Terapias indirectas

El crecimiento econ¨®mico est¨¢ relacionado directamente con la inversi¨®n (privada y p¨²blica) y con la demanda. En una fase de intensa contracci¨®n de la demanda y de restricciones presupuestarias cobran singular importancia las decisiones que act¨²an indirectamente sobre la actividad, puesto que no existe capacidad p¨²blica de inversi¨®n debido a las exigencias de estabilidad de la deuda, la inversi¨®n privada tropieza con la ausencia de cr¨¦dito y la demanda cae con fuerza debido al aumento del desempleo y a las malas expectativas de las rentas familiares. Cuando la acci¨®n directa del capital p¨²blico y privado sobre el crecimiento sufre tantas limitaciones, parece el momento de intensificar las medidas de acci¨®n indirecta que pueden facilitar la recuperaci¨®n cuando repunten la demanda y, en especial, el consumo privado. Estas medidas tienen que ver con el buen gobierno de las instituciones p¨²blicas, la liberalizaci¨®n de los mercados y una regulaci¨®n m¨¢s eficiente de los tr¨¢mites burocr¨¢ticos que ordenan la formalizaci¨®n de negocios, grandes y peque?os.

No todo es voluntarismo en este tipo de aproximaciones econ¨®micas indirectas. La reforma y liberalizaci¨®n de los mercados energ¨¦ticos (combustibles, electricidad) deber¨ªa orientarse a reducir el coste energ¨¦tico por unidad de producto y, si es constante, aumentar¨ªa la competitividad de los productos espa?oles en el exterior. Desgraciadamente, las liberalizaciones en Espa?a han sido m¨¢s nominales que reales; son consignaciones de buenos deseos en el BOE que no han conseguido disolver los nudos de subidas de precios derivados del control de los mercados. As¨ª que los precedentes no invitan al optimismo, pero este es un buen momento para que la regulaci¨®n p¨²blica impulse m¨¢s competencia en mercados como la alimentaci¨®n, los carburantes o la electricidad. Por una parte se aliviar¨ªa la presi¨®n de los precios derivados de regulaciones defectuosas sobre las rentas dom¨¦sticas, y por otra se abrir¨ªan espacios a nuevas empresas.

El segundo gran incentivo es la simplificaci¨®n de los tr¨¢mites burocr¨¢ticos para crear, instalar o extender empresas. De nuevo hay que distinguir entre lo que proclaman las leyes y lo que se comprueba en la realidad. Espa?a sigue siendo un pa¨ªs con excesiva exigencia burocr¨¢tica, donde crear una empresa requiere casi dos meses de visitas a ventanillas, subdirecciones y oficinas estatales, auton¨®micas o locales, agravada adem¨¢s por una legislaci¨®n heterog¨¦nea (y frecuentemente contradictoria) en las comunidades aut¨®nomas. Se trata de desbrozar esa densa mara?a reglamentaria sin perjudicar los supuestos de garant¨ªa de calidad y buen servicio para los ciudadanos.

No es posible desarrollar una estrategia de apoyo indirecto sin reforzar la independencia de los organismos reguladores. Del Banco de Espa?a, por supuesto, y de la CNMV, que se equivoc¨® al no suspender la cotizaci¨®n de Bankia una vez conocido que el auditor no firmar¨ªa las cuentas; pero tambi¨¦n de la Comisi¨®n Nacional de la Competencia, encargada de velar por la formaci¨®n transparente de los precios en varios mercados fundamentales para el crecimiento, y de la Comisi¨®n Nacional de la Energ¨ªa. Desafortunadamente, la reforma de los reguladores que propone el Gobierno no refuerza su independencia (m¨¢s bien la disminuye) ni garantiza su efectividad.