Guerra a los refrescos
Las pol¨ªticas de salud p¨²blica incorporan nuevos impuestos sobre las bebidas con azucar
En Francia se aprob¨® el a?o pasado un impuesto especial para las bebidas azucaradas. En Italia se est¨¢ estudiando gravar las bebidas alcoh¨®licas que llevan az¨²car y los refrescos edulcorados. En Finlandia est¨¢n en el punto de mira de Hacienda los refrescos, pero tambi¨¦n el chocolate y los helados. Dinamarca aplica desde el 1 de octubre unas tasas especiales a productos con m¨¢s del 2,3% de grasas saturadas. En el Reino Unido una academia de m¨¦dicos pidi¨® que se proh¨ªba que firmas como McDonald's o Coca-Cola patrocinen grandes acontecimientos deportivos. Y en Nueva York el alcalde ha conseguido que no se permita la venta de refrescos de tama?o extragrande. Son unas cuantas iniciativas que apuntan al mismo sitio: penar a trav¨¦s de los impuestos a las bebidas azucaradas y colaborar, as¨ª, a reducir su poco recomendable influencia en la salud de los ciudadanos. En este caso, sobre todo en la de los m¨¢s j¨®venes, habitualmente m¨¢s proclives a consumir estos productos. No est¨¢ de m¨¢s tener, al respecto, los datos de Espa?a: el 19% de los ni?os padece obesidad y el 26%, sobrepeso.
En vez de la prohibici¨®n directa, una medida acaso excesiva, la idea es subir los impuestos y eso provocar¨¢ el incremento de los precios de esos productos, con lo que reducir¨¢ su consumo. El exceso de az¨²car puede provocar tambi¨¦n hipertensi¨®n, diabetes, ataques al coraz¨®n, enfermedades en los huesos. No sobran, por tanto, campa?as de salud p¨²blica para reducir sus efectos nocivos.
Luego est¨¢n los otros rendimientos del plan. Si los impuestos que planifica Italia se aprueban finalmente podr¨ªan suponer para Hacienda unos 250 millones de euros por cada curso. En Francia la tasa a las bebidas azucaradas permite recaudar unos 120 millones por a?o. No est¨¢ mal en tiempos de crisis. Pero este es justamente el aspecto sobre el que han incidido los fabricantes de refrescos. No solo nos estigmatizan, dicen, es que adem¨¢s nos utilizan para recaudar unos cuantos cuartos en ¨¦pocas de indigencia.
Sea como sea, los que terminan ganando son siempre los mismos. Para proteger la salud p¨²blica, subieron los impuestos en Dinamarca a un mont¨®n de productos. ?Saben d¨®nde acuden, seg¨²n un estudio, los daneses a comprarlos? Cruzan la frontera¡ y gastan en Alemania.
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