El PSOE necesario
Es urgente que el principal partido de la oposici¨®n cierre ya la digesti¨®n de sus derrotas
El primer partido de la oposici¨®n re¨²ne hoy a su Comit¨¦ Federal, m¨¢ximo ¨®rgano entre congresos, y prepara una conferencia para noviembre sobre la salida de la crisis y la pol¨ªtica europea. Todo ello da cuenta de la voluntad de superar la contradicci¨®n en que se encuentra el PSOE: tiene que oponerse al Gobierno, pero no quiere radicalizarse. No puede ofrecer cheques en blanco al Ejecutivo, que sigue esgrimiendo la herencia recibida como justificaci¨®n de todas sus decisiones, y que adem¨¢s se niega a consensuarlas. Pero tampoco puede ni debe aplicar al Partido Popular la misma medicina empleada por esta formaci¨®n contra los ¨²ltimos Gobiernos socialistas, algunas veces rayana en la irresponsabilidad y partera de una fracci¨®n del descr¨¦dito que se abate sobre la clase pol¨ªtica.
Nada garantiza que la renuncia a radicalizarse aporte cr¨¦dito social a corto plazo, visto el descontento que reflejan las encuestas. Pero un partido central en la pol¨ªtica espa?ola, y que ha desempe?ado amplias responsabilidades de gobierno, dif¨ªcilmente podr¨¢ recuperarlo si se escora hacia el radicalismo. La situaci¨®n econ¨®mica y las crisis pol¨ªticas conforman un panorama demasiado delicado como para que el pa¨ªs aguante una oposici¨®n insolvente. Es cierto que las cosas podr¨ªan y deber¨ªan haber sido de otro modo: un pacto nacional en asuntos b¨¢sicos hubiera sido preferible a la navegaci¨®n en solitario del jefe del Gobierno. Pero Mariano Rajoy ha esquivado la mano tendida por Alfredo P¨¦rez Rubalcaba y, de momento, el poder est¨¢ desgastando internamente al que lo tiene, Rajoy, que ha visto rebrotar la contestaci¨®n incluso en el seno del PP; mientras Rubalcaba, que carece de poder institucional, se encuentra relativamente m¨¢s c¨®modo dentro de su partido, aunque los sondeos de opini¨®n tampoco le favorecen.
La reuni¨®n del Comit¨¦ Federal es una buena ocasi¨®n para que el conjunto del PSOE se muestre cohesionado y dispuesto a ejercer una oposici¨®n bien definida al tiempo que responsable. No se trata de quedarse quieto ni de ponerse de perfil: le corresponde canalizar el descontento, sobre todo cuando haya recortes de derechos ciudadanos y reglas del juego que el PP modifique por razones ideol¨®gicas. Otra cosa es la gesti¨®n directa de la crisis econ¨®mica, donde es deseable un reconocimiento de que el Ejecutivo es el responsable de definir los planes y conducir las negociaciones con las autoridades europeas. Ning¨²n gobernante tendr¨¢ apenas margen para hacer otra cosa que pol¨ªticas de austeridad mientras no ceda la crisis brutal de deuda que padecemos.
Lo que se necesita es un debate sobre c¨®mo repartir los sacrificios y c¨®mo impulsar el crecimiento y la creaci¨®n de empleo. Los partidarios de la radicalizaci¨®n quiz¨¢ se imaginan que eso se conseguir¨¢ levantando a la calle, pero al Partido Socialista no se le espera en el populismo ni en la teatralidad de los gestos ni de los gritos, sino en la definici¨®n de un discurso y de soluciones firmes, en las que pueda reconocerse esa parte de la sociedad castigada por medidas que no comparte ni comprende, pero necesitada de perspectivas de futuro.
El PSOE tiene que ponerse en marcha de una vez, cerrando la etapa de digesti¨®n de las derrotas electorales de 2011. Su poder institucional se encuentra mermado, cuenta con un reducido grupo en el Congreso y se ve estancado en los sondeos. Sin embargo, no es hora de c¨¢lculos politiqueros, sino de mostrar madera de Estado. La incomodidad del principal partido de la oposici¨®n es patente ante la perspectiva de un rescate europeo de la econom¨ªa que implique m¨¢s condiciones para Espa?a. Pero tampoco se entiende su rechazo de antemano de esa posibilidad sin pronunciarse sobre una alternativa sostenible. Esa es una de las clarificaciones que se esperan de la reuni¨®n de hoy.
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