El euro como problema
Los a?os de moneda com¨²n y pol¨ªtica monetaria ¨²nica han supuesto para la econom¨ªa espa?ola un crecimiento destacado. Pero tambi¨¦n se han producido importantes costes, como una p¨¦rdida significativa de competitividad
En el contexto cr¨ªtico actual se aviva el debate sobe el euro como moneda com¨²n, en un entorno institucional d¨¦bil, deficiente y asim¨¦trico. Debate que en puridad debiera haberse tenido all¨¢ por finales de los a?os noventa del pasado siglo, cuando el euro arranca y se define el ¡°manual de comportamiento¡± para los integrantes del club (el Pacto de Estabilidad y Crecimiento). Pero entonces, la euforia europe¨ªsta que acompa?aba a una fase de intenso crecimiento econ¨®mico nos obnubil¨® y aceptamos sin m¨¢s las bondades de una moneda ¨²nica, sometida tan solo a criterios de corte monetarista que no contemplaban para nada el dis¨ªmil mapa econ¨®mico de la Europa que se integraba. Y as¨ª no se tom¨® en cosideraci¨®n el posible impacto asim¨¦trico de una crisis intensa en el ¨¢rea monetaria. Ahora, en un corto espacio de tiempo se ha transmutado la visi¨®n de la moneda com¨²n, desde soluci¨®n a problema.
Se habla del euro y de salvar la moneda ¨²nica en abstracto, sin considerar las estructuras productivas en las que opera. As¨ª, el euro aparecer¨ªa como un instrumento que permite dar unidad y cohesi¨®n a todas las econom¨ªas por igual, ser¨ªa neutral respecto al desenvolvimiento de las diferentes econom¨ªas. Sin embargo, no lo es y no lo puede ser en la actual arquitectura institucional con la evidencia de importantes asimetr¨ªas entre las econom¨ªas europeas. En consecuencia, la pol¨ªtica monetaria del BCE influye en la cotizaci¨®n del euro, con efectos dispares para los diferentes territorios econ¨®micos. Una determinada interpretaci¨®n de los problemas de los d¨¦ficits, primas, deudas... lleva a aplicar pol¨ªticas de austeridad, fracasadas, ahora y en el pasado, en pa¨ªses con este tipo de problemas, que ahondan, en vez de solucionar, los problemas financieros, ya que llevan al estancamiento econ¨®mico y a un c¨ªrculo vicioso de bajada de recaudaci¨®n, d¨¦ficit, incremento de la deuda, aumento de la prima de riesgo, m¨¢s d¨¦ficit ¡ y vuelta a empezar.
Se habla de salvar esta moneda sin considerar las estructuras productivas en las que opera
As¨ª pues, la gesti¨®n que del euro hace el Banco Central Europeo no es neutral en el desenvolvimiento de las econom¨ªas europeas, act¨²a considerando principalmente el criterio del pa¨ªs m¨¢s grande del ¨¢rea, el pa¨ªs teut¨®n. Ocurri¨® poco antes de esta Gran Depresi¨®n cuando Alemania no crec¨ªa y el BCE bajaba los tipos de inter¨¦s que espolearon la inflaci¨®n y las p¨¦rdidas de competitividad de econom¨ªas recalentadas como la nuestra, al tiempo que incentivaban el endeudamiento privado. Eso s¨ª, esta forma de actuar permit¨ªa a Alemania salir de su particular crisis. Justo lo contrario de lo que ocurre en estos ¨²ltimos tiempos. Cuando se necesitan est¨ªmulos monetarios y fiscales en las econom¨ªas perif¨¦ricas, se han mantenido pol¨ªticas restrictivas. Los recuerdos alemanes de su gran inflaci¨®n, en el periodo de entreguerras, son una excusa perversa para mantener pol¨ªticas antiinflacionistas que ahora m¨¢s bien garantizan el valor real de sus empr¨¦stitos a los prestamistas alemanes y otros. ?A costa de qui¨¦n? Ya lo saben: del empleo y las condiciones de vida de una buena parte de la poblaci¨®n de los pa¨ªses perif¨¦ricos.
Bajo estas premisas, el ¡°rescate¡± anunciado para la econom¨ªa espa?ola, como instrumento para solucionar esta crisis de la deuda, no deja de ser una farsa, pensada m¨¢s bien para atender los intereses de los irresponsables prestamistas de determinados pa¨ªses. Y el euro se debilita, lo que a?ade m¨¢s le?a al fuego de las necesidades de financiaci¨®n de las econom¨ªas m¨¢s d¨¦biles; los operadores financieros no act¨²an solo contra la deuda soberana espa?ola o italiana, pasan tambi¨¦n factura por la p¨¦rdida de fortaleza de la moneda ¨²nica, sensible a la situaci¨®n general de la eurozona. De soluci¨®n para los problemas econ¨®micos de los miembros del club, el euro pasa a convertirse en parte del problema. Desconfianza internacional en el euro, pero con una relativa fortaleza, hasta momentos recientes, por mor de la econom¨ªa alemana que siendo competitiva retiene las ventajas de una moneda fuerte. Y, por tanto, no se deval¨²a lo suficiente como para ayudar a las exportaciones de los pa¨ªses perif¨¦ricos.
Esta situaci¨®n no solo refleja la confrontaci¨®n de intereses nacionales diversos, que dificultan cuando no impiden, la definici¨®n de una pol¨ªtica com¨²n de refuerzo del euro y apoyo a los pa¨ªses con crisis de deuda. Afloran tambi¨¦n intereses econ¨®micos espurios que oponen, en ¨²ltima instancia, la rentabilidad segura de ciertos sectores econ¨®micos, particularmente financieros, a una estrategia mancomunada de crecimiento econ¨®mico que, sobre la base de la intervenci¨®n intensa del BCE (al modo de la Reserva Federal o del Banco Central de Inglaterra), de apoyo a la estabilidad de la moneda com¨²n al tiempo que asegura unos tipos de interes razonables para las operaciones de deuda de los Estados miembros. Y esta estrategia no pasa por operaciones de ¡°rescate¡± que deterioran la imagen del pa¨ªs rescatado, haciendo casi imposible su acceso a los mercados privados de cr¨¦dito, al tiempo que establecen una condicionalidad adicional (m¨¢s recortes) al pa¨ªs en cuesti¨®n.
El ¡°rescate¡± anunciado para la econom¨ªa espa?ola no deja de ser una farsa
Llegados aqu¨ª, la pregunta que surge con fuerza es si no estar¨ªamos mejor fuera del euro, retornado a una moneda propia que permitiera realizar una pol¨ªtica monetaria nacional. Resulta complejo enumerar y evaluar las consecuencias de una hipot¨¦tica salida del euro. Los a?os de moneda com¨²n y pol¨ªtica monetaria ¨²nica han supuesto para la econom¨ªa espa?ola un ritmo de crecimiento destacado. Pero tambi¨¦n se han producido importantes costes resumidos en una p¨¦rdida significativa de competitividad. Sin duda, no es el euro el causante de este fracaso pero posiblemente s¨ª que sea en estos momentos el cors¨¦ que dificulta la recomposici¨®n de nuestro tejido productivo desde una perspectiva m¨¢s s¨®lida, es decir, fortaleci¨¦ndolo m¨¢s all¨¢ de una econom¨ªa de servicios tur¨ªsticos. O mejor dicho, lo son la pol¨ªtica monetaria del BCE y el acompa?amiento de las pol¨ªticas fiscales de ajustes establecidas por Bruselas.
Las diferencias en el nivel de competitividad son dif¨ªciles de compensar en el corto plazo con pol¨ªticas de est¨ªmulo fiscal o monetario, que, sin embargo, resultan imprescindibles en este momento, ante la inanici¨®n de la iniciativa privada ¡ªecon¨®mica y financiera¡ª para que nuestra econom¨ªa crezca. En consecuencia, fuera del euro, aparte de la incalculable debacle que durante un tiempo se producir¨ªa, con los costes de ello derivado, ?tendr¨ªamos m¨¢s posibilidades de restaurar y mejorar nuestro modelo productivo? Habr¨ªa posibilidades de devaluar una moneda nacional para ayudar a mejorar nuestra competitividad (para Fitch ¡ª1/6/2012¡ª, una posible moneda nacional habr¨ªa de devaluar un 30% para posicionarse en el nivel competitivo de la econom¨ªa alemana, equivalente al 25%, que calcula Paul Krugman como reducci¨®n necesaria de precios y salarios en ausencia de moneda propia, para tal objetivo), abriendo paso al cambio de modelo productivo que requerimos. E hipot¨¦ticamente podr¨ªa servir para reducir nuestra enorme deuda que atenaza el consumo, a pesar de los compromisos existentes de pagar deudas en euros.
Y dentro del euro ?hay soluci¨®n? El rescate tiene un recorrido limitado, m¨¢s all¨¢ incluso de los efectos negativos se?alados. M¨¢s posibilidades existen con la expansi¨®n monetaria, que incrementar¨ªa las tensiones inflacionistas para aligerar el endeudamiento privado y p¨²blico y reducir¨ªa la cotizaci¨®n del euro, est¨ªmulo para incrementar las exportaciones. Pero, ?por qu¨¦ no se hace? Una primera raz¨®n es de defensa de los mayores acreedores europeos. Record¨¦moslo, los rescates siguen un enfoque conservador de pol¨ªtica econ¨®mica. Una segunda es consecuencia de las carencias del modelo institucional europeo. Un nuevo marco m¨¢s adecuado a los problemas actuales que significar¨ªa eurobonos, mutualizaci¨®n la deuda, que el BCE compre deuda soberana, al tiempo que cedemos capacidad decisora a una autoridad com¨²n. Las imperfecciones de la arquitectura europea hacen dif¨ªcil este camino que exigir¨ªa de una autoridad econ¨®mica com¨²n con capacidad decisoria, pensando en intereses globales, en suma, una Europa m¨¢s federal, m¨¢s solidaria, es lo que podr¨ªa hacer funcionar el euro con efetos menos asim¨¦tricos. Es posible tambi¨¦n, que la gravedad de la situaci¨®n ilustre que la ruptura del euro es factible y que puede perjudicar a todos gravemente, y particularmente a la econom¨ªa alemana, y entonces todos nos pongamos a trabajar en la antedicha direcci¨®n.
Santos M. Ruesga es catedr¨¢tico de Econom¨ªa Aplicada de la Universidad Aut¨®noma de Madrid. Jos¨¦ Manuel Lasierra es profesor titular de Econom¨ªa de la Universidad de Zaragoza.
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