Ol¨¦ faena
El presidente del Gobierno es como esos maridos inm¨®viles, impenetrables, que no mueven la ceja ni abren la boca mientras t¨² te exasperas
Queridos ni?os y ni?as de Espa?a, fijaos bien cada vez que TVE retransmita corridas de toros, porque una fina observaci¨®n del noble animal y sus caracter¨ªsticas es lo m¨¢s que en esta vida vais a aprender de anatom¨ªa, o de cualquier cosa. Contemplad con deleite las astas, la soberbia cerviz, finalmente obligada a inclinarse ante el Valiente con medias rosas, admirad la l¨ªnea ¨¢gil de los cuartos traseros, el remolino de sus pezu?as en la arena, el garbo de la cola cuando sacude las moscas, esa cola que, con suerte, acabar¨¢ ensangrentando las manos del triunfador.
Sangrados los profesores, amazacotados en aulas vosotros, mis queridos ni?os y ni?as de las ruinas de Espa?a, correr¨¦is contentos a casa para contemplar, en temporada, esa gran lecci¨®n de hombr¨ªa de bien y valores eternos, y, de paso, de amor a la naturaleza. Entre corrida y corrida, y en ausencia del fascinante arte de C¨²chares, pod¨¦is consolaros trabajando los acentos de los actores que participan en los culebrones con que nos ilustra la ex P¨²blica.
Mientras, el presidente del Gobierno levita por dentro y se muestra Tancredo por fuera. El m¨¢ximo Oreja le tilda de liberal, pero solo es un indolente, y tiene otras preferencias, y utiliza otros tiempos. El presidente del Gobierno es como esos maridos inm¨®viles, impenetrables, de culo berroque?o, que no mueven la ceja ni abren la boca mientras t¨² te exasperas.
Rajoy, aparentando que no es nada, es lo peor que le ha pasado a este pa¨ªs que, como si fuera una inmensa monja incauta ¡ªy catat¨®nica, como ayer se?alaba David Trueba¡ª, se ha encontrado de pronto casado con Rajoy como la Iglesia se casa con Cristo. Lo que pasa es que Cristo no est¨¢, y el presidente, s¨ª. Y cumple su programa.
Aprended lo que pod¨¢is, criaturas. A ver si alg¨²n d¨ªa mejor¨¢is esto.
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