La paja espa?ola y la viga europea (o viceversa)
O renunciamos a la soberan¨ªa fiscal de los Estados miembros, o nos despedimos del euro
Vamos de chasco en chasco. Primero nos cre¨ªmos que subiendo el IRPF descoloc¨¢bamos a la izquierda; luego pensamos que posponiendo los presupuestos y mareando la perdiz sac¨¢bamos mayor¨ªa absoluta en Andaluc¨ªa; luego nos pareci¨® que quitando a Rato de Bankia se resolv¨ªa el problema de las cajas. Por ¨²ltimo, decidimos que una ¡°l¨ªnea de cr¨¦dito¡± (no un rescate, Dios nos libre) para la banca pondr¨ªa fin a nuestros problemas, porque ya hab¨ªamos hecho los deberes y lo ¨²nico necesario era dar una imagen de solvencia. Por ¨²ltimo, est¨¢bamos convencidos de que una victoria de Samar¨¢s en Grecia tranquilizar¨ªa a los mercados y, unida a la ¡°l¨ªnea de cr¨¦dito¡±, disipar¨ªa todas las dudas.
Pero result¨® que no: la prima de riesgo sigue por las nubes, los inversores siguen retirando fondos, y lo ¨²nico que se nos ocurri¨® fue es pedir al Banco Central Europeo que nos financiara. Y este antip¨¢tico de Draghi que no quiere aflojar y encima nos falta. Tambi¨¦n cre¨ªamos que el haber ganado por mayor¨ªa absoluta y tener casi cuatro a?os de gobierno por delante iba a dar una imagen de estabilidad y resultar un argumento poderoso para calmar a los mercados. Pues ni por esas: casi resulta contraproducente.
?Qu¨¦ nos pasa? ?Por qu¨¦ nos sale todo mal? Es muy sencillo: porque despu¨¦s de las triqui?uelas y las evasivas del gobierno anterior, la imagen que damos es que seguimos con las evasivas y las triqui?uelas del actual, que nos pasamos de listos, que no tenemos un plan, y que vamos a rastras de los acontecimientos. Si el descolocar al contrario y ganar unas elecciones auton¨®micas son los argumentos que determinan nuestra pol¨ªtica econ¨®mica ?qui¨¦n va a confiar en nosotros? ?A qu¨¦ inversor le va a agradar la perspectiva de cuatro a?os m¨¢s de gestos electoralistas y zancadillas al rival?
No tenemos un plan, y vamos a rastras de los acontecimientos
Todo el mundo sabe que los problemas de Espa?a son profundos y graves, y que no basta con hacer los deberes que pide la maestra para que est¨¦ contenta. El pa¨ªs necesita un replanteamiento del llamado ¡°Estado de las Autonom¨ªas¡±, para resolver, entre otras cosas, el absurdo de que un ente recaude y otro gaste; se necesita no s¨®lo apretar las clavijas fiscales a los ciudadanos, sino tambi¨¦n reducir equitativamente el gasto p¨²blico y recortar ejemplarmente las prebendas de los pol¨ªticos y dem¨¢s poderes; y probablemente se necesite profundizar en la reforma laboral y promulgar por fin la ley de huelga que la Constituci¨®n promete en su art¨ªculo 28. Todas ¨¦stas son medidas duras, dif¨ªciles, pol¨¦micas; pero la mayor¨ªa absoluta que tiene el gobierno le simplifica mucho las cosas. Una exposici¨®n razonada de la necesidad de medidas como ¨¦stas no s¨®lo podr¨ªa convencer a la ciudadan¨ªa (de muchas de ellas est¨¢ ya convencida, seg¨²n dicen las encuestas) y a la oposici¨®n, sino que demostrar¨ªa a nuestros socios europeos y a esos odiosos mercados que tan mal nos tratan que ahora s¨ª vamos en serio y que estamos decididos a enderezar el rumbo del gobierno y del pa¨ªs.?
Ahora bien, como se?alaba The Economist, esto es s¨®lo la mitad del problema. Los inversores desconf¨ªan del Gobierno espa?ol, y con raz¨®n. Pero tambi¨¦n desconf¨ªan del gobierno europeo, y tambi¨¦n llevan raz¨®n. Europa no s¨®lo tiene un serio d¨¦ficit democr¨¢tico; es que, al igual que el Gobierno espa?ol (que no tiene ese d¨¦ficit), ha cometido muchos errores y da la impresi¨®n de haber perdido el rumbo, de llegar tarde a los problemas y de evitar atacarlos de ra¨ªz. El optimismo enso?ador de los a?os finales del siglo XX y de los comienzos del XXI, con sus ampliaciones masivas y casi indiscriminadas de la UE (v¨¦ase, si no, el caso de Grecia) y la entronizaci¨®n solemne de la moneda ¨²nica sin hacer caso de los muchos que advirtieron que, sin una pol¨ªtica fiscal com¨²n, ser¨ªa muy probable que aparecieran burbujas especulativas y d¨¦ficits por todas partes, ha dado como resultado la situaci¨®n en que nos encontramos. Y todo ello sin que apareciera en la Uni¨®n una voluntad clara de salir de una vez de este atolladero planteando esta evidente disyuntiva: o renunciamos a la soberan¨ªa fiscal de los Estados miembros, o nos despedimos del euro.
No vale la adopci¨®n de esta actitud censoria y pontifical que asumen los n¨®rdicos se?alando con dedo acusador a los meridionales por ser tan manirrotos, porque los primeros en romper el pacto de responsabilidad fiscal hace un d¨¦cada fueron ellos, acuciados por sus propios problemas, que a ellos les parec¨ªan muy serios, como si los nuestros no lo fueran. Y el acuerdo tomado ayer en Bruselas parece un zurcido de ¨²ltima hora, que ojal¨¢ haga algo m¨¢s que tapar el roto. Con este triste espect¨¢culo, nada tiene de extra?o que los inversores internacionales malvendan euros y busquen refugio en el d¨®lar o en el franco suizo.
Y mis preguntas finales son: ?qui¨¦n tiene la paja en el ojo, y qui¨¦n la viga? ?O son dos vigas?
Gabriel Tortella, profesor em¨¦rito de la Universidad de Alcal¨¢, es autor, con Clara Eugenia N¨²?ez, del libro Para comprender la crisis, entre otros.
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