Menos perd¨®n y m¨¢s consecuencias
Un extravagante jefe de Gobierno anuncia, ocho meses despu¨¦s de elegido, que no puede hacer nada de lo que ofreci¨®
Los responsables de Novagalicia han pedido perd¨®n por el enga?o que llevaron a cabo sus predecesores vendiendo a infelices ahorradores un producto peligroso. Tambi¨¦n han pedido 6.000 millones de euros para tapar el agujero de la entidad. Mejor ser¨ªa que la petici¨®n de perd¨®n fuera acompa?ada del env¨ªo a la justicia de los documentos que permitan llevar a la c¨¢rcel a quienes ordenaron ese tipo de operaciones y del despido fulminante de los directivos que vendieron preferentes en las sucursales, por sinverg¨¹enzas.
Es fundamental recordar que en las sociedades democr¨¢ticas no se trata de pedir perd¨®n, sino de exigir responsabilidades. Esa falta de exigencia pol¨ªtica, empresarial y/o penal sigue siendo uno de los mayores problemas de la democracia en Espa?a y el origen de la profunda desconfianza que sienten los ciudadanos. Perciben que las instituciones no funcionan como debieran (basta ver el espect¨¢culo del Consejo General del Poder Judicial, cuyos miembros demuestran que nunca merecieron el trato que reciben, o la incapacidad del Congreso para responder a la necesaria pregunta ?c¨®mo hemos llegado hasta aqu¨ª?). Comprueban que el enga?o en pol¨ªtica y en la vida econ¨®mica est¨¢ alcanzando unas cotas grotescas y, abrumados por la cat¨¢strofe, pierden de vista lo esencial: no hay que cejar en la petici¨®n de responsabilidades.
Justo es reconocer que la pol¨ªtica siempre ha tenido una grieta en su credibilidad, pero en los ¨²ltimos meses se ha convertido en un abismo. Mariano Rajoy acudi¨® esta semana al Congreso para explicar que est¨¢ haciendo todo lo contrario de lo que prometi¨® porque las cosas no son como pensaba o como cre¨ªa. Pr¨¢cticamente, pide perd¨®n por haberse presentado a las elecciones sin estar al tanto de lo que ocurr¨ªa, pese a ser el jefe de la oposici¨®n desde hac¨ªa ocho a?os, de ser el secretario general de un partido que gobernaba ya la mayor¨ªa de las comunidades aut¨®nomas, pese a tener una extensa experiencia de gobierno y pese a mantener m¨²ltiples contactos dentro de las Administraciones p¨²blicas. No puede prometer nada, sino constatar que todo est¨¢ muy mal. Es el primer presidente de un Gobierno que acude al Parlamento, ocho meses despu¨¦s de ser elegido, para decir: ¡°Les dije que iba a subir el paro. Les dije que todo iba a ir mal¡±. ?Qu¨¦ quieren que le haga?
El 76% de los espa?oles no creen que las medidas anunciadas permitan salir de la crisis. Ese es, en realidad, el dato m¨¢s relevante de lo sucedido esta semana. La gran mayor¨ªa de los espa?oles piensan que el sufrimiento que se avecina no tiene otro objetivo que la supervivencia del sistema financiero. No vislumbran que se reactive el cr¨¦dito, ni el mercado de trabajo, ni que se pueda reconstruir el tejido de miles de empresas ya destruidas (m¨¢s de 21.000 empresas de entre 3 y 50 trabajadores desaparecieron en los ¨²ltimos tres a?os, y de ellas, 5.964 entre enero de 2011 y junio de 2012, seg¨²n la Seguridad Social). Ese es exactamente el mismo porcentaje de espa?oles que no creyeron, en mayo de 2010, con raz¨®n, que el duro recorte que anunci¨® el entonces presidente, Jos¨¦ Luis Rodr¨ªguez Zapatero, fuera a servir de algo.
El descr¨¦dito de la pol¨ªtica, la convicci¨®n de que los principales partidos son incapaces de ofrecer un plan que permita ver la salida de esta cat¨¢strofe, es colosal. El l¨ªder de la oposici¨®n, el socialista Alfredo P¨¦rez Rubalcaba, no consigue salir del bucle que le atrapa, una especie de sordina que amortigua su mensaje, que desdibuja cualquier posible debate con Rajoy y que tiene como r¨¢pido efecto la profunda insatisfacci¨®n de sus seguidores.
Del presidente del Gobierno solo se puede decir que est¨¢ abrasado. Algunos, dentro de su propio partido, empiezan a pensar en una operaci¨®n para que no acabe el mandato y que, llegado ese momento, la mayor¨ªa absoluta del PP en el Congreso elija otro presidente menos da?ado para encabezar una nueva campa?a. Ser¨ªa un final l¨®gico para uno de los pol¨ªticos que m¨¢s han usado la inconsistencia como arma pol¨ªtica. Quiz¨¢ Rajoy sea en el fondo un hombre original que merezca una justa biograf¨ªa, como aseguran quienes m¨¢s le aprecian, pero de momento es un presidente del Gobierno extravagante.
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