Curiosidad en Marte
El robot de la NASA no hallar¨¢ vida en el planeta rojo, pero es una nueva luz para la ciencia
La pregunta volver¨¢ a escucharse estos d¨ªas con toda seguridad: ?Para qu¨¦ ir a Marte con todos los problemas que tenemos en la Tierra? La pregunta es pertinente y merece responderse. El aterrizaje del robot Curiosity en el cr¨¢ter Gale ¡ªun boquete abierto junto al ecuador del planeta vecino por el impacto de un meteorito hace 3.500 millones de a?os¡ª es en primer lugar una proeza t¨¦cnica sin precedentes: una obra maestra de la ingenier¨ªa humana, y por tanto la ¨²ltima heredera de la misma venerable tradici¨®n que engendr¨® nuestros puentes y ferrocarriles, las m¨¢quinas que circulan sobre ellos y la energ¨ªa que las hace funcionar; la misma que ha iluminado nuestras calles y nuestras casas, que nos permite navegar y volar, que ha inventado las comunicaciones e imaginado los ordenadores; la misma que ha transformado la sociedad medieval en el interconectado mundo de ciudadanos libres que pretendemos ser.
Ir a Marte no es lo contrario de ayudar a la humanidad: es lo mismo. Las cr¨ªticas a las haza?as espaciales de la guerra fr¨ªa tampoco tienen ya mucho sentido. Ya nadie est¨¢ intentando ganar una carrera a los rusos para clavar una bandera en un pedregal extraterrestre. Si con alguien tienen que luchar ahora la NASA, la ESA y las dem¨¢s agencias espaciales del mundo es contra la escasez presupuestaria de sus propios Gobiernos. Y si la agencia norteamericana tiende ocasionalmente a ciertos excesos propagand¨ªsticos no es ya para proclamar la superioridad de la estirpe fundada por los pasajeros del Myflower, sino para pedir fondos al Capitolio.
El robot Curiosity no ha ido al planeta rojo a buscar vida. No la encontrar¨ªa ni aun cuando la estuviera pisando ahora mismo con sus seis ruedas, porque no est¨¢ preparado para ello. Quiz¨¢ alg¨²n d¨ªa haya dinero para ese experimento, pero de momento corren tiempos de recortes presupuestarios, aqu¨ª y en Marte. Y no, Curiosity tampoco ha ido a plantar en el cr¨¢ter Gale la primera piedra de una colonia marciana, ni a sembrar cereales transg¨¦nicos que alimenten a sus futuros habitantes. Pero sus objetivos se encuentran entre los m¨¢s dignos que es capaz de concebir nuestra especie: profundizar en el conocimiento del planeta vecino, de su geolog¨ªa y de su historia, que es tambi¨¦n la de nuestra vecindad c¨®smica.
?Por qu¨¦ ir a Marte? El nombre del robot lo dice: por curiosidad, la verdadera fuerza motriz de la ciencia.
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