Obrador es un lastre
La izquierda mexicana deber¨ªa replantearse el liderazgo de su candidato presidencial derrotado
Es muy improbable que prospere el recurso de la izquierda mexicana, aglutinada en torno al derrotado Andr¨¦s L¨®pez Obrador, para invalidar las recientes elecciones presidenciales, argumentando la compra y manipulaci¨®n de millones de votos por el Partido Revolucionario Institucional (PRI). Los siete puntos de ventaja (m¨¢s de tres millones de sufragios) del presidente electo y candidato del resucitado PRI, Enrique Pe?a Nieto, representan presumiblemente para las autoridades electorales, que tienen hasta septiembre para pronunciarse, un argumento contundente sobre un proceso en el que no hay evidencia de irregularidades a gran escala.
Sin duda, las protestas callejeras expresan la insatisfacci¨®n de muchos mexicanos con el regreso al poder del PRI, que mantuvo durante siete d¨¦cadas el control absoluto del pa¨ªs, hasta su defunci¨®n electoral en 2000. Pero ese inquietante retorno de un partido ¨ªntimamente asociado a la corrupci¨®n ¡ªaunque con una mayor¨ªa insuficiente que le obligar¨¢ a pactar con otras formaciones para sacar adelante sus proyectos¡ª no puede ocultar el hecho de que el populista Obrador ha sido siempre un mal perdedor.
Lo es ahora, aun cuando curiosamente no haya denunciado los resultados de las elecciones al Congreso ¡ªcelebradas tambi¨¦n el 1 de julio y en id¨¦nticas circunstancias que las presidenciales¡ª, quiz¨¢ porque su coalici¨®n izquierdista se ha convertido en la segunda fuerza del nuevo Parlamento. Y lo fue en 2006, de manera totalmente impresentable, cuando perdi¨® por menos de un punto la jefatura del Estado ante Felipe Calder¨®n; entonces se declar¨® presidente leg¨ªtimo y encabez¨® durante meses una desestabilizadora protesta callejera en la capital del pa¨ªs.
La izquierda mexicana viene fracasando desde 1988 en su intento de alcanzar la presidencia. Para los correligionarios de L¨®pez Obrador parece llegado el momento de preguntarse si les conviene como l¨ªder un hombre dos veces derrotado, con tendencia al victimismo conspiratorio y cuyo estilo abrasivo y anquilosado le ha enajenado una parte de su voto natural. Obrador es un lastre. En su propio partido, el PRD, hay dirigentes ¡ªMarcelo Ebrard, jefe del Gobierno del Distrito Federal, o su sucesor, Miguel ?ngel Mancera, entre otros¡ª, pragm¨¢ticos y dialogantes, que no suscitan el rechazo de los electores y est¨¢n en mucha mayor sinton¨ªa con las realidades del M¨¦xico de hoy.
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