Las cuatro vidas de Aung San Suu Kyi
Europa est¨¢ cautivada con la l¨ªder birmana, que es una s¨ªntesis de Oriente y Occidente
Durante dos d¨ªas de la semana pasada, el rinc¨®n de Oxford en el que vivo y trabajo ha se vio rodeado de magia. La Se?ora, Aung San Suu Kyi, estuvo alojada enfrente de m¨ª, en St. Hugh's College, donde estudi¨® cuando era universitaria hace casi medio siglo. El martes, d¨ªa en el que cumpl¨ªa 67 a?os, hubo una fiesta alegre e informal para familiares y amigos; el mi¨¦rcoles se celebr¨® la ceremonia anual de t¨ªtulos honor¨ªficos de la universidad, con toda su pompa y circunstancia.
Esta visita a cinco pa¨ªses europeos es un punto de inflexi¨®n entre las que podr¨ªan denominarse la tercera y la cuarta vidas de Aung San Suu Kyi. Su primera vida la que tuvo como hija del general Aung San, h¨¦roe de la independencia birmana, que muri¨® asesinado cuando ella ten¨ªa dos a?os, pero del que ella recuerda que le adornaba con flores el cabello. Se educ¨® bajo la decisiva influencia de su madre, primero en Birmania y luego en India, con una combinaci¨®n de elementos de la tradici¨®n oriental, en particular la budista, y la occidental, en especial la de la lengua inglesa.
Su segunda vida, que comenz¨® aqu¨ª en Oxford en 1964, fueron 24 a?os de estudiante, profesora a tiempo parcial, madre a tiempo completo, ama de casa y amada esposa del especialista en estudios sobre el T¨ªbet y el Himalaya Michael Aris, amigo y colega m¨ªo en St. Antony's College. Fue una vida llena de alegr¨ªas y tristezas cotidianas, con paseos a pie y en bicicleta, bajo cielos a menudo grises, en estas calles anchas y somnolientas con sus casas decimon¨®nicas, altas y adornadas de glicinias, unas calles que no volver¨ªa a ver hasta 24 a?os despu¨¦s, hasta que regres¨® hace unos d¨ªas.
Su tercera vida comenz¨® en la primavera de 1988 con una llamada de tel¨¦fono a su casa de Oxford, que le hizo regresar a Rang¨²n para cuidar de su madre enferma. Se transform¨® cuando acept¨® la demanda de sus compatriotas de que encabezase el levantamiento de aquel verano. Esta tercera vida consisti¨®, durante largos periodos, en aguantar, en su arresto domiciliario y solitario en casa de su madre, una amplia villa cada vez m¨¢s deteriorada en el n¨²mero 54 de la Avenida de la Universidad en Rang¨²n, mientras le¨ªa, escuchaba el Servicio Mundial de la BBC y manten¨ªa el cuerpo en forma y la mente activa.
Aung San Suu Kyi ha decidido arriesgarse a participar en la pol¨ªtica parlamentaria
En alg¨²n momento entre el fin del arresto domiciliario, en noviembre de 2010, y su viaje triunfal por Europa, empez¨® la cuarta vida. Como el nuevo presidente del pa¨ªs, Thein Sein, ha llevado a cabo ¡ªy hay que reconocerlo¡ª una apertura pol¨ªtica que ella considera cre¨ªble, Aung San Suu Kyi ha decidido arriesgarse a participar en la pol¨ªtica parlamentaria con arreglo a las condiciones fijadas en su mayor parte por el r¨¦gimen. Durante los pr¨®ximos a?os, hasta las elecciones generales previstas para 2015, esta ser¨¢ una transici¨®n muy dif¨ªcil. Se trata de un pa¨ªs arruinado por medio siglo de mal gobierno, tanto en econom¨ªa como en educaci¨®n y en sanidad, con un ej¨¦rcito a¨²n muy afianzado, un mosaico ¨¦tnico junto al que la antigua Yugoslavia parece sencilla, y unas tensiones ¨¦tnicas y religiosas que acaban de estallar en violencia en la provincia de Rakhine. Necesita reforzar la fr¨¢gil red de su Liga Nacional para la Democracia a toda velocidad. Y no es posible ignorar al vecino m¨¢s poderoso del pa¨ªs, una China nerviosa y autoritaria.
Es decir, ser¨¢ inevitable que haya concesiones y desilusiones. Por utilizar la famosa distinci¨®n de Max Weber, la ¡°¨¦tica de la conciencia¡± de la intelectual tendr¨¢, como m¨ªnimo, que fundirse con la ¡°¨¦tica de la responsabilidad¡± de la pol¨ªtica. Igual que Nelson Mandela al salir de prisi¨®n, igual que el disidente checo V¨¢clav Havel catapultado al Castillo de Praga, Daw Suu, a sus 67 a?os, se enfrenta a una vida en la pol¨ªtica, como l¨ªder de la oposici¨®n, presidenta o anciana estadista. El tiempo, un recurso casi ilimitado cuando estaba encerrada en casa, se rebana y se corta ahora de forma implacable, en reuniones de 30 minutos y apariciones de 30 segundos.
As¨ª, pues, habr¨¢ suficientes a?os para relatar, valorar y, si es necesario, criticar de forma imparcial la cuarta vida reci¨¦n empezada. De momento, en este instante decisivo y soleado, deteng¨¢monos a rendir homenaje a esa tercera vida, esos 24 a?os. Para rendir homenaje como es debido, primero hay que entender; y para entender la raz¨®n de que tenga ya un lugar garantizado en los libros de historia, me gustar¨ªa subrayar tres cosas.
En primer lugar, gran parte de lo que sabemos procede de sus propias palabras, escritas durante el arresto domiciliario (a veces, esas palabras sal¨ªan de la casa de la Avenida de la Universidad escritas en el interior del longyi de algod¨®n de una empleada dom¨¦stica) y, en los ¨²ltimos tiempos, habladas. Sus mejores textos ¡ªel cl¨¢sico ensayo de principios de los noventa Libres del miedo, sus charlas en las Reith Lectures de la BBC, pronunciadas el a?o pasado por videoconferencia, el discurso de aceptaci¨®n del premio Nobel de la Paz en Oslo hace dos s¨¢bados¡ª son equiparables a los mejores de Havel.Transmiten una sensibilidad que es tan espiritual y literaria como pol¨ªtica. En su primera conferencia Reith, afirma que la libertad pol¨ªtica puede nacer de la libertad interna y espiritual; ahora bien, en su cuarta vida, ser¨¢ inevitable que el equilibrio entre lo espiritual, lo literario y lo pol¨ªtico se altere, igual que le sucedi¨® a Havel.
En segundo lugar, est¨¢ su coraje, puro y simple, simple y puro. Ese valor, sin el que no hay libertad, es una virtud escasa, valiosa y dif¨ªcil. Por lo que sabemos, fue especialmente dif¨ªcil en los primeros a?os de arresto domiciliario, separada de sus hijos a¨²n peque?os, aislada y a¨²n sin haber experimentado la liberaci¨®n interior que le despu¨¦s le dar¨ªa el dominio de las disciplinas de la meditaci¨®n budista. Pero, como dice ella misma con una modestia casi victoriana, ¡°tiendo a ser testaruda¡±.
Ese valor, sin el que no hay libertad, es una virtud escasa, valiosa y dif¨ªcil
Y eso me lleva a la tercera y menos aireada caracter¨ªstica de su vida y su obra: la fusi¨®n de Oriente y Occidente. El discurso del Nobel, por ejemplo, tiene muchas expresiones inglesas anticuadas, literarias, casi anglicanas: ¡°Otros lugares de la tierra¡±, ¡°algunos de nuestros guerreros cayeron en sus puestos¡±, ¡°la paz perfecta no es de este mundo¡±. Sin embargo, a continuaci¨®n, hace una profunda reflexi¨®n sobre los seis grandes dukha (equivalente, m¨¢s o menos, a sufrimientos) que identifica el budismo, y sus repercusiones en la vida privada y la pol¨ªtica. No estoy hablando de dos tradiciones paralelas, ni menos a¨²n de una disyuntiva entre las dos; es una aut¨¦ntica s¨ªntesis en una sola persona.
En un discurso pronunciado en lat¨ªn, la lengua hist¨®rica de Occidente, el Orador P¨²blico de la Universidad de Oxford que le present¨® su doctorado honoris causa la llam¨® ¡°estrella de oriente¡± (¡°praesento stellam orientalem¡±). En su respuesta, personal y conmovedora, ella dijo que las universidades hacen todo lo posible para ense?ar ¡°el respeto a lo mejor que tiene la civilizaci¨®n humana y que procede de todas partes del mundo¡±.
Ahora que un Occidente que pierde poder relativo debe aprender a convivir con un Oriente que est¨¢ experimentando un poderoso renacimiento, esta combinaci¨®n adquiere una importancia especial. Rudyard Kipling, uno de sus autores ingleses favoritos, escribi¨® que ¡°no hay Oriente ni Occidente... cuando dos hombres fuertes se encuentran cara a cara¡±. En el caso de la Se?ora, debemos adaptar la frase: ¡°hay Oriente y hay Occidente cuando una mujer fuerte se enfrenta a los generales y al mundo¡±.
?www.timothygartonash.com
Timothy Garton Ash es catedr¨¢tico de Estudios Europeos en la Universidad de Oxford, investigador titular en la Hoover Institution de la Universidad de Stanford. Su ¨²ltimo libro es Los hechos son subversivos: ideas y personajes para una d¨¦cada sin nombre.
Traducci¨®n de Mar¨ªa Luisa Rodr¨ªguez Tapia
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