Luz de ne¨®n
La diferencia capital entre Las Vegas y Eurovegas es hacerla en los aleda?os de una ciudad
Creo que en los Estados Unidos se exig¨ªa un refer¨¦ndum, supongo que no federal sino estatal, para permitir la instalaci¨®n de un casino p¨²blico para juegos de azar, esencialmente el de la ruleta. La familia americana, con su tradicional puritanismo, no amaba que sus hijos se criaran en semejante vecindad; las instituciones p¨²blicas, Ayuntamientos, juzgados, iglesias, tampoco la deb¨ªan de tener por muy honrosa; quiz¨¢ incluso las calles comerciales prefer¨ªan no tenerlas en sus proximidades. Los urbanistas y los propios promotores de casinos sab¨ªan por experiencia que la instalaci¨®n de uno de esos centros hac¨ªa bajar ante la demanda la cotizaci¨®n de los solares colindantes o cercanos; la expansi¨®n natural de una ciudad se atajaba por esos alrededores o acaso se especializaba en el tipo de edificios suburbiales como grandes naves de almacenamiento o centros de distribuci¨®n al por mayor, no s¨¦; aunque supongo que en tal caso ser¨ªa al casino al que ya no le gustase estar all¨ª, y se marchar¨ªa.
Sea de ello lo que fuere, parece ser que fue precisamente ese rechazo tan generalizado el que indujo a Las Vegas ¡ªhoy una ciudad de 600.000 habitantes fijos¡ª a situarse, literalmente, ¡°lejos de todas partes¡±, en medio de un desierto, aun a costa de tener que enfrentarse a gigantescos problemas de orden ¡°log¨ªstico¡±, como hoy gustan de decir aun fuera de contexto militar, empezando desde luego por la tra¨ªda de aguas, que ni me lo imagino. Los otros suministros, como las comunicaciones, el aprovisionamiento general, la iluminaci¨®n, etc¨¦tera, son m¨¢s f¨¢ciles de comprender pero no menos caros, de manera que solo la perspectiva de un gigantesco negocio tur¨ªstico debi¨® de favorecer las autorizaciones ¡ªsupongo que por el Estado de Nevada¡ª y la financiaci¨®n. Y sobre todo es muy de suponer que la originalidad y la osad¨ªa del invento no dejar¨ªa de atraer ins¨®litos privilegios legales y fiscales, no s¨¦. (Todo es de o¨ªdas, no he cruzado el mar).
Aguirre est¨¢ dispuesta a entregar Madrid a un millonario americano
Privilegios legales y fiscales son desde luego los que pide el millonario americano que anda viniendo por Espa?a especialmente en contacto con do?a Esperanza Aguirre, o sea que tal vez es cierto que los tiene en Las Vegas, donde es due?o de una gran instalaci¨®n. Do?a Esperanza ya se ha declarado dispuesta a otorgarle la abolici¨®n de la ley contra el tabaco en sus instalaciones, lo cual es ciertamente una minucia; para eso, menos insignificante me parece acceder a su petici¨®n de que, hasta ver si el negocio se afianza, se le otorgue una rebaja fiscal en la cuant¨ªa de los impuestos con que legalmente est¨¢ gravado en Espa?a el negocio del juego.
Y, por cierto, en relaci¨®n con esos privilegios, ha ido a ser Javier Mar¨ªas el que ha tenido el tino de reparar en lo que el propio millonario ha encarecido como contrapartida o complemento virtuoso, como a manera de ¨¢libi reparador de lo que ser¨ªa el ¡°lado oscuro¡± de su invento, o sea el uso l¨²dico, se?alando la posibilidad de dignificar sus inmensos teatros y salones con un empleo enteramente moral y respetable: las ¡°convenciones¡± nacionales o hasta internacionales, de ecolog¨ªa, de desarrollo sostenible, de neurosociolog¨ªa psicosom¨¢tica, de pensamiento emocional-positivo, o cualquier otra de las causas nobles que preocupan hoy a la humanidad. Todo ello, claro est¨¢, siempre que pueda realmente asegurarse que no toda convenci¨®n tiene que ser necesariamente un puro pavoneo de vanidades y una sesi¨®n de op¨ªparos banquetes. Mar¨ªas celebra con no poco regocijo la devoci¨®n con que Do?a Esperanza se ha agarrado a este hilarante y fraudulento ¡°buen uso¡± encarecido por el millonario para dorar de virtud sus privilegios. Mar¨ªas se abstiene de juzgar, pero yo quiero ver ah¨ª un claro s¨ªntoma de mala conciencia por ambas partes.
Pero vengamos finalmente a lo m¨¢s grave: nada de lo hasta aqu¨ª referido tiene gran importancia; y si la tiene la pierde ante la diferencia capital entre Las Vegas (que no dejar¨ªa por eso de ser puro infierno) y lo que el millonario quiere traer a Espa?a. No la tiene, por supuesto, la condescendencia con el cigarrito, pero tampoco la condonaci¨®n graciosa de una parte de los derechos fiscales con que las leyes gravan la explotaci¨®n comercial del juego, ni la hospitalidad tan generosamente abierta a toda suerte de ¡°convenciones¡± nacionales, internacionales y bla bla bla, bla bla bla. La diferencia capital entre lo que es Las Vegas y lo que el millonario americano pretende instalar en este pa¨ªs, reside en la inconmensurable diferencia entre construir una ciudad o, si se quiere, una aberraci¨®n urbana, en medio de un desierto y hacerlo en los aleda?os de una ciudad de cinco millones de habitantes, tr¨¢tese de Barcelona o de Madrid, y en un lugar cuidadosamente elegido en cuanto a facilidades de acceso, comunicaciones tanto con el interior como con el extranjero. Frente al deliberado ¡ªy a su vez ventajoso, aunque de otro modo¡ª aislamiento de Las Vegas, el capitalista americano ya tra¨ªa elegida la abusiva ventaja de la nueva ¡ªdiferente¡ª ubicaci¨®n: tener los clientes literalmente a la puerta de casa; la electricidad, que bastar¨ªa con empalmar la l¨ªnea; la tra¨ªda de aguas, con llamar al fontanero, etc¨¦tera. Es, por tanto, vergonzosamente abusivo que con tales ventajas todav¨ªa se permita demandar privilegios, si no iguales, an¨¢logos a los que tiene en su negocio de Las Vegas, como lo es, tal vez m¨¢s a¨²n, la ventaja que se ha tomado al elegir, de entre las naciones de ¡°nivel europeo¡± (perd¨®n por esta jerga), precisamente aquella que atraviesa una situaci¨®n econ¨®mica y de paro mucho peor que las dem¨¢s. De entre estas, es sumamente dudoso que ninguna, del V¨ªstula al oeste, hubiese aceptado negocio semejante. En fin, tampoco deja de ser un tanto vergonzoso que una se?ora tal vez un bocadinho de mais pagada de s¨ª misma, pero con tan patri¨®tico orgullo de acendrada espa?olez como para querer hacer de los toros patrimonio de la humanidad, no pueda resistir ver agitarse ante sus ojos un cheque de seis ceros sin sentirse dispuesta a entregarse y entregar Madrid y Espa?a entera a un millonario americano.
Rafael S¨¢nchez Ferlosio es escritor.
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