Decisi¨®n coherente
Habr¨ªa sido il¨®gico prohibir a Sortu tras la legalizaci¨®n de Bildu y el cese de la violencia
El apretado veredicto del Tribunal Constitucional a favor de la legalizaci¨®n de Sortu, seis votos contra cinco, muestra hasta qu¨¦ punto las dos respuestas posibles, levantar o mantener la prohibici¨®n decretada en marzo de 2011 por el Supremo, contaban con argumentos fuertes. Lo sucedido ayer reproduce la ajustada votaci¨®n del a?o pasado en el Constitucional respecto a la legalizaci¨®n de Bildu, la agrupaci¨®n utilizada por la izquierda abertzale para concurrir a las elecciones municipales y forales. Una vez legalizadas las candidaturas de Bildu, y sin que desde entonces se hayan registrado m¨¢s derivas violentas que alg¨²n atisbo de kale borroka ¡ªantes al contrario, ETA ha dejado de atentar¡ª, la decisi¨®n del Constitucional sobre Sortu resulta coherente con la adoptada respecto a Bildu.
El fondo del problema consist¨ªa en determinar si Sortu pretende actuar como simple instrumento pol¨ªtico y electoral de una banda terrorista, o si son ciertas sus promesas de abrazar la democracia y la paz. Ante los magistrados se abr¨ªan dos dif¨ªciles caminos: o bien reconocer que los documentos de Sortu resultan suficientemente rotundos en la condena de la violencia, y que no hay datos para desmentir esa voluntad; o bien sostener que no pasan de ser una mera ficci¨®n, destinada a burlar la ley. Frente a la determinaci¨®n de la izquierda abertzale, cuyos dirigentes tienen claro desde hace a?os la estrategia de cese de la violencia e implicaci¨®n abierta en la pol¨ªtica, no han faltado las dudas y las divisiones en el campo democr¨¢tico. En definitiva, una mayor¨ªa de magistrados ha estimado el recurso de Sortu contra la prohibici¨®n de su inscripci¨®n en el registro de partidos pol¨ªticos, lo cual es tanto como decir que, en democracia, no se puede impedir la participaci¨®n de una entidad pol¨ªtica solo por sospechas sobre su sinceridad.
Aceptar a un partido de la izquierda abertzale en un plano de normalidad pol¨ªtica consolida la apuesta de aquella por las v¨ªas pac¨ªficas. Sus miembros actuar¨¢n mucho m¨¢s abiertamente y es probable que disminuya el peso de otros grupos que han acompa?ado al n¨²cleo duro, aglutinado hist¨®ricamente en torno a Batasuna, y que han contribuido a ahuyentar algunos miedos a votarles. Parte del avance electoral de Bildu ¡ªy de la f¨®rmula Amaiur en las elecciones generales¡ª se debi¨® a su relativa pluralidad, de modo que podr¨ªan perder respaldo si intentaran quedarse como un partido monol¨ªtico.
Habr¨¢ quien se lamente de que la democracia no haya sido mucho m¨¢s exigente con la izquierda soberanista, y de que esta adquiera el derecho a jugar plenamente en pol¨ªtica sin haber reconocido antes el da?o causado por ETA, ni haberle exigido su disoluci¨®n. Indiferente a las discrepancias expresadas por los ministros de Justicia y de Interior respecto a la decisi¨®n del Constitucional, la Asociaci¨®n de V¨ªctimas del Terrorismo acus¨® ayer al Gobierno de Rajoy de haber "llevado a cabo" la hoja de ruta pactada por Zapatero con ETA, e insinu¨® un acuerdo entre Ejecutivo y PSOE para que la decisi¨®n se tomara antes de renovar la composici¨®n del Constitucional.
La posibilidad de una involuci¨®n en el alejamiento entre la izquierda abertzale y ETA no es descartable. Ahora bien, las incertidumbres del futuro no pueden abolirse aferr¨¢ndose mec¨¢nicamente a las seguridades del pasado. Si llegara a probarse que Sortu se halla al servicio de una ETA que se resiste a disolverse, el Estado de derecho tendr¨ªa que actuar en consecuencia, como lo hizo para derrotar a la banda. Que la izquierda abertzale no va a renunciar al independentismo es una evidencia. Lo que la mayor¨ªa del Constitucional no ha aceptado es que, en ausencia de violencia, sea preciso impedirle actuar pol¨ªticamente.
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