Los amantes
La Iglesia tiene un resorte especial para reaccionar si se refiere a relaciones consentidas con mujeres. Sobre los pecados verdaderos, en cambio, prefiere correr el c¨¦lebre tupido velo.
En la foto vemos a un hombre y a una mujer abrazados mientras se dan un ba?o. Algo tendr¨¢ el agua cuando la bendicen tantos enamorados. Qui¨¦n no ha experimentado alguna vez el irreprimible deseo de acariciar a quien ama dentro del agua. No s¨®lo obedece a un impulso er¨®tico, tambi¨¦n la madre siente ternura al ba?arse con el beb¨¦ o los ni?os al jugar entre ellos. Las fotos que destap¨® la prensa argentina y que han dado la vuelta al mundo no muestran m¨¢s que eso: un hombre y una mujer queri¨¦ndose en el agua. No hay poseedor ni pose¨ªda. No se trata de una ni?a o un ni?o con un adulto. Los dos aparentan una edad parecida y sus rostros comparten la misma felicidad. Son im¨¢genes id¨¦nticas a las que ilustran cualquier ¨¢lbum familiar. La peculiaridad no est¨¢ a la vista pero la hemos le¨ªdo descrita en titulares: el hombre es obispo. Y las reglas de la Iglesia Cat¨®lica son conocidas: sus pastores tienen prohibidas las relaciones sexuales o er¨®ticas. Por tanto, Benedicto XVI, fiel a las exigencias del celibato apost¨®lico, ha aceptado la renuncia del obispo Bargall¨®, que viene a traducirse como una destituci¨®n enmascarada.
No voy a entrar en cu¨¢les son, a mi juicio, las consecuencias de la combinaci¨®n explosiva entre la renuncia a una vida sentimental y el ejercicio de un poder excesivo, pero s¨ª se me ocurre se?alar que hubiera sido deseable que la rapidez con que la Iglesia ha hecho cumplir la norma en un caso en que dos adultos voluntariamente se abrazaban hubiera funcionado de manera a¨²n m¨¢s implacable cuando se trataba de ¡°c¨¦libes¡± que abusaban de ni?os o de personas que, por alguna raz¨®n, se encontraban indefensas. Est¨¢ claro que la Iglesia tiene un resorte especial para reaccionar si se refiere a relaciones consentidas con mujeres. Sobre los pecados verdaderos, en cambio, prefiere correr el c¨¦lebre tupido velo.
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