® y comienza un nost¨¢lgico oto?o.
Argentina comienza a sufrir las consecuencias de sus excesos de gastos. El consumo empieza a caer (del orden del 3%), la industria a retraerse y el enloquecido mercado cambiario se ha abierto, entre un d¨®lar oficial a 4,5 pesos y un negro a 6. Naturalmente, como siempre, la imaginaci¨®n popular argentina ¡ªinagotable¡ª a lo negro lo llama blue, green o "lechuga". Con perros amaestrados, la polic¨ªa recorre el centro de Buenos Aires y las colas de los aeropuertos en busca de quienes lleven d¨®lares. La propia presidenta anunci¨® que pasaba a pesos sus ahorros personales, en un mensaje teatral que convenci¨® poco. Tanto que los dep¨®sitos bancarios han seguido cayendo: 6.000 millones de d¨®lares desde noviembre y a un ritmo de 600 millones en las ¨²ltimas dos semanas.
El Gobierno se refugia en la explicaci¨®n de que hay una ¡°cultura del d¨®lar¡± que debe superarse. Los hechos dicen que las medidas de restricci¨®n en las ventas (para importaciones industriales y paquetes tur¨ªsticos) solo han agravado la instalada desconfianza. No se valora el peso de este ingrediente psicol¨®gico fundamental, la inestabilidad, en un pa¨ªs cuya tradici¨®n es, justamente, ese sube y baja, que desde hace a?os de a?os trepa hacia euf¨®ricas cumbres de consumo y luego se derrumba en bruscas ca¨ªdas. Un pa¨ªs que en la ¨²ltima d¨¦cada pesific¨® las deudas en d¨®lares, impuso a los tenedores de bonos una quita enorme, fij¨® tarifas ruinosas a las empresas de servicios p¨²blicos y nacionaliz¨® el ahorro privado de los jubilados, dif¨ªcilmente puede construir un clima de confianza. Es m¨¢s: la credibilidad de los organismos es tan baja que, aun cuando el Instituto Nacional de Estad¨ªsticas oficializ¨® una inflaci¨®n del 9% para el a?o pasado, se admite de forma general que no baj¨® del 23-24%. Tanto que el propio Gobierno ha dispuesto aumentos salariales sobre esta base, aceptando de hecho que su propia informaci¨®n es falsa.
La novedad no es la previsible tormenta argentina, parad¨®jicamente desencadenada a partir de la reelecci¨®n de la presidenta con el 52% de los votos. Es Brasil. No ha ca¨ªdo en ninguno de los excesos del vecino rioplatense, pero ha detenido su expansi¨®n. Ya el segundo semestre de 2011 mostr¨® un enfriamiento y el primer trimestre de este a?o arroja un preocupante -0,2%. Esto ha rebajado la perspectiva de crecimiento del proyectado 4,5% a un modesto 2,7% y provocado una r¨¢pida reacci¨®n gubernamental que devalu¨® el real en un 20%, aceler¨® las obras p¨²blicas, abarat¨® los cr¨¦ditos para la compra de veh¨ªculos y equipamientos, rebaj¨® la tasa de inter¨¦s y adopt¨®, desgraciadamente, restricciones a la importaci¨®n que resucitan el reflejo proteccionista de un pa¨ªs al que le ha costado mucho abrirse al mundo.
La novedad no es la previsible tormenta argentina, sino Brasil.
Los dos grandes vecinos del Sur incluso se han enfrentado por sus respectivas restricciones a las importaciones, pese a que est¨¢n obligados por el Tratado del Mercosur a asegurar la libertad de los movimientos comerciales. Producto a producto est¨¢n negociando estos d¨ªas, aunque se han puesto? r¨¢pidamente de acuerdo para subir el arancel a las importaciones de terceros pa¨ªses, de un 24% a un 35% un antihist¨®rico proteccionismo. Los socios de econom¨ªas m¨¢s peque?as de Mercosur (Uruguay, Paraguay) se quejan de la medida, que les encarece sus costos, y no cae bien en los grandes aliados comerciales, como China, que ha desplazado a EE UU de la primera posici¨®n en el comercio con Brasil. ?ste, a corto plazo deber¨¢ realizar ajustes, pero a medio plazo sus perspectivas siguen siendo s¨®lidas: la producci¨®n agr¨ªcola y minera continuar¨¢ firme y sus perspectivas petroleras son espectaculares. Su estabilidad pol¨ªtica y racionalidad econ¨®mica se distancian mucho de una Argentina que hoy vive un enorme desasosiego: reaparecen caceroladas en las calles, los agricultores retoman la protesta, y hasta el cl¨¢sico sindicalismo peronista empieza a tomar distancia de un gobierno cada d¨ªa m¨¢s encerrado en un peque?o c¨ªrculo que rodea a la presidenta.
Los pa¨ªses del Pac¨ªfico viven todav¨ªa un clima de expansi¨®n, con un comercio liderado por China y la reciente firma de una alianza de libre comercio. El? panorama atl¨¢ntico, sin embargo, y las ondas de la crisis europea, anuncian ya un generalizado cambio de clima. La fiesta termin¨®. Hay que volver al trabajo arduo de equilibrar cuentas y alentar inversiones.
Julio Mar¨ªa Sanguinetti, abogado y periodista, fue presidente de Uruguay (1985-1990 y 1994-2000).
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