Flexibilidad obligada
Hoy, la flexibilidad cotiza casi tanto como la urgencia. Intervenci¨®n en los mercados y est¨ªmulo de la demanda son tareas urgentes
Quiz¨¢ no hac¨ªa falta que la directora gerente del Fondo Monetario Internacional (FMI) fuera tan expl¨ªcita acerca de las consecuencias adversas de la intransigencia alemana en la gesti¨®n de la crisis econ¨®mica y financiera que sufre la eurozona. Es evidente para cualquier observador que las principales orientaciones de pol¨ªtica econ¨®mica dominantes hasta ahora ¡ªa saber, la aplicaci¨®n en exclusiva de las pol¨ªticas orientadas a reforzar la austeridad presupuestaria y la ausencia de intervenci¨®n suficiente por el BCE para frenar el grave deterioro de la deuda p¨²blica de las econom¨ªas perif¨¦ricas¡ª han resultado perjudiciales para la estabilidad del ¨¢rea econ¨®mica y para la confianza de los mercados en la viabilidad del euro.
Desde el primer momento de la crisis europea se advirti¨® que las pol¨ªticas de ajuste para estabilizar las finanzas p¨²blicas deb¨ªan hacerse en plazos medidos, nunca a plazos de uno o dos a?os, y ten¨ªan forzosamente que combinarse con est¨ªmulos al crecimiento, con el fin de alejar el riesgo de un enquistamiento de la recesi¨®n. Si se proponen objetivos inalcanzables de d¨¦ficit, los mercados dejan de creer en que los pa¨ªses podr¨¢n devolver sus deudas. Si algo ha demostrado la pol¨ªtica aplicada en Europa durante la crisis es que la austeridad, por s¨ª sola, lejos de ser expansiva, contrae todav¨ªa m¨¢s el crecimiento. Espa?a es una buena muestra de la inadecuaci¨®n de esas recetas restrictivas a un problema que deriva del exceso de endeudamiento privado y de su casi total bancarizaci¨®n.
El tratamiento de esta dimensi¨®n de la crisis, la asociada a la vulnerabilidad bancaria de algunos pa¨ªses, est¨¢ hoy en el centro neur¨¢lgico de la inestabilidad financiera del euro. Mientras las condiciones econ¨®micas no favorezcan el saneamiento de los balances bancarios, seguir¨¢ viva la presunci¨®n de que ser¨¢ necesario aumentar la deuda p¨²blica para mantener a flote a los bancos m¨¢s expuestos. Por eso hubiera sido razonable que las ayudas financieras fuesen directamente a ese sector, sin necesidad de ser contabilizadas directamente como mayor deuda p¨²blica.
Sobre ambos aspectos se ha pronunciado claramente el FMI. No es f¨¢cil, sin embargo, que las autoridades alemanas den su brazo a torcer de forma p¨²blica e inmediata. Esa flexibilidad necesaria acabar¨¢ imponi¨¦ndose si se quiere preservar la moneda ¨²nica. Desde la formaci¨®n del Gobierno en Grecia hasta los t¨¦rminos conocidos de las necesidades de recapitalizaci¨®n del sistema bancario espa?ol favorecen un escenario menos crispado. A ello tiene que contribuir el BCE, no solo reduciendo su tipo de inter¨¦s en la pr¨®xima reuni¨®n del Consejo de Gobierno, sino actuando con el programa de compra de bonos italianos y espa?oles en el mercado secundario, como ya hiciera en agosto pasado. Porque las cotizaciones observadas en los mercados de bonos p¨²blicos en Espa?a e Italia no guardan relaci¨®n con los fundamentos de las econom¨ªas respectivas. No es cuesti¨®n de entrar en vericuetos legales para decidir qui¨¦n produce esas perturbaciones en los mercados: es el momento de usar los medios que la normativa vigente permite. Y eso significa romper el c¨ªrculo perverso entre deterioro bancario y depreciaci¨®n excesiva de la deuda soberana. Hoy, la flexibilidad cotiza casi tanto como la urgencia. Intervenci¨®n en los mercados y est¨ªmulo de la demanda son tareas urgentes.
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