Ciencia para despu¨¦s de un rescate
Debemos asumir que los presupuestos destinados a ciencia y tecnolog¨ªa van a mantenerse austeros por muchos a?os. Hay que apostar por la calidad o la excelencia en lugar de la cantidad
Llevamos tiempo lament¨¢ndonos de los recortes que se han hecho en los Presupuestos del Estado destinados a ciencia y tecnolog¨ªa. Probablemente es hora de que vayamos asumiendo que los presupuestos van a mantenerse austeros por muchos a?os y para muchos quedar¨¢n tal cual durante lo que queda de vida profesional. Hay que asumir que la recuperaci¨®n se va a producir a medio o largo plazo. Mientras tanto deber¨ªamos pensar c¨®mo utilizamos los recursos de forma m¨¢s eficiente para sobrevivir ahora y para que en cuanto la oportunidad se presente nuestra ciencia sea mejor que antes de la crisis.
En los ¨²ltimos a?os pasamos del crecimiento continuado con altibajos que ten¨ªa el sistema de ciencia y tecnolog¨ªa desde los a?os ochenta, a un incremento que casi dobl¨® algunos fondos entre 2003 y 2006 para acabar acumulando reducciones sistem¨¢ticas que siguen en 2012. Pasamos de incrementos significativos de plazas y contratos en centros de investigaci¨®n y en universidades a una congelaci¨®n de las convocatorias y una eliminaci¨®n casi completa de contratos temporales. Se afirma que el sistema hab¨ªa crecido sin control y es muy probable que el sistema fuera ineficiente y despilfarrador. Se dice que es una oportunidad para ponerlo en una dimensi¨®n adecuada aunque su tama?o es, se mire por donde se quiera, inferior al de los pa¨ªses que cuentan en ciencia. Pero los recursos son lo que son, el paro y los intereses de la deuda son enormes y debemos prepararnos a vivir con lo que hay.
A partir de esta constataci¨®n podr¨ªa haber como m¨ªnimo dos tipos de soluciones. Una de ellas ser¨ªa reducir todo el sistema por igual. De este modo todo seguir¨ªa igual pero con menos dinero. Rebajamos los sueldos a todos, cerramos los establecimientos dos semanas o un mes y reducimos el dinero que se da a los proyectos de investigaci¨®n, todos por igual. Esto quiere decir que rebajamos nuestras ambiciones y nos quedamos a la espera de que la tormenta amaine y el ladrillo vuelva a tirar del carro. La otra soluci¨®n ser¨ªa concentrar esfuerzos y dinero en unos centros, unos grupos y unos proyectos, al tiempo que eliminamos cualquier elemento del sistema que haga perder tiempo y dinero. Es decir, se tratar¨ªa de apostar por la calidad o la excelencia, definidas de alguna forma, en lugar de la cantidad. Se dice que solo la investigaci¨®n de frontera es la que vale y debemos concentrar nuestros esfuerzos en ella. Parece que todo el mundo apuesta por la segunda soluci¨®n, pero la realidad es que todos los hechos van hacia la primera.
Y es que actuar priorizando unos proyectos sobre otros, unas disciplinas sobre otras o unos centros sobre otros implica evaluar y priorizar, tomar decisiones y esto es muy comprometido y todo el entramado administrativo est¨¢ montado para impedirlo. El anterior presidente del CSIC afirm¨®, sin explicar c¨®mo hab¨ªa llegado a esta conclusi¨®n, poco antes de dejar el cargo, que habr¨ªa que cerrar el 30% de sus centros. Desde luego desde entonces no ha pasado nada. Se afirma que hay duplicaciones en universidades y que habr¨ªa que suprimir actividades docentes, pero tampoco nadie parece actuar en consecuencia. Los rectores no tienen mecanismos para reestructurar sus plantillas o sus asignaturas y si lo hicieran se enfrentar¨ªan no ¨²nicamente a los afectados sino tambi¨¦n a las leyes vigentes. Quienes eval¨²an los proyectos son en Espa?a cient¨ªficos espa?oles y en estas condiciones los resultados dependen de las personalidades de los que intervienen en la evaluaci¨®n y sus resultados son impredecibles. Y adem¨¢s todos los actores somos funcionarios, y por tanto, seg¨²n la legislaci¨®n vigente, intocables. Sin embargo puede ocurrir que cuando se hagan recortes de salarios lo que se acabar¨¢ haciendo es reducir los complementos que son los que justamente marcan la diferencia hacia aquellos que pueden demostrar una cierta productividad.
Se han asumido recortes de salarios que ya eran bajos en comparaci¨®n con Europa
Por otra parte, el sistema actual est¨¢ basado en reglas administrativas que no est¨¢n pensadas para la actividad cient¨ªfica y que hacen perder recursos por todas partes. La gesti¨®n de las subvenciones o del personal da lugar a unas rigideces burocr¨¢ticas pensadas para otros usos que la reforma de la Ley de la Ciencia aprobada en 2011 no pudo arreglar suficientemente. Si la legalidad vigente impide la optimizaci¨®n de recursos se deber¨ªa concluir que la ley est¨¢ mal hecha y por tanto se necesitar¨ªa su reforma. Esto es lo que proclaman los Gobiernos, es algo que se est¨¢ haciendo en algunos casos para favorecer la apertura de empresas y comercios pero no en la gesti¨®n de la ciencia. La ciencia necesita de mecanismos de gesti¨®n que no son los de la Administraci¨®n General del Estado ni los de la Funci¨®n P¨²blica. En todos los pa¨ªses se han creado instancias intermedias para ello y veremos qu¨¦ pasa en la Administraci¨®n espa?ola.
El actual Gobierno afirm¨® en alg¨²n momento que tendr¨ªa una agenda reformista agresiva. Si se lee el documento que cuelga del Ministerio de Econom¨ªa sobre las reformas previstas, hay un p¨¢rrafo de reducido tama?o dedicado a reformas en el sistema de ciencia y tecnolog¨ªa en el que la ¨²nica prevista es la creaci¨®n de una Agencia de Ciencia y Tecnolog¨ªa que hubiera debido estar aprobada antes de junio de 2012. La realidad es que se ha salvado in extremis en el Senado y ya se anuncia que tendr¨¢ una ambici¨®n reducida. Hay que recordar que la conversi¨®n del CSIC en la Agencia ha resultado tener efectos muy limitados. La reforma de las universidades se deja hasta tener el informe de una comisi¨®n formada al efecto. En los cajones de alg¨²n ministerio habr¨¢ informes diversos que analizan las debilidades de nuestro sistema y proponen soluciones, pero por ahora una nueva comisi¨®n har¨¢ un nuevo informe.
Las nuevas generaciones no van a ver ninguna raz¨®n para trabajar en nuestro sistema
Cuando los recursos son escasos, lo que parece obvio ser¨ªa optimizar recursos. En la vigente Ley de la Ciencia, aprobada a fines de 2011 con los votos de todos los partidos pol¨ªticos, se habla de una ¡°estrategia estatal¡± que deber¨ªa proponer prioridades para la ciencia y que deber¨ªa servir para coordinar los diferentes actores, incluyendo las comunidades aut¨®nomas. Es posible que alguien se haya reunido para hablar del tema, pero no parece que haya habido grandes efectos, al menos los investigadores y los gestores no nos hemos enterado todav¨ªa. Un efecto colateral de importancia al definir una estrategia cient¨ªfica deber¨ªa ser nuestra pol¨ªtica europea a la que los investigadores somos invitados a dirigirnos con urgencia. Para influir en Europa de forma que las decisiones que se tomen faciliten nuestro acceso a sus fondos se necesita saber lo que se quiere. El dinero de fondos europeos es sin duda interesante, pero en t¨¦rminos generales es relativamente marginal y a ¨¦l se accede por una parte por la v¨ªa de la calidad excelente del investigador. Se trata de competir con cualquier grupo europeo y en ese contexto la dificultad de construir una carrera cient¨ªfica en nuestro pa¨ªs se demuestra de forma aplastante cuando se compara con la solidez de los grupos europeos. En general en esta competici¨®n ganan m¨¢s f¨¢cilmente los j¨®venes acabados de llegar del extranjero que aquellos que han construido su carrera en Espa?a. Tambi¨¦n se puede acceder a dinero europeo por la v¨ªa de consorcios de investigaci¨®n en los cuales lo m¨¢s frecuente es que se vaya a rastras de aquellos pa¨ªses que saben influir eficazmente en definir la pol¨ªtica europea.
En estos momentos dif¨ªciles para la econom¨ªa espa?ola, los cient¨ªficos somos plenamente conscientes de que hay que hacer sacrificios. Ya se han asumido recortes de salarios que ya eran bajos en comparaci¨®n con lo que ocurre en Europa. Se entiende que la construcci¨®n de nuevos centros puede detenerse y la compra de nuevo instrumental puede aplazarse por alg¨²n tiempo que no deber¨ªa ser excesivo. Quiz¨¢ hab¨ªa habido algunos excesos en ciertos programas, quiz¨¢ se ha querido equilibrar el territorio con el dinero que iba dirigido a universidades, parques cient¨ªficos y centros de investigaci¨®n. Es cierto que se mantienen algunos programas de personal y se preserva algo de lo m¨¢s esencial. Sin embargo, por debajo de un cierto nivel de financiaci¨®n, el sistema no puede funcionar y sin ir renovando el personal los centros de investigaci¨®n (la edad media del personal del CSIC es ahora de 47 a?os) y universidades van a envejecer irremisiblemente. Y sobre todo sin dar una indicaci¨®n de c¨®mo vamos a hacerlo en cuanto sea posible, las nuevas generaciones no van a ver ninguna raz¨®n para trabajar en nuestro sistema. En conjunto falta una actuaci¨®n con reformas coherentes que permitan optimizar recursos y sobre todo indicar ad¨®nde se quiere ir si alg¨²n d¨ªa la crisis remite. Sin actuaciones en esta direcci¨®n, el sistema va a ir entrando en un proceso melanc¨®lico de envejecimiento a la espera de que los mercados se calmen y volvamos a las viejas costumbres. Y en esta situaci¨®n la funci¨®n de la ciencia en la creaci¨®n del conocimiento y su participaci¨®n en una econom¨ªa avanzada ser¨¢ imposible.
Pere Puigdom¨¨nech es profesor de Investigaci¨®n del CSIC.
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