Mediterr¨¢neos
Yo nac¨ª, como Joan Manuel Serrat, en el Mediterr¨¢neo. Y a ¨¦l regreso cada vez que necesito resta?ar heridas o cuidados para el alma.
El Mediterr¨¢neo es un mar-naci¨®n cuyas fronteras viene delimitadas por una luz especial y por un intenso olor a tomillo, lavanda y romero.
El Mediterr¨¢neo es el azul de una cala del Adri¨¢tico, el blanco de una iglesia ortodoxa en Mikonos, el verde de los olivos de Djerba. El Mediterr¨¢neo es el violinista armenio que me amenizaba las cenas en la playa de la isla turca de Kekova, el viento h¨²medo de Levante, los pueblos blancos llenos de buganvillas de las costas de Or¨¢n, la ruinas de Siracusa, la sabidur¨ªa perdida de la bibliotecas de Efeso o de Alejandr¨ªa. Es la civilizaci¨®n que creci¨® en torno al vino y el aceite de oliva. Es un oasis de palmeras que sume en la penumbra el vergel y alienta un peque?o mundo de huertas, norias, azarbes y acequias.
Hay una pel¨ªcula deliciosa de Gabriele Salvatores que se llama as¨ª,¡°Mediterr¨¢neo¡±, ganadora del ?scar a la mejor pel¨ªcula extranjera en 1991. Y un libro de Rafael Chirbes, "Mediterr¨¢neos", de lectura obligada a los ciudadanos y a los forasteros enamorados de este mar-naci¨®n.
¡°IX Mediterr¨¢neos¡± es un libro de viajes, pero colgado de las paredes. Un recorrido visual por Alejandr¨ªa, Cartagena, Estambul, Mallorca, N¨¢poles, Patmos, Sicilia, Split y Venecia en el que curiosamente nunca se ve el Mediterr¨¢neo, sino los objetos, los lugares, las plantas, las ruinas cl¨¢sicas, los rincones secretos de cada una de esas ciudades vistas desde la perspectiva del mar. ¡°El mar es un tel¨®n invisible. No aparece, aunque es el protagonista/creador de los lugares¡±, dice Cano.
Os recomiendo vivamente visitar la exposici¨®n. Estar¨¢ en Cartagena hasta el 15 de septiembre y de aqu¨ª ir¨¢ a los Mercados de Trajano, en Roma.
Adem¨¢s, solo el envoltorio de la exposici¨®n es raz¨®n de sobra para visitarla. El Teatro Romano de Cartagena puede considerarse el gran hallazgo arqueol¨®gico de la segunda mitad del siglo XX en Espa?a. Todo el mundo supon¨ªa su existencia pero nadie sab¨ªa d¨®nde pudo estar. Hasta que en 1988 al derribar una vivienda en el centro de la ciudad apareci¨® una evidencia cierta. Se tir¨® del hilo, se expropi¨® y derrib¨® un barrio entero y ?eureka!... all¨ª debajo estaba, un teatro del siglo I a. C, con capacidad para 6.000 espectadores (uno de los m¨¢s grandes de la Hispania romana) enterito.
El rehabilitado teatro y el museo anexo, obra de Rafael Moneo, son ahora la se?a de identidad de la nueva Cartagena.
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