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Tribuna
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La tragedia de la Uni¨®n Europea

Tanto si Alemania decide irse como tomar las riendas, cualquier cosa es mejor que crear una Europa de dos niveles

George Soros

Yo he sido un ferviente partidario de la Uni¨®n Europea como encarnaci¨®n de una sociedad abierta: una asociaci¨®n voluntaria de Estados iguales que cedieron parte de su soberan¨ªa por el bien com¨²n. La crisis del euro est¨¢ convirtiendo ahora a la Uni¨®n Europea en algo fundamentalmente diferente. Los pa¨ªses miembros est¨¢n divididos en dos clases ¨Cacreedores y deudores¨C y los acreedores son los que mandan: Alemania, el principal de ellos. Conforme a las pol¨ªticas actuales, los pa¨ªses deudores pagan primas de riesgo cuantiosas para financiar su deuda estatal, lo que se refleja en el costo de su financiaci¨®n en general, los ha llevado a la depresi¨®n y los ha colocado en una gran desventaja competitiva que amenaza con volverse permanente.

No es el resultado de un plan deliberado, sino de una serie de errores en la formulaci¨®n de pol¨ªticas que comenzaron cuando se introdujo el euro. Todo el mundo sab¨ªa que el euro era una moneda incompleta: ten¨ªa un banco central, pero no un tesoro p¨²blico. Pero los pa¨ªses miembros no advirtieron que, al renunciar al derecho a imprimir su propia moneda, se expon¨ªan al riesgo de suspensi¨®n de pagos. Los mercados financieros no lo comprendieron hasta el comienzo de la crisis griega. Las autoridades financieras no entendieron el problema y menos a¨²n vieron una soluci¨®n. As¨ª, pues, intentaron ganar tiempo, pero, en lugar de mejorar, la situaci¨®n se deterior¨®. Se debi¨® enteramente a la falta de comprensi¨®n y de unidad.

Se podr¨ªa haber detenido e invertido esa evoluci¨®n de los acontecimientos casi en cualquier momento, pero para ello habr¨ªa sido necesario un plan acordado y abundantes recursos financieros con los que ejecutarlo. Alemania, como mayor pa¨ªs acreedor, dirig¨ªa, pero era reacia a aceptar m¨¢s responsabilidades; a consecuencia de ello, se desaprovecharon todas las oportunidades de resolver la crisis. ?sta se propag¨® de Grecia a otros pa¨ªses con d¨¦ficit y m¨¢s adelante la propia supervivencia del euro qued¨® en entredicho. Como una ruptura del euro causar¨ªa un da?o inmenso a todos los pa¨ªses miembros y en particular a Alemania, ¨¦sta seguir¨¢ haciendo el m¨ªnimo necesario para mantener la integridad del euro.

Las pol¨ªticas aplicadas bajo la direcci¨®n alemana probablemente mantendr¨¢n el euro unido durante un tiempo, pero no para siempre. La permanente divisi¨®n de la Uni¨®n Europea entre pa¨ªses acreedores y deudores, los primeros de los cuales dictan las condiciones, es pol¨ªticamente inaceptable. Si el euro se rompe con el tiempo y cuando as¨ª sea, destruir¨¢ el mercado com¨²n y la Uni¨®n Europea. Europa se encontrar¨¢ en una situaci¨®n peor que la que ten¨ªa cuando se inici¨® la operaci¨®n de unirse, porque la ruptura dejar¨¢ una herencia de desconfianza y hostilidad mutuas. Cuanto m¨¢s tarde en producirse, peor ser¨¢ el resultado final. Se trata de una perspectiva tan sombr¨ªa, que ha llegado la hora de examinar opciones substitutivas que hasta hace poco se habr¨ªan considerado inconcebibles.

A mi juicio, la mejor opci¨®n es la de convencer a Alemania para que elija entre pasar a ser un hegem¨®n m¨¢s ben¨¦volo o abandonar el euro. Dicho de otro modo, Alemania debe dirigir o marcharse.

Como toda la deuda acumulada est¨¢ denominada en euros, reviste importancia decisiva qui¨¦n permanezca al mando del euro1. Si Alemania se marchara, el euro se depreciar¨ªa. La carga de la deuda seguir¨ªa siendo la misma en t¨¦rminos nominales, pero disminuir¨ªa en t¨¦rminos reales. Los pa¨ªses deudores recuperar¨ªan su competitividad, porque sus exportaciones se abaratar¨ªan y sus importaciones se encarecer¨ªan. Adem¨¢s, se apreciar¨ªa tambi¨¦n el valor de sus propiedades inmobiliarias en t¨¦rminos nominales, es decir, que valdr¨ªan m¨¢s en euros depreciados. En cambio, los pa¨ªses acreedores sufrir¨ªan p¨¦rdidas en sus inversiones en la zona del euro y tambi¨¦n en sus haberes dentro del sistema de pagos del euro. La magnitud de dichas p¨¦rdidas depender¨ªa del grado de depreciaci¨®n; as¨ª, pues, los pa¨ªses acreedores tendr¨ªan inter¨¦s en mantener la depreciaci¨®n dentro de ciertos l¨ªmites.

El resultado final har¨ªa realidad el sue?o de John Maynard Keynes de un sistema monetario internacional en el que tanto los acreedores como los deudores compartan la obligaci¨®n de mantener la estabilidad y Europa escapar¨ªa de la depresi¨®n que se cierne sobre ella. Se podr¨ªa lograr el mismo resultado con menos costo para Alemania, si ¨¦sta optara por hacer de hegem¨®n ben¨¦volo, lo que significar¨ªa

1) crear un campo de juego m¨¢s o menos igual para pa¨ªses deudores y acreedores y

2) fijar el objetivo de crecimiento nominal en un m¨¢ximo del cinco por ciento o, dicho de otro modo, que se debe permitir a Europa salir del endeudamiento excesivo mediante el crecimiento, lo que entra?ar¨ªa un mayor grado de inflaci¨®n que la que probablemente apruebe el Bundesbank.

Tanto si Alemania decide dirigir como si decide marcharse, cualquiera de las dos opciones ser¨ªa mejor que la de continuar con el rumbo actual. La dificultad estriba en convencer a Alemania de que sus pol¨ªticas actuales est¨¢n conduciendo a una depresi¨®n prolongada, conflictos pol¨ªticos y sociales y una posible ruptura no s¨®lo del euro, sino tambi¨¦n de la Uni¨®n Europea. ?C¨®mo se podr¨ªa convencer a Alemania para que eligiera entre aceptar las responsabilidades que un hegem¨®n ben¨¦volo est¨¢ dispuesto a hacer suyas o dejar el euro en manos de los pa¨ªses deudores, que estar¨ªan mucho mejor econ¨®micamente solos? ?sa es la pregunta que voy a intentar responder.

C¨®mo hemos llegado hasta aqu¨ª

Cuando s¨®lo era una aspiraci¨®n, la Uni¨®n Europea era lo que los psic¨®logos llaman un ¡°objeto fantasm¨¢tico¡±, un objetivo deseable que cautiv¨® la imaginaci¨®n de muchas personas, incluida la m¨ªa. Lo consider¨¦ la encarnaci¨®n de una sociedad abierta. Hab¨ªa cinco Estados grandes y varios peque?os y todos ellos subscribieron los principios de la democracia, la libertad individual, los derechos humanos y el imperio de la ley. Ninguna naci¨®n ni nacionalidad ten¨ªa una posici¨®n dominante. Aunque se acus¨® con frecuencia a la burocracia de Bruselas de ¡°d¨¦ficit democr¨¢tico¡±, los parlamentos democr¨¢ticamente elegidos ten¨ªan que dar su aprobaci¨®n a las medidas m¨¢s importantes.

El proceso de integraci¨®n fue encabezado por un peque?o grupo de estadistas con visi¨®n de futuro que practicaron lo que Karl Popper llam¨® ingenier¨ªa social fraccionada. Reconocieron que la perfecci¨®n es inalcanzable, por lo que fijaron objetivos limitados y plazos firmes y despu¨¦s movilizaron la voluntad pol¨ªtica para dar un peque?o paso adelante, sabiendo perfectamente que, cuando lo lograran, su insuficiencia resultar¨ªa patente y requerir¨ªa otro paso. El proceso se aliment¨® de su propio ¨¦xito, de forma muy parecida a una burbuja financiera. As¨ª es como la Comunidad del Carb¨®n y del Acero se transform¨® gradualmente en la Uni¨®n Europea, paso a paso.

Francia y Alemania estuvieron en la vanguardia de la operaci¨®n. Cuando el imperio sovi¨¦tico empez¨® a desintegrarse, los dirigentes de Alemania comprendieron que la reunificaci¨®n s¨®lo era posible en el marco de una Europa m¨¢s unida y estuvieron dispuestos a hacer considerables sacrificios para lograrla. A la hora de negociar, estuvieron dispuestos a hacer una contribuci¨®n un poco mayor y recibir un poco menos que los dem¨¢s, con lo que facilitaron el acuerdo. En aquel momento, los estadistas alemanes sol¨ªan afirmar que Alemania no ten¨ªa una pol¨ªtica exterior independiente, sino s¨®lo europea, lo que propici¨® una aceleraci¨®n espectacular del proceso, que culmin¨® con la firma del Tratado de Maastricht en 1992 y la introducci¨®n del euro en 2002.

El Tratado de Maastricht ten¨ªa fallos fundamentales. Los arquitectos del euro reconocieron que era un concepto incompleto: ten¨ªa un banco central com¨²n, pero carec¨ªa de un tesoro p¨²blico com¨²n que pudiera emitir bonos como obligaciones de todos los Estados miembros. A¨²n existe resistencia a los eurobonos en Alemania y otros pa¨ªses acreedores. Sin embargo, los arquitectos cre¨ªan que, cuando fuera necesario, se podr¨ªa engendrar la voluntad pol¨ªtica para dar los pasos necesarios hacia una uni¨®n pol¨ªtica. Al fin y al cabo, as¨ª es como naci¨® la Uni¨®n Europea. Lamentablemente, el euro ten¨ªa muchos otros defectos, de los que ni los arquitectos ni los Estados miembros fueron del todo conscientes. Los revel¨® la crisis financiera del per¨ªodo 2007-2008, que puso en marcha un proceso de desintegraci¨®n.

En la semana que sigui¨® a la quiebra de Lehman Brothers, los mercados financieros mundiales se desmoronaron y hubo que apoyarlos infundi¨¦ndoles una vida artificial. Para ello, hubo que substituir el cr¨¦dito de las entidades financieras que los mercados hab¨ªan dejado de aceptar por el cr¨¦dito soberano (en forma de garant¨ªas de los bancos centrales y d¨¦ficits presupuestarios). El papel fundamental que se atribuy¨® al cr¨¦dito soberano revel¨® un fallo en el euro que hab¨ªa permanecido oculto hasta entonces y que a¨²n no se ha reconocido adecuadamente. Al transferir al Banco Central Europeo su anterior derecho a imprimir moneda, los Estados miembros expusieron su cr¨¦dito soberano al riesgo de suspensi¨®n de pagos. Los pa¨ªses desarrollados que controlan su moneda no tienen motivo para suspender pagos; siempre pueden imprimir moneda. ?sta puede depreciarse, pero el riesgo de suspensi¨®n de pagos es pr¨¢cticamente inexistente. En cambio, los pa¨ªses menos desarrollados que se endeudan en una moneda extranjera tienen que pagar primas que reflejan el riesgo de suspensi¨®n de pagos. Para colmo de males, los mercados financieros pueden abocar en realidad a dichos pa¨ªses a la suspensi¨®n de pagos mediante operaciones bajistas: vendiendo a corto plazo los bonos de dichos pa¨ªses, lo que aumenta el costo del endeudamiento y refuerza el temor a una inminente suspensi¨®n de pagos. Cuando se introdujo el euro, se consideraron carentes de riesgo los bonos estatales. Los reguladores permitieron a los bancos comprar cantidades ilimitadas de bonos estatales sin dejar en reserva recursos propios y el Banco Central Europeo acept¨® todos los bonos estatales en su ventanilla de descuentos en condiciones de igualdad, con lo que a los bancos comerciales les result¨® ventajoso acumular los bonos de los pa¨ªses miembros m¨¢s d¨¦biles, que rend¨ªan unos tipos de inter¨¦s ligeramente superiores, para ganar algunos puntos b¨¢sicos suplementarios.

A ra¨ªz de la crisis de Lehman Brothers, Angela Merkel declar¨® que cada uno de los pa¨ªses por separado ¨Cy no la Uni¨®n Europea conjuntamente¨C deb¨ªa ofrecer la garant¨ªa de que no se permitir¨ªa que quebrara ninguna otra entidad financiera sist¨¦micamente importante. ?se fue el primer paso en un proceso de desintegraci¨®n que ahora amenaza con destruir a la Uni¨®n Europea.

Los mercados financieros tardaron m¨¢s de un a?o en comprender las consecuencias de la declaraci¨®n de la Canciller Merkel, con lo que demostraron que funcionan con un conocimiento no precisamente perfecto. S¨®lo a finales de 2009, cuando el reci¨¦n elegido Gobierno de Grecia anunci¨® que el Gobierno anterior hab¨ªa hecho trampa y el d¨¦ficit superaba el 12 por ciento del PIB, comprendieron los mercados financieros que los bonos estatales entra?aban importantes riesgos, pese a estar considerados carentes de ellos, y pod¨ªan provocar en realidad una suspensi¨®n de pagos. Cuando por fin lo descubrieron, las primas de riesgo, en forma de rendimientos superiores que los gobiernos deb¨ªan ofrecer para vender sus bonos, subieron espectacularmente, lo que volvi¨® potencialmente insolventes a los bancos comerciales cuyos balances estaban repletos de dichos bonos y as¨ª surgieron un problema de deuda soberana y un problema bancario, unidos en un c¨ªrculo de retroalimentaci¨®n reflexiva. ?sos son los dos componentes principales de la crisis que afronta Europa en la actualidad.

Existe un claro paralelismo entre la crisis del euro y la crisis bancaria internacional de 1982. Entonces el FMI y las autoridades bancarias internacionales salvaron el sistema bancario internacional prestando exactamente el dinero suficiente a los pa¨ªses profundamente endeudados para que pudiesen evitar la suspensi¨®n de pagos, pero a costa de provocarles una depresi¨®n duradera. Latinoam¨¦rica sufri¨® la p¨¦rdida de un decenio.

Actualmente Alemania est¨¢ desempe?ando el mismo papel que el FMI entonces. Los marcos difieren, pero el efecto es el mismo. Los acreedores est¨¢n haciendo recaer en realidad todo el peso del ajuste sobre los pa¨ªses deudores y eludiendo su responsabilidad por los desequilibrios. Resulta interesante que se haya generalizado el uso de los t¨¦rminos ¡°centro¡± y ¡°periferia¡± casi inadvertidamente, pese a que resulta evidentemente inapropiado calificar a Italia y Espa?a de pa¨ªses perif¨¦ricos. En realidad, la introducci¨®n del euro releg¨®, sin embargo, a los Estados miembros a la categor¨ªa de pa¨ªses menos desarrollados sin que las autoridades europeas ni los pa¨ªses miembros lo advirtieran. Retrospectivamente, ¨¦sa es la verdadera causa de la crisis del euro.

Exactamente como en el decenio de 1980, toda la culpa y la carga est¨¢n recayendo sobre la ¡°periferia¡± y nunca se ha reconocido adecuadamente la responsabilidad del ¡°centro¡±. En ese marco, la palabra alemana Schuld es reveladora: significa a un tiempo ¡°deuda¡± y ¡°culpa¡±. La opini¨®n p¨²blica alemana culpa a los pa¨ªses profundamente endeudados de su desgracia y, sin embargo, Alemania no puede eludir su parte de responsabilidad. Como voy a intentar mostrar, la Schuld o responsabilidad del ¡°centro¡± es a¨²n mayor hoy que en la crisis bancaria de 1982. Al crear el euro, el ¡°centro¡± se gui¨® por las mismas doctrinas econ¨®micas falsas a las que se debi¨® la crisis financiera del per¨ªodo 2007-2008. El Tratado de Maastricht dio por sentado que s¨®lo el sector p¨²blico puede producir d¨¦ficits cr¨®nicos y que los mercados financieros siempre corregir¨ªan sus propios excesos. Aunque esas suposiciones fundamentalistas sobre el mercado han quedado refutadas por la crisis financiera del per¨ªodo 2007-2008, las autoridades europeas siguen ateni¨¦ndose a ellas. Por ejemplo, trataron la crisis del euro como si fuera un problema puramente fiscal, es decir, presupuestario, pero s¨®lo Grecia reun¨ªa las caracter¨ªsticas de una crisis fiscal aut¨¦ntica. El resto de Europa padec¨ªa problemas bancarios y una divergencia en competitividad que dio origen a problemas de balanza de pagos. Las autoridades no entendieron la complejidad de la crisis y menos a¨²n vieron una soluci¨®n, por lo que intentaron ganar tiempo.

Normalmente, funciona. Los p¨¢nicos financieros remiten y las autoridades consiguen un beneficio con su intervenci¨®n, pero no as¨ª esta vez, porque los problemas financieros se combinaron con un proceso de desintegraci¨®n pol¨ªtica. Cuando se estaba creando la Uni¨®n Europea, los dirigentes pol¨ªticos no cesaron de tomar la iniciativa para dar m¨¢s pasos adelante, pero, despu¨¦s del estallido de la crisis financiera, se aferraron al status quo. Comprendieron que el p¨²blico se hab¨ªa vuelto esc¨¦ptico sobre una mayor integraci¨®n. En vista de la penuria, todos los pa¨ªses se preocuparon de proteger sus estrechos intereses nacionales. Cualquier cambio de las normas transferir¨ªa poder de las autoridades europeas radicadas en Bruselas para devolv¨¦rselo a las nacionales. En consecuencia, se atuvieron a las palabras de los Tratados de Maastricht y de Lisboa como si fueran inamovibles, incluido, por ejemplo, el art¨ªculo 123, que proh¨ªbe al Banco Central Europeo prestar dinero a los Estados, con lo que movieron a muchos de los que consideran insostenible e intolerable el status quo a adoptar actitudes antieuropeas. ?sa es la din¨¢mica pol¨ªtica que ha hecho que la desintegraci¨®n de la Uni¨®n Europea se retroalimente tanto como lo hab¨ªa hecho el proceso de su creaci¨®n.

Angela Merkel interpret¨® correctamente a la opini¨®n p¨²blica alemana cuando insisti¨® en que cada uno de los pa¨ªses deb¨ªa hacerse cargo de su propio sistema bancario. En realidad, Alemania ha dado un giro de 180 grados desde la reunificaci¨®n. As¨ª como hab¨ªa estado dispuesta a hacer considerables sacrificios en pro de la reunificaci¨®n, ahora que deb¨ªa pagar sus costos se ha centrado en mantener equilibrado el presupuesto. Lejos de contribuir siempre con un poco m¨¢s que los dem¨¢s, Alemania no quiso convertirse en un bolsillo sin fondo para el resto de Europa. En lugar de proclamar que Alemania no tiene otra pol¨ªtica que la europea, los medios de comunicaci¨®n alemanes empezaron a vilipendiar a la Uni¨®n Europea calific¨¢ndola de ¡°uni¨®n de transferencias¡±, que debilitar¨ªa a Alemania.

Para colmo de males, el Bundesbank sigue comprometido con una doctrina monetaria anticuada y profundamente arraigada en la historia de Alemania. Tras la primera guerra mundial, este pa¨ªs tuvo una experiencia traum¨¢tica con la inflaci¨®n; en consecuencia, s¨®lo reconoce la inflaci¨®n como amenaza a la estabilidad y pasa por alto la deflaci¨®n, que es la aut¨¦ntica amenaza actual.

Despu¨¦s de que la reunificaci¨®n hiciera que se disparara la carga de la deuda, Alemania introdujo reformas del mercado laboral y otras reformas estructurales de gran alcance y aprob¨® una enmienda constitucional que obligaba a equilibrar el presupuesto federal en 2016, lo que funcion¨® a las mil maravillas. Alemania disfrut¨® de una recuperaci¨®n impulsada por la exportaci¨®n, a la que contribuyeron los auges de la vivienda y del consumo en el resto de Europa. Ahora Alemania aboga por la austeridad fiscal y las reformas estructurales como la panacea para la crisis del euro. ?Por qu¨¦ no habr¨ªa de funcionar ahora para Europa, si lo hizo para Alemania entonces? Por una raz¨®n poderos¨ªsima: las condiciones econ¨®micas son muy diferentes. El sistema financiero mundial est¨¢ reduciendo su excesivo apalancamiento y las exportaciones est¨¢n desaceler¨¢ndose a escala mundial. La austeridad fiscal en Europa est¨¢ exacerbando una tendencia mundial y abocando a Europa a una trampa de la deuda deflacionista. Cuando demasiados gobiernos profundamente endeudados reducen sus d¨¦ficits presupuestarios al mismo tiempo, su econom¨ªa se contrae, por lo que la carga de la deuda como porcentaje del PIB aumenta en realidad. Las autoridades monetarias a escala mundial reconocen ese peligro. El Presidente de la Reserva Federal, Benjamin Bernanke, el Gobernador del Banco de Inglaterra, Mervyn King, e incluso el Gobernador del Banco del Jap¨®n, Masaaki Shirakawa, han adoptado medidas monetarias heterodoxas para evitar una trampa de la deuda deflacionaria.

Al p¨²blico alem¨¢n le resulta extraordinariamente dif¨ªcil entender que Alemania est¨¢ imponiendo una pol¨ªtica equivocada a Europa. La econom¨ªa alemana no est¨¢ en crisis. De hecho, hasta ahora Alemania se ha beneficiado en realidad de la crisis del euro, que ha mantenido bajo el tipo de cambio y ha impulsado las exportaciones. M¨¢s recientemente, Alemania ha disfrutado de unos tipos de inter¨¦s extraordinariamente bajos y la fuga de capitales desde los pa¨ªses deudores ha inundado a Alemania con capital, al tiempo que la ¡°periferia¡± ha tenido que pagar primas de riesgo muy elevadas para conseguir fondos.

No se debe a una perversa conspiraci¨®n, sino que es una consecuencia no deseada de una evoluci¨®n de los acontecimientos no prevista. Sin embargo, los pol¨ªticos alemanes han empezado a ver las ventajas que ha brindado a Alemania, lo que ha empezado a influir en sus decisiones pol¨ªticas. Alemania se ha visto situada en una posici¨®n en la que su actitud determina la pol¨ªtica europea. As¨ª, pues, la responsabilidad primordial de que una pol¨ªtica de austeridad est¨¦ abocando a Europa a la depresi¨®n corresponde a Alemania. Con el paso del tiempo, cada vez hay m¨¢s razones para culpar a esta ¨²ltima por las pol¨ªticas que est¨¢ imponiendo a Europa, mientras que el p¨²blico alem¨¢n se siente injustamente acusado. Se trata en verdad de una tragedia de una importancia sin precedentes. Como en las antiguas tragedias griegas, los errores y la pura y simple falta de comprensi¨®n tienen consecuencias no deseadas pero fatales.

Si Alemania hubiera estado dispuesta, al principio de la crisis griega, a conceder el cr¨¦dito que se ofreci¨® en una fase posterior, se podr¨ªa haber rescatado a Grecia, pero Europa s¨®lo hizo el m¨ªnimo necesario para evitar un desplome del sistema financiero y no ha sido suficiente para enderezar la situaci¨®n. Lo mismo ocurri¨® con la propagaci¨®n de la crisis a otros pa¨ªses. Si Alemania hubiera sido capaz de mirar allende la curva y hubiese estado dispuesta a hacer algo m¨¢s que lo m¨ªnimo, se podr¨ªa haber detenido la crisis y haberla corregido en cada una de sus fases.

Al comienzo de la crisis, una ruptura del euro era inconcebible. Los activos y obligaciones denominados en una moneda com¨²n estaban tan mezclados, que una ruptura habr¨ªa provocado un desplome incontrolable, pero, a medida que avanzaba la crisis, se ha reorientado progresivamente el sistema financiero conforme a las divisorias nacionales. Los reguladores han tenido tendencia a conceder preferencia al pr¨¦stamo nacional, los bancos han estado deshaci¨¦ndose de los activos de fuera de sus fronteras nacionales y los gestores de riesgo han estado intentando cuadrar los activos y las obligaciones dentro de las fronteras nacionales en lugar de dentro de la zona del euro en conjunto. Si se sigue as¨ª, una ruptura del euro resultar¨ªa posible sin un desplome, pero dejar¨ªa a los bancos centrales de los pa¨ªses acreedores con grandes reclamaciones a los bancos centrales de los pa¨ªses deudores dif¨ªciles de recuperar.

Se debe a un obscuro problema del sistema de pagos del euro llamado TARGET2. A diferencia del sistema de pagos de la Reserva Federal, cuyas liquidaciones son anuales, TARGET2 acumula los desequilibrios entre los bancos de la zona del euro, lo que no cre¨® problemas mientras el sistema interbancario estuvo en funcionamiento, porque los bancos liquidaban los desequilibrios entre ellos mediante el mercado interbancario, pero desde 2007 ¨¦ste no ha funcionado adecuadamente y desde el verano de 2011 ha habido cada vez m¨¢s fuga de capitales a partir de los pa¨ªses m¨¢s d¨¦biles. Cuando un cliente griego o espa?ol hace una transferencia de su cuenta en un banco griego o espa?ol a uno holand¨¦s, el Banco Central Holand¨¦s obtiene un cr¨¦dito con cargo a TARGET2, compensado por un t¨ªtulo con cargo a TARGET2 correspondiente al banco central griego o espa?ol. Dichos t¨ªtulos han estado aumentando exponencialmente. Al final de julio de este a?o, el Bundesbank ten¨ªa t¨ªtulos por valor de 727.000 millones de euros correspondientes a emisiones de los bancos centrales de los pa¨ªses perif¨¦ricos.

El Bundesbank ha tomado conciencia del peligro potencial y el p¨²blico alem¨¢n ha sido alertado por la apasionada, aunque equivocada, insistencia de Hans-Werner Sinn, economista alem¨¢n, al respecto. El Bundesbank est¨¢ cada vez m¨¢s decidido a limitar las p¨¦rdidas que padecer¨ªa en caso de ruptura, lo que est¨¢ funcionando como una profec¨ªa que se cumple por su propia enunciaci¨®n. Una vez que un banco central empieza a protegerse contra una ruptura, todos los dem¨¢s tienen que hacer lo mismo.

De modo, que la crisis va empeorando cada vez m¨¢s. Las tensiones en los mercados financieros han alcanzado nuevos m¨¢ximos, como lo demostr¨® el bajo rendimiento sin precedentes de los bonos del Estado alem¨¢n. A¨²n m¨¢s revelador es que el rendimiento de los bonos brit¨¢nicos a diez a?os nunca hab¨ªa sido tan bajo en sus 300 a?os de historia, mientras que los rendimientos de los bonos espa?oles han alcanzado nuevos m¨¢ximos.

La econom¨ªa real de la zona del euro est¨¢ declinando, mientras que a Alemania le va relativamente bien, lo que significa que la divergencia se est¨¢ agrandando. Las din¨¢micas pol¨ªticas y sociales est¨¢n contribuyendo tambi¨¦n a la desintegraci¨®n. La opini¨®n p¨²blica, expresada en los resultados de las elecciones recientes, se opone cada vez m¨¢s a la austeridad y es probable que esa tendencia se intensifique hasta que se corrija la pol¨ªtica aplicada. As¨ª, pues, no se puede seguir as¨ª.

?D¨®nde estamos ahora?

La Cumbre de junio pareci¨® ofrecer la ¨²ltima oportunidad de corregir la pol¨ªtica dentro del marco jur¨ªdico vigente. Al prepararla, las autoridades europeas, dirigidas por Herman Van Rompuy, Presidente del Consejo Europeo, compuesto de todos los Jefes de Estado o de Gobierno de los Estados miembros de la UE, comprendieron que el rumbo actual conduc¨ªa al desastre y estaban decididas a analizar las posibles opciones substitutivas. Tambi¨¦n comprendieron que los problemas bancarios y los de la deuda soberana est¨¢n vinculados como siameses y no se pueden resolver por separado. Estaban intentando formular un revisi¨®n normativa exhaustiva, pero, naturalmente, ten¨ªan que consultar a Alemania en cada punto del recorrido. Recibieron su apoyo para la formulaci¨®n de planes con vistas a una uni¨®n bancaria, porque Alemania estaba preocupada por los peligros que entra?aba la fuga de capitales desde los pa¨ªses de la ¡°periferia¡±. De modo, que aquella parte del programa se formul¨® mucho mejor que una soluci¨®n para el problema de la deuda soberana, pese al c¨ªrculo de retroalimentaci¨®n reflexiva existente entre los dos.

El costo de la refinanciaci¨®n de la deuda nacional revisti¨® importancia decisiva para Italia. Al comienzo de la Cumbre de junio, el Primer Ministro Monti declar¨® que Italia no dar¨ªa su acuerdo a nada, a no ser que se hiciera algo a ese respecto. Para evitar un fracaso, la Canciller Merkel prometi¨® que Alemania considerar¨ªa cualquier propuesta, con tal de que se ajustara al marco jur¨ªdico vigente. La Cumbre qued¨® salvada. Se decidi¨® ultimar los planes para una uni¨®n bancaria, permitiendo que los fondos europeos de rescate, el MEDE y el FEEF, recapitalizaran los bancos directamente y, despu¨¦s de una sesi¨®n que dur¨® toda la noche, se levant¨® la reuni¨®n. Mario Monti declar¨® la victoria, pero en las negociaciones posteriores result¨® que ninguna propuesta para reducir las primas de riesgo encajaba en el marco jur¨ªdico vigente. El plan de utilizar el MEDE para recapitalizar los bancos espa?oles result¨® debilitado tambi¨¦n hasta resultar irreconocible cuando la Canciller Merkel hubo de asegurar al Bundestag que Espa?a seguir¨ªa siendo responsable de cualesquiera p¨¦rdidas. Los mercados financieros reaccionaron elevando la prima de riesgo de los bonos espa?oles a m¨¢ximos sin precedentes y los rendimientos italianos subieron por simpat¨ªa. La crisis estaba de regreso con toda su potencia. Como Alemania estaba inmovilizada por su Tribunal Constitucional, cuya resoluci¨®n sobre la legalidad del MEDE ser¨¢ anunciada el 12 de septiembre, correspondi¨® al Banco Central Europeo echar un cable.

Mario Draghi, el Presidente actual del BCE, anunci¨® que ¨¦ste har¨ªa todo lo necesario para preservar el euro conforme a su mandato. El Presidente del Bundesbank, Jens Weidmann, ha subrayado muy expl¨ªcitamente las limitaciones legales que afectan al BCE desde entonces, pero el representante del Gobierno alem¨¢n en el Consejo de Gobierno del BCE, Joerg Asmussen, acudi¨® en apoyo de una intervenci¨®n ilimitada con el argumento de que estaba en juego la supervivencia del euro. Fue un punto de inflexi¨®n. La canciller Merkel estaba respaldando a Mario Draghi, con lo que dejaba al Presidente del Bundesbank aislado en el Consejo de Gobierno del BCE. El Presidente Draghi aprovech¨® al m¨¢ximo esa oportunidad. Los mercados financieros se sintieron alentados y se recuperaron y se anticiparon a la decisi¨®n del BCE del 6 de septiembre. Lamentablemente, incluso una intervenci¨®n ilimitada puede no ser suficiente para prevenir que la divisi¨®n de la zona del euro en pa¨ªses acreedores y pa¨ªses deudores llegue a ser permanente. No eliminar¨¢ las primas de riesgo, sino que s¨®lo las reducir¨¢ y es probable que la condicionalidad impuesta a los pa¨ªses deudores por el FEEF los aboque a una trampa deflacionaria. A consecuencia de ello, no podr¨¢n recuperar la competitividad hasta que se abandone la aspiraci¨®n a la reducci¨®n de la deuda mediante la austeridad.

La l¨ªnea de menor resistencia no conduce a la ruptura inmediata del euro, sino a la pr¨®rroga indefinida de la crisis. Una ruptura desordenada ser¨ªa catastr¨®fica para la zona del euro e indirectamente para todo el mundo. Por haber obtenido m¨¢s beneficios que los dem¨¢s miembros de dicha zona, Alemania tiene m¨¢s que perder que ellos¡­ por lo que seguir¨¢ haciendo lo m¨ªnimo que considere necesario para prevenir la ruptura.

La Uni¨®n Europea que surgir¨¢ de ese proceso ser¨¢ diametralmente opuesta a la idea de una Uni¨®n Europea como encarnaci¨®n de una sociedad abierta. Ser¨¢ un sistema jer¨¢rquico construido con obligaciones de deuda en lugar de una asociaci¨®n voluntaria de iguales. Habr¨¢ dos clases de Estados, los acreedores y los deudores, y los acreedores ser¨¢n los que est¨¦n al mando. Como pa¨ªs acreedor m¨¢s fuerte, Alemania se alzar¨¢ como hegem¨®n. La diferenciaci¨®n de clases se volver¨¢ permanente, porque los pa¨ªses deudores tendr¨¢n que pagar primas de riesgo cuantiosas para obtener capital y les resultar¨¢ imposible reducir la distancia que los separa de los pa¨ªses acreedores. La divergencia de resultados econ¨®micos, en lugar de reducirse, se agrandar¨¢. Los recursos humanos y financieros se ver¨¢n atra¨ªdos hacia el centro y la periferia quedar¨¢ permanentemente deprimida. Alemania gozar¨¢ incluso de cierto alivio para sus problemas demogr¨¢ficos gracias a la inmigraci¨®n de personas con buena formaci¨®n de la pen¨ªnsula Ib¨¦rica e Italia, en lugar de los menos competentes Gastarbeiter procedentes de Turqu¨ªa o Ucrania, pero la periferia abrigar¨¢ el m¨¢ximo resentimiento.

El poder imperial puede brindar grandes beneficios, pero se debe obtener cuidando a quienes viven bajo su ¨¦gida. Los Estados Unidos se alzaron como dirigentes del mundo libre despu¨¦s del fin de la segunda guerra mundial. El sistema de Bretton Woods los hizo ser primeros entre iguales, pero fueron un hegem¨®n ben¨¦volo que se granje¨® la gratitud eterna de Europa al lanzar el Plan Marshall. ?sa es la oportunidad hist¨®rica que Alemania est¨¢ desaprovechando al mantener a los pa¨ªses profundamente endeudados en su Schuld.

Vale la pena recordar que los pagos por las reparaciones exigidas a Alemania despu¨¦s de la primera guerra mundial fueron uno de los factores que originaron el nacionalsocialismo y Alemania obtuvo una reducci¨®n de su propia Schuld en tres ocasiones distintas: el Plan Dawes en 1924, el Plan Young en 1929 ¨Cdemasiado tarde para prevenir el ascenso de Hitler¨C y el Acuerdo de Londres sobre la Deuda en 1953.

Hoy Alemania no tiene ambiciones imperiales. Parad¨®jicamente, el deseo de no dominar a Europa es parte de la raz¨®n por la que Alemania no ha estado a la altura del momento y no ha actuado como un hegem¨®n ben¨¦volo. Las medidas que adoptar¨¢ el BCE el 6 de septiembre constituir¨¢n el m¨ªnimo necesario para preservar el euro, pero nos acercar¨¢ m¨¢s a una Europa con dos niveles. Los pa¨ªses deudores tendr¨¢n que someterse a la supervisi¨®n europea, pero los pa¨ªses acreedores, no; y se intensificar¨¢ la divergencia de los resultados econ¨®micos de unos y otros. La perspectiva de una depresi¨®n prolongada y una divisi¨®n permanente en pa¨ªses deudores y acreedores es tan sombr¨ªa, que no se puede tolerar. ?Cu¨¢les son las opciones substitutivas?

La salida

Alemania debe decidir si pasar a ser un hegem¨®n ben¨¦volo o abandonar el euro.

La mejor opci¨®n con mucha diferencia ser¨ªa la primera. ?Qu¨¦ entra?ar¨ªa? Dicho sencillamente, requerir¨ªa dos nuevos objetivos que no coinciden con las pol¨ªticas actuales:

1. Establecer un terreno de juego m¨¢s o menos igual para los pa¨ªses acreedores y los deudores, lo que significar¨ªa que podr¨ªan refinanciar su deuda estatal en condiciones m¨¢s o menos iguales.

2. Fijar el objetivo de un crecimiento nominal de hasta el cinco por ciento para que, gracias a ¨¦l, Europa pueda deshacerse de su excesiva carga de deuda, lo que requerir¨¢ un nivel mayor de inflaci¨®n que el que probablemente respaldar¨ªa el Bundesbank. Puede requerir tambi¨¦n un cambio en los tratados y en la Constituci¨®n alemana.

Se pueden alcanzar esos dos objetivos, pero s¨®lo despu¨¦s de que se logren avances considerables hacia una uni¨®n pol¨ªtica. Las decisiones pol¨ªticas adoptadas en el pr¨®ximo a?o, m¨¢s o menos, determinar¨¢n el futuro de la Uni¨®n Europa. Las adoptadas por el BCE el 6 de septiembre podr¨ªan ser un preludio de la creaci¨®n de una Europa con dos niveles; otra posibilidad ser¨ªa la de la formaci¨®n de una uni¨®n pol¨ªtica m¨¢s estrecha en la que Alemania aceptara la obligaci¨®n que entra?a su posici¨®n rectora.

Una zona del euro con dos niveles acabar¨ªa destruyendo la Uni¨®n Europea, porque los perjudicados tarde o temprano la abandonar¨ªan. Si una uni¨®n pol¨ªtica resulta inalcanzable, lo mejor ser¨ªa una separaci¨®n ordenada entre los pa¨ªses acreedores y los deudores. Si los miembros del euro no pueden vivir juntos sin abocar su uni¨®n a una depresi¨®n duradera, estar¨ªan mejor separ¨¢ndose por consentimiento mutuo.

En una ruptura amistosa del euro tiene mucha importancia qu¨¦ parte es la que se marcha, porque todas las deudas acumuladas est¨¢n denominadas en una moneda com¨²n. Si un pa¨ªs deudor se marcha, el importe de su deuda aumenta en consonancia con la depreciaci¨®n de su divisa. El pa¨ªs interesado podr¨ªa llegar a ser competitivo, pero se ver¨ªa obligado a suspender el pago de su deuda, lo que causar¨ªa alteraciones financieras incalculables. El mercado com¨²n y la Uni¨®n Europea pueden afrontar la suspensi¨®n de pagos de un pa¨ªs peque?o, como, por ejemplo, Grecia, sobre todo cuando se ha previsto de forma tan generalizada, pero no podr¨ªa sobrevivir a la salida de un pa¨ªs mayor como Espa?a o Italia. Incluso una suspensi¨®n de pagos griega podr¨ªa resultar fatal. Alentar¨ªa la fuga de capitales y envalentonar¨ªa a los mercados financieros para que montaran operaciones encaminadas a bajar las cotizaciones contra otros pa¨ªses, por lo que el euro podr¨ªa muy bien romperse como ocurri¨® en 1992 con el Mecanismo de Tipos de Cambio.

En cambio, si Alemania saliera y dejara la moneda com¨²n en manos de los pa¨ªses deudores, el euro bajar¨ªa y la deuda acumulada se depreciar¨ªa en consonancia con la divisa. Pr¨¢cticamente todos los arduos problemas actuales se disipar¨ªan. Los pa¨ªses deudores recuperar¨ªan la competitividad; su deuda disminuir¨ªa en t¨¦rminos reales y, con el control del BCE, la amenaza de suspensi¨®n de pagos se disipar¨ªa. Sin Alemania, la zona del euro no tendr¨ªa dificultad para dar el giro de 180 grados para el que, de lo contrario, necesitar¨ªa el consentimiento de la Canciller Merkel.

Para ser precisos, la zona del euro disminuida podr¨ªa crear su propio organismo fiscal y aplicar su Fondo de Reducci¨®n de la Deuda m¨¢s o menos como voy a describir infra. De hecho, la zona del euro disminuida podr¨ªa ir mucho m¨¢s lejos y convertir toda la deuda de los pa¨ªses miembros en eurobonos, no s¨®lo el exceso por encima del 60 por ciento del PIB. Cuando se estabilizara el tipo de inter¨¦s del euro reducido, las primas de riesgo de los eurobonos bajar¨ªan hasta niveles comparables con las correspondientes a los bonos emitidos en otras divisas que flotan libremente, como, por ejemplo, la libra brit¨¢nica o el yen japon¨¦s. Puede parecer incre¨ªble, pero se debe s¨®lo a la creencia tan generalizada en los errores que han causado la crisis. Puede resultar sorprendente, pero la zona del euro, aun sin Alemania, puntuar¨ªa mejor en relaci¨®n con los indicadores habituales de solvencia fiscal que Gran Breta?a, el Jap¨®n o los Estados Unidos2.

Una salida de Alemania ser¨ªa un episodio ¨²nico, causante de un gran trastorno, pero soportable, en lugar del ca¨®tico y prolongado efecto domin¨® que causar¨ªa la salida de un pa¨ªs deudor tras otro forzada por la especulaci¨®n y la fuga de capitales. No habr¨ªa pleitos v¨¢lidos promovidos por titulares de bonos agraviados. Incluso los problemas de la propiedad inmobiliaria resultar¨ªan mucho m¨¢s soportables. Con una diferencia importante del tipo de cambio, los alemanes acudir¨ªan en tropel a comprar propiedad inmobiliaria espa?ola e irlandesa. Despu¨¦s de los trastornos iniciales, la zona del euro pasar¨ªa de la depresi¨®n al crecimiento.

El mercado com¨²n sobrevivir¨ªa, pero la posici¨®n relativa de Alemania y otros pa¨ªses acreedores que abandonaran el euro pasar¨ªa repentinamente del bando ganador al perdedor. Se encontrar¨ªan con una fuerte competencia en sus mercados nacionales desde la zona del euro y, si bien podr¨ªan no perder sus mercados de exportaci¨®n, ¨¦stos pasar¨ªan a ser menos lucrativos. Adem¨¢s, sufrir¨ªan p¨¦rdidas financieras en su propiedad de activos denominados en euros, adem¨¢s de en sus reclamaciones dentro del sistema de pagos TARGET2. La magnitud de las p¨¦rdidas depender¨ªa del grado de depreciaci¨®n del euro3.As¨ª, pues, tendr¨ªan un inter¨¦s vital en mantener la depreciaci¨®n dentro de ciertos l¨ªmites. Naturalmente, habr¨ªa muchas dificultades de transici¨®n, pero el resultado final ser¨ªa la realizaci¨®n de las aspiraci¨®n de Keynes a un sistema monetario en el que tanto los acreedores como los deudores tengan un inter¨¦s vital en mantener la estabilidad.

Despu¨¦s de la conmoci¨®n inicial, Europa escapar¨ªa de la trampa de la deuda deflacionaria en la que est¨¢ atrapada actualmente, la econom¨ªa mundial en general y Europa en particular se recuperar¨ªa y Alemania, despu¨¦s de haber ajustado sus p¨¦rdidas, podr¨ªa recuperar su posici¨®n como destacada productora y exportadora de productos con alto valor a?adido. Alemania se beneficiar¨ªa de la mejora general. No obstante, las p¨¦rdidas financieras inmediatas y la inversi¨®n de su posici¨®n relativa dentro del mercado com¨²n ser¨ªa tal, que no ser¨ªa realista esperar que abandonara el euro voluntariamente. El empuje deber¨ªa proceder del exterior.

En cambio, a Alemania le ir¨ªa mucho mejor, si optara por actuar como un hegem¨®n ben¨¦volo y Europa se ahorrar¨ªa la conmoci¨®n que causar¨ªa la salida de Alemania del euro, pero la v¨ªa para lograr el doble objetivo de un campo de juego m¨¢s o menos igual para todos y una pol¨ªtica eficaz en materia de crecimiento ser¨ªa mucho m¨¢s tortuoso. Perm¨ªtaseme esbozarlo.

El primer paso ser¨ªa el de crear un Organismo Fiscal Europeo (OFE) autorizado para adoptar importantes decisiones econ¨®micas en nombre de los Estados miembros. ?se es el ingrediente que faltaba para hacer del euro una moneda hecha y derecha, con un aut¨¦ntico prestador de ¨²ltimo recurso. El organismo fiscal, que actuar¨ªa en asociaci¨®n con el banco central, podr¨ªa hacer lo que el BCE no puede hacer por s¨ª solo. El mandato del BCE es el de mantener la estabilidad de la moneda; tiene prohibido expresamente financiar los d¨¦ficits estatales, pero nada proh¨ªbe a los Estados miembros crear un organismo fiscal. Lo que se interpone es el temor de Alemania a convertirse en el bolsillo sin fondo para Europa. Dada la magnitud de los problemas de Europa, es comprensible, pero no justifica una divisi¨®n permanente de la zona del euro en deudores y acreedores. Se podr¨ªan y se deber¨ªan proteger los intereses de los acreedores concedi¨¦ndoles la capacidad de vetar las decisiones que los afectaran desproporcionadamente. Eso est¨¢ ya reconocido en el sistema de votaci¨®n del MEDE, que requiere una mayor¨ªa del 85 por ciento para adoptar cualquier decisi¨®n importante. Se deber¨ªa a?adir esa caracter¨ªstica al OFE, pero, cuando los Estados miembros contribuyan proporcionalmente ¨Cpor ejemplo, con un porcentaje determinado de su IVA¨C, una mayor¨ªa simple debe ser suficiente.

El OFE se har¨ªa cargo autom¨¢ticamente del FEEF y del MEDE. La gran ventaja de contar con un OFE es la de que podr¨ªa adoptar decisiones diariamente, como el BCE. Otra ventaja del OFE es la de que restablecer¨ªa la distinci¨®n apropiada entre cometidos fiscales y monetarios. Por ejemplo, el OFE deber¨ªa correr el riesgo de solvencia sobre todos los bonos estatales comprados por el BCE. Entonces no habr¨ªa raz¨®n para poner objeciones a las operaciones ilimitadas en el mercado abierto del BCE. (?ste podr¨ªa decidir hacerlo por su cuenta el 6 de septiembre, pero no sin las tajantes objeciones del Bundesbank.) Un detalle importante es que al OFE le resultar¨ªa mucho m¨¢s f¨¢cil que al BCE ofrecer al sector p¨²blico la participaci¨®n en la reorganizaci¨®n de la deuda griega. El OFE podr¨ªa expresar su disposici¨®n a convertir todos los bonos griegos pose¨ªdos por el sector p¨²blico en bonos sin cup¨®n cuyo vencimiento comenzara a partir de diez a?os, siempre y cuando Grecia alcanzara un super¨¢vit b¨¢sico de dos por ciento, pongamos por caso. As¨ª aparecer¨ªa una luz al final del t¨²nel que podr¨ªa ser ¨²til para Grecia incluso en esta fase tan avanzada.

El segundo paso ser¨ªa el de utilizar el OFE para crear un terreno de juego mucho m¨¢s igual para todos que el que pueda ofrecer el BCE el 6 de septiembre. Yo he propuesto que el OFE cree un Fondo de Reducci¨®n de la Deuda, forma modificada del Pacto Europeo de Redenci¨®n de la Deuda propuesto por el propio Consejo de Asesores Econ¨®micos de la Canciller Merkel y que los socialdem¨®cratas y los verdes hicieron suyo. El Fondo de Reducci¨®n de la Deuda adquirir¨ªa las deudas superiores al 60 por ciento del PIB con la condici¨®n de que los pa¨ªses interesados emprendieran las reformas estructurales aprobadas por el OFE. No se anular¨ªa la deuda, sino que la conservar¨ªa el Fondo. Si un pa¨ªs deudor no cumpliera las condiciones a que haya accedido, el Fondo impondr¨ªa una sanci¨®n apropiada. Como exige el Pacto Fiscal, el pa¨ªs deudor estar¨ªa obligado a reducir su exceso de deuda un cinco por ciento al a?o despu¨¦s de una moratoria de cinco a?os. ?sa es la raz¨®n por la que Europa debe fijar un crecimiento nominal de hasta el cinco por ciento.

El Fondo financiar¨ªa sus compras de bonos bien mediante el BCE o emitiendo letras de reducci¨®n de la deuda ¨Cuna obligaci¨®n conjunta de los pa¨ªses miembros¨C y transmitir¨ªa el beneficio de la financiaci¨®n barata a los pa¨ªses interesados. En los dos casos, el costo para el pa¨ªs deudor quedar¨ªa reducido al uno por ciento o menos. Las autoridades asignar¨ªan a las letras una ponderaci¨®n de riesgo nulo y las tratar¨ªan como garant¨ªa de la mayor calidad para las operaciones de recompra en el BCE. El sistema bancario tiene una necesidad urgente de esa clase de activo l¨ªquido carente de riesgo. En el momento en que propuse ese plan, los bancos manten¨ªan m¨¢s de 700.000 millones de euros de liquidez excedente en el BCE con un inter¨¦s del 0,25 por ciento. Desde entonces, el BCE redujo a¨²n m¨¢s el tipo de inter¨¦s pagado por los dep¨®sitos, hasta cero. As¨ª se garantiza un mercado grande y bien dispuesto para las letras a menos del uno por ciento. En cambio, no es probable que el plan que anunciar¨¢ el BCE el 6 de septiembre reduzca el costo de la financiaci¨®n muy por debajo del tres por ciento.

Lamentablemente, los alemanes rechazaron dicho plan de entrada, cuando se propuso, con el argumento de que no se ajustaba a los requisitos del Tribunal Constitucional alem¨¢n. En mi opini¨®n, su objeci¨®n carec¨ªa de fundamento, porque el Tribunal Constitucional fall¨® en contra de los compromisos ilimitados en tiempo y tama?o, mientras que las letras de reducci¨®n de la deuda estar¨ªan limitadas en los dos sentidos. Si Alemania quisiera actuar como un hegem¨®n benigno, podr¨ªa aprobarlo f¨¢cilmente. Se podr¨ªa introducir sin cambio alguno de los tratados. M¨¢s adelante las letras de reducci¨®n de la deuda podr¨ªan brindar la posibilidad de introducir eurobonos. As¨ª el terreno de juego igual para todos ser¨ªa permanente.

Nos falta el segundo objetivo: una pol¨ªtica de crecimiento eficaz encaminada a la consecuci¨®n de un crecimiento nominal de hasta el cinco por ciento. Es necesaria para permitir a los pa¨ªses profundamente endeudados cumplir los requisitos del Pacto Fiscal sin caer en una trampa de la deuda deflacionaria. Mientras Alemania se atenga a la interpretaci¨®n asim¨¦trica de la estabilidad monetaria por parte del Bundesbank, no habr¨¢ forma de alcanzar ese objetivo. Alemania debe aceptar una inflaci¨®n superior al dos por ciento durante un per¨ªodo limitado, si quiere permanecer en el euro sin destruir la Uni¨®n Europea.

?C¨®mo llegar hasta all¨ª?

?Qu¨¦ puede mover a Alemania a decidir si permanecer en el euro sin destruir la Uni¨®n Europea o permitir a los pa¨ªses deudores resolver sus problemas por s¨ª solos abandonando el euro? Podr¨ªa hacerlo la presi¨®n exterior. Con Fran?ois Hollande como nuevo Presidente, Francia es la candidata evidente para abogar por una pol¨ªtica substitutiva para Europa. Formando un frente com¨²n con Italia y Espa?a, Francia podr¨ªa presentar un programa econ¨®micamente cre¨ªble y pol¨ªticamente atractivo que salvara el mercado com¨²n y recuperase la Uni¨®n Europea como visi¨®n idealista que dispar¨® la imaginaci¨®n de los ciudadanos. El frente com¨²n podr¨ªa presentar a Alemania la disyuntiva: dirige o m¨¢rchate. El objetivo no ser¨ªa el de excluir a Alemania, sino el de cambiar radicalmente su posici¨®n en materia de pol¨ªticas.

Lamentablemente, Francia no est¨¢ en una posici¨®n fuerte para formar un frente unido con Italia y Espa?a frente a la decidida oposici¨®n de Alemania. La Canciller Merkel no es s¨®lo una dirigente fuerte, sino tambi¨¦n un pol¨ªtico con grandes dotes, que sabe mantener divididos a sus adversarios. Francia es particularmente vulnerable, porque ha hecho menos que Italia o Espa?a en materia de consolidaci¨®n fiscal y reformas estructurales. La prima de riesgo relativamente baja que los bonos estatales franceses disfrutan actualmente se debe casi enteramente a la estrecha asociaci¨®n de Francia con Alemania. Los bancos centrales de Asia han estado comprando bonos franceses, sobre todo desde que los Bunds alemaneshan empezado a venderse con rendimiento negativo. Si Francia se aliara demasiado estrechamente con Italia y Espa?a, se la juzgar¨ªa con el mismo patr¨®n y la prima de riesgo de sus bonos podr¨ªa subir hasta niveles similares.

Desde luego, es probable que las ventajas de estar en el mismo barco con Alemania se vuelvan ilusorias, una vez que una depresi¨®n prolongada caiga sobre Europa. Cuando la l¨ªnea de falla ente Alemania y Francia resulte m¨¢s evidente, los mercados financieros podr¨ªan reclasificar a Francia con Italia y Espa?a, ya permanezca fiel a Alemania o no. As¨ª, pues, la alternativa real para Francia es entre romper con Alemania para salvar a Europa y restablecer el crecimiento, por un lado, y, por otro, fingir que est¨¢ en el barco de la divisa fuerte durante un tiempo limitado tan s¨®lo para verse lanzada por la borda m¨¢s adelante. Elegir el bando de los pa¨ªses deudores e impugnar la pol¨ªtica de austeridad permitir¨ªa a Francia recuperar la posici¨®n de direcci¨®n que adopt¨® durante la presidencia de Mitterrand. Ser¨ªa una posici¨®n m¨¢s digna que la de pasajera con Alemania en el asiento del conductor. Aun as¨ª, Francia necesitar¨ªa un gran valor para separarse de Alemania a corto plazo.

Italia y Espa?a tienen otras debilidades. Italia ha demostrado ser incapaz de mantener una buena gesti¨®n de los asuntos p¨²blicos por s¨ª sola. Sus actuales problemas de deuda se acumularon antes de adherirse al euro; como miembro de ¨¦l, tuvo en realidad una ejecutoria mejor que Alemania en materia de super¨¢vit presupuestario primario¡­ incluso durante gran parte del per¨ªodo en que Berlusconi ocupaba el poder, pero Italia parece necesitar una autoridad exterior para liberarse de la mala gesti¨®n. Eso es lo que ha hecho a los italianos tan entusiastas de la Uni¨®n Europea. Espa?a es mucho m¨¢s sana pol¨ªticamente, pero el Gobierno actual se ha vuelto demasiado servil para con Alemania por su propio bien. Adem¨¢s, la reducci¨®n de las primas de riesgo gracias a la compra de bonos por el BCE ser¨¢n lo suficientemente importantes para eliminar el incentivo para rebelarse contra la dominaci¨®n alemana.

As¨ª, pues, la campa?a para cambiar las actitudes alemanas deber¨¢ revestir una forma muy diferente de las negociaciones intergubernamentales en las que actualmente se deciden las pol¨ªticas. La sociedad civil, la comunidad empresarial y el p¨²blico en general europeos deben movilizarse y actuar. Actualmente, el p¨²blico de muchos pa¨ªses de la zona del euro est¨¢ angustiado, confuso e irritado, lo que se plasma en xenofobia, actitudes antieuropeas y movimientos pol¨ªticos extremistas. Hay que despertar los sentimientos proeuropeos latentes, que actualmente no se pueden encauzar, para salvar a la Uni¨®n Europea. Semejante movimiento recibir¨ªa una respuesta comprensiva en Alemania, donde la gran mayor¨ªa sigue siendo proeuropea, pero est¨¢ hechizada por doctrinas fiscales y monetarias falsas.

Actualmente, la econom¨ªa alemana va relativamente bien y la situaci¨®n pol¨ªtica es tambi¨¦n relativamente estable; la crisis es s¨®lo un ruido lejano que llega del extranjero. S¨®lo una conmoci¨®n sacudir¨ªa a Alemania, la har¨ªa abandonar sus ideas preconcebidas y la obligar¨ªa a afrontar las consecuencias de sus pol¨ªticas actuales. Eso es lo que podr¨ªa lograr un movimiento que ofreciera una opci¨®n substitutiva viable de la dominaci¨®n alemana. En una palabra, la situaci¨®n actual es como una pesadilla de la que s¨®lo se puede escapar despertando a Alemania y haci¨¦ndola tomar conciencia de los errores que est¨¢n guiando actualmente sus pol¨ªticas. Podemos abrigar la esperanza de que, cuando se encuentre ante la alternativa, opte por ejercer una direcci¨®n ben¨¦vola en lugar de sufrir las p¨¦rdidas que entra?ar¨ªa el abandono del euro.

Notas

1 Se puede redenominar la deuda emitida conforme a la legislaci¨®n nacional en la moneda nacional, pero no as¨ª la emitida conforme a una legislaci¨®n extranjera. Jens Nordvig ha analizado por extenso las consecuencias en el art¨ªculo que obtuvo el premio Wolfson de econom¨ªa.

2 D¨¦ficit estatal general como porcentaje del PIB: zona del euro, excluida Alemania: 5,3; Reino Unido: 8,7; Jap¨®n: 10,1; Estados Unidos: 9,6; zona del euro, incluida Alemania: 4,2.

Deuda p¨²blica bruta como porcentaje del PIB: zona del euro, excluida Alemania: 91; Reino Unido: 82; Jap¨®n: 230; Estados Unidos: 103; zona del euro, incluida Alemania: 88.

3 Alemania podr¨ªa preferirinclusoseguir siendo miembro del sistema de compensaci¨®n TARGET2 y permitir que losbalances se redujeran gradualmente a medida que el pr¨¦stamo interbancario se reanudara, en lugar de padecer una p¨¦rdida inmediata.

George Soros es presidente de Soros Fund Management

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