Restaurar mi honor en tiempos de Google
Si tecleas su nombre en la web, aparece asociado a conceptos como ¡°prostituta¡± Bettina Wulff, ex primera dama alemana, abre una guerra legal contra los criterios de b¨²squeda
Google no olvida. En Alemania basta con escribir la palabra ¡°Bettina¡± en el buscador para que su sistema autom¨¢tico plantee las siguientes propuestas: ¡°Bettina Wulff prostituta¡±, ¡°Bettina Wulff escort¡±, ¡°Bettina Wulff pasado¡±. La esposa del expresidente federal de Alemania niega ahora expl¨ªcitamente haber trabajado como prostituta antes de casarse con Christian Wulff y ha presentado una demanda contra el gigante inform¨¢tico estadounidense para que inhiba del buscador estas propuestas autom¨¢ticas asociadas a su nombre. Pero Google se niega a intervenir alegando que esas sugerencias responden a la asiduidad con la que los usuarios introducen una combinaci¨®n de palabras.
Tambi¨¦n ha demandado a G¨¹nther Jauch, uno de los presentadores m¨¢s famosos de Alemania. En directo y ante millones de espectadores, Jauch pregunt¨® en diciembre a uno de los jefes del diario sensacionalista Bild si guardan ¡°informaciones en el caj¨®n sobre el pasado de Bettina Wulff¡±. Un pasado de prostituci¨®n que ella niega y del que no hay ninguna prueba p¨²blica.
El rumor se hab¨ªa extendido durante a?os, pero la pregunta de Jauch le concedi¨® enorme credibilidad. Por unas semanas dej¨® de hablarse de otra cosa: Bettina, se repet¨ªa a finales de 2011, trabaj¨® como meretriz en una reputada casa de citas antes de quedar embarazada del que se convertir¨ªa en presidente federal de Alemania. Parec¨ªa saberse todo: el nombre del burdel (Artemis), su seud¨®nimo de trabajo (Victoria) o su especializaci¨®n, supuestamente la compa?¨ªa ¨ªntima de hombres adinerados e influyentes. Se convirti¨® en diana de cr¨ªticos, sat¨ªricos y moralistas. Los cristianos ¨CWulff es cat¨®lico, como muchos votantes de la Uni¨®n Dem¨®crata Cristiana (CDU) de Angela Merkel¨C la acusaron de haber roto el primer matrimonio del mandatario. Tambi¨¦n se critic¨® su estilo de vida un tanto ostentoso y su decidido flirteo con la prensa rosa y sensacionalista. Del que su marido sac¨® provecho pol¨ªtico hasta que se volvi¨® en su contra.
Parec¨ªa saberse todo: el nombre del burdel (Artemis), su seud¨®nimo de trabajo (Victoria) o su especializaci¨®n, supuestamente la compa?¨ªa ¨ªntima de hombres adinerados e influyentes
El diario conservador Bild fue durante a?os uno de los principales aliados de Wulff. Su sonado divorcio en 2008 para casarse con la embarazada Bettina, una madre soltera 14 a?os m¨¢s joven, no perjudic¨® su carrera pol¨ªtica. El entonces primer ministro de Baja Sajonia sonaba como uno de los posibles sucesores de la canciller Merkel al frente de la CDU. En 2010, Christian asumi¨® la primera dignidad del Estado y Bettina se convirti¨® en ¡°primera dama¡±. Bild sigui¨® pr¨®ximo a los Wulff: sus reportajes sobre la presidencial pareja sol¨ªan incluir elogios a la ¡°juvenil¡± o ¡°glamurosa¡± Bettina, que como prenda de modernidad luce un tatuaje en el brazo. Su pasado oficial: nacida en Hannover en 1973, bachillerato en la ciudad, estudios de Gesti¨®n de Medios sin concluir entre 1993 y 2000. A partir de entonces, trabaj¨® de relaciones p¨²blicas en una empresa industrial. En 2006 conoci¨® a Wulff. Empezaron las habladur¨ªas, que encontraron su punto ¨¢lgido en diciembre pasado.
El jefe del Estado estaba entonces metido hasta el cuello en un esc¨¢ndalo de corrupci¨®n y tr¨¢fico de influencias que termin¨® por forzar su dimisi¨®n el 17 de febrero de 2012. Bild hab¨ªa revelado en diciembre que el democristiano disfrut¨® de cr¨¦ditos muy ventajosos cuando era primer ministro de Baja Sajonia. El presidente trat¨® de detener esa publicaci¨®n con una llamada al director del rotativo, a quien amenaz¨® con desencadenar ¡°la guerra¡±, con la inusitada torpeza de dejar su bronca grabada en el buz¨®n de voz. La publicaci¨®n transcrita de esta imprudencia excit¨® a¨²n m¨¢s los rumores sobre su segunda esposa: ?intentaba Wulff evitar la publicaci¨®n de evidencias comprometedoras?
Jauch dice ahora que ¨¦l consider¨® su deber period¨ªstico plante¨¢rselo indirectamente al redactor de Bild en su programa. El presentador pasa por periodista serio y disfruta de un formidable cr¨¦dito. No mencion¨® que Bettina fuera prostituta, pero, al preguntarle a un jefe de Bild sobre su pasado, hizo m¨¢s cre¨ªble lo que hab¨ªa sido un rumor. Bild es un diario sensacionalista, conservador y c¨¦lebre por retorcer la verdad seg¨²n sus intereses, as¨ª que su desmentido no despej¨® ninguna sospecha. Probablemente tuvo el efecto contrario.
El caso del honor perdido de Bettina Wulff demuestra uno de los cambios que Internet ha introducido en la manera de contar lo que sucede. Durante semanas, decenas de periodistas alemanes rondaron a Bettina Wulff como tiburones en torno a un n¨¢ufrago. No hab¨ªa pruebas fehacientes del pasado de la primera dama; sin embargo, las referencias a ¡°los rumores en Internet¡± y las numerosas indirectas se?alaban al lector el camino inequ¨ªvoco hacia la dudosa informaci¨®n. Un columnista de Der Spiegel lleg¨® a escribir que el presidente trabajaba ¡°escoltado por su mujer¡±. Escort es un eufemismo corriente para calificar a una persona que se prostituye.
El diario S¨¹ddeutsche Zeitung public¨® esta semana que el origen de las habladur¨ªas podr¨ªa estar en la misma CDU. Rencillas pol¨ªticas ventiladas con m¨¦todos sucios, nada nuevo. Tanto Jauch como Goo?gle quieren seguir lav¨¢ndose las manos, pero en Internet proliferan ya otro tipo de acusaciones contra Bettina. La acusan de estar usando la pol¨¦mica como propaganda de su libro biogr¨¢fico, Jenseits des protokolls (M¨¢s all¨¢ del protocolo), que sali¨® a la venta esta misma semana y donde explica los ¡°duros meses¡± de rumores sobre ella. ¡°Nunca trabaj¨¦ de escort¡±, asegura. Precisamente Bild, el diario sensacionalista que desencaden¨® el esc¨¢ndalo que hundi¨® a su marido, se ha encargado de publicar extractos de las memorias.
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