El gran robo
La Catedral de Santiago es una obra extraordinaria de construcci¨®n y sustracci¨®n
La Catedral de Santiago ha funcionado como un aut¨¦ntico supermercado espiritual, fundado a partir de una gran paradoja: la fertilidad de una tumba. Un extra?o abrazo entre Eros y T¨¢natos. El Camino, con puntos de partida tan remotos como Armenia o Escandinavia, fue para mucha gente y durante mucho tiempo una ruta a la b¨²squeda de la fecundidad. En sepulturas medievales de toda Europa, sobrevive intacta, a la altura del coraz¨®n, la vieira, la concha de Venus, la insignia del deseo. El Camino fue tambi¨¦n un eje de producci¨®n de propaganda b¨¦lica. Hablando de reliquias, todav¨ªa se conservan las herraduras que calzaba el caballo blanco del Ap¨®stol en la batalla de las Navas de Tolosa. Incre¨ªbles, s¨ª, pero con una apariencia m¨¢s veros¨ªmil que el estornudo del Esp¨ªritu Santo que se guarda en una botella en el Santa Sanctorum de Roma. La Catedral de Santiago es una obra extraordinaria de construcci¨®n y sustracci¨®n. La construcci¨®n lleg¨® a lo sublime en la sonrisa p¨ªcara del profeta Daniel en el P¨®rtico de la Gloria. La sustracci¨®n se acentu¨® en la Contrarreforma con la perversi¨®n simb¨®lica del Ap¨®stol cristiano: ¡°?Santiago y cierra Espa?a!¡±. Y ese robo se culmin¨® el 30 de agosto de 1936, cuando se sac¨® a la calle en procesi¨®n la urna con las reliquias apost¨®licas, cubierta por el faj¨ªn de capit¨¢n general de los ej¨¦rcitos, y el arzobispo utiliz¨® por vez primera la denominaci¨®n de Cruzada para la guerra contra la Rep¨²blica: ¡°?Dios lo quiere!¡±. Una horrible sustracci¨®n, que se remach¨® con la entrega de dos esculturas del divino P¨®rtico al dictador. Todav¨ªa, que se sepa, en poder de la familia. La historia pasa, pero la Catedral sigue siendo una incesante factor¨ªa espiritual. Adem¨¢s del C¨®dice Calixtino, la polic¨ªa ha recuperado el facs¨ªmile del Libro de las Horas. No se ha destacado lo suficiente este ¨²ltimo hallazgo. ?No hab¨ªan notado ustedes que en Espa?a nos han robado la hora?
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.