La Tartera
Me da la impresi¨®n de que deben ir olvid¨¢ndose de hacer campa?a o demagogia con visititas a hospitales, colegios o centros de acogida
Al presidente del Gobierno parece irritarle que los espa?oles no comprendan su obsesi¨®n por cuadrar el d¨¦ficit a fuerza de recortes. En realidad, nadie tendr¨ªa demasiado en contra de que se pegara el tijeretazo a las duplicidades o a ciertos organismos prescindibles. Me temo que s¨®lo a la clase pol¨ªtica le conviene perpetuar el costoso sistema del que disfrutan. El problema es que lo que perciben los ciudadanos, y me incluyo, es que se est¨¢ tratando de reconstruir un pa¨ªs ruinoso a base de dejar al pobre sin resuello o de asfixiar a la clase media, que es al fin y al cabo la que mantiene el mercado vivo.
Asistimos, hasta el momento con inusitada y misteriosa calma, a la adopci¨®n de una pol¨ªtica econ¨®mica brutal, consistente en arreglar el desaguisado que la misma clase pol¨ªtica provoc¨® con medidas que agobian y humillan: impuestos que encarecen el material escolar, cobro de las instalaciones de comedor para los ni?os con tartera, retirada de mamograf¨ªas gratuitas y obligadas, por no hablar del paulatino desmantelamiento de la sanidad p¨²blica, de la rebaja de sueldos o de haber convertido la investigaci¨®n en Espa?a en un oficio imposible. Y si el sacrificio sirviera para algo, si alguien supiera a qu¨¦ conduce, pero de momento lo ¨²nico que se est¨¢ provocando es miedo, paralizaci¨®n del riesgo creativo y una especie de des¨¢nimo colectivo que degenera ya en un profundo resentimiento.
De momento, nada ni nadie les hace desistir de su plan de ajuste a costa de los m¨¢s desfavorecidos. Eso s¨ª, me da la impresi¨®n de que deben ir olvid¨¢ndose de hacer campa?a o demagogia con visititas a hospitales, colegios o centros de acogida. Esta semana una madre lanz¨® la primera tartera, pero la situaci¨®n es tan tensa que una se pregunta c¨®mo alguien no les advierte de que no es el mejor momento para visitar aquellos centros que est¨¢n esquilmando.
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