Un ¡®maillot¡¯ amarillo con un pasado muy poco ejemplar
Superados el alcoholismo y sobrepeso, Bradley Wiggins, el primer brit¨¢nico que gana el Tour, se convierte en un ciclista de pel¨ªcula
Si alguien duda de que el ciclista Bradley Wiggins merece que una productora de Hollywood haga una pel¨ªcula sobre su carrera es que no conoce su pasado. Wiggins no es solo el primer brit¨¢nico que gana un Tour de Francia, hecho que no merece m¨¢s comentario salvo para los propios brit¨¢nicos. No es solo el primer ciclista en pista que pasa de obtener medallas ol¨ªmpicas en el vel¨®dromo a llegar con el maillot amarillo a los Campos El¨ªseos en Par¨ªs, hecho que merece todo el reconocimiento entre los sesudos expertos en ciclismo. Wiggins tiene algo que puede interesar al gran p¨²blico, incluso al que no le atrae nada lo que haga un se?or con una bicicleta: tiene un pasado. Una historia que contar.
Porque los deportistas acostumbran a ser j¨®venes sanos sin pasado, que han consagrado infancia y juventud al ejercicio f¨ªsico. Han vivido algo parecido a un sacerdocio. Por tanto, suelen ser aburridos. A diferencia de ellos, Wiggins tiene un pasado poco convencional: para empezar es hijo de Garry Wiggins, un australiano que es ciclista y que para ganar dinero usa toda suerte de productos estimulantes (muy usuales en esa ¨¦poca).
Es decir, un deportista poco ejemplar. Despu¨¦s de abandonar a su primera mujer, se casa con una inglesa, Linda, que tiene 17 a?os. Se la lleva a Europa, donde se disputan los grandes crit¨¦riums ciclistas, y tienen un hijo al que llaman Bradley que nace en Gante (B¨¦lgica, 1980). Adem¨¢s de las drogas, Garry abusa del alcohol y se convierte en un maltratador y en un ciclista pendenciero. Su mujer le abandona y huye a Londres con el ni?o. ?l se enrolla con una camarera de Dusseldorf y sigue su carrera de drogas, alcohol y peleas.
As¨ª que Bradley y su madre regresan a las afueras de Londres, donde Bradley tiene una infancia dif¨ªcil en la que estuvo a punto de caer en la delincuencia. Ni era un buen alumno, ni era un chico de fiar. Por alguna extra?a raz¨®n solo se sent¨ªa a gusto encima de una bicicleta, que sab¨ªa usar desde los dos a?os. Poco a poco esa sensaci¨®n comenz¨® a ganar espacio en su vida y, aunque dej¨® el colegio, no se lanz¨® a la calle salvo para hacer kil¨®metros. En 1998 era campe¨®n mundial j¨²nior.
No es extra?o que Bradley use una est¨¦tica rockera, muy propia tambi¨¦n de las barriadas londinenses y muy poco usual entre deportistas. Tiene personalidad propia y una carrera deportiva que tampoco es ortodoxa. Gana carreras en la pista, gana medallas en los Juegos Ol¨ªmpicos, llega a ser campe¨®n mundial, pero al mismo tiempo reconoce problemas con el alcohol. En esa ¨¦poca, su padre aparece en su vida y logra mantener una relaci¨®n distante con ¨¦l. Bradley es un campe¨®n reconocido, pero sin dinero en el bolsillo: las medallas ol¨ªmpicas te dan nombre pero no sanean tu cuenta corriente.
Bradley se casa con Cath, una exciclista, que le ayuda a salir de cierta propensi¨®n a beber cerveza en exceso. Tienen un hijo. Y decide probar suerte en las carreteras. Primero interpreta papeles muy secundarios en equipos de segunda fila: es un buen contrarrelojista y nada m¨¢s, como cualquier otro corredor venido de la pista. Un culogordo, como se dice en el argot. Pero Bradley insiste. En 2008, conoce la noticia de la muerte de su padre como consecuencia de dos ri?as consecutivas con exceso de alcohol. Cuando fueron a recoger sus pertenencias, su padre ten¨ªa una enorme carpeta donde hab¨ªa recopilado todas las noticias sobre los ¨¦xitos de su hijo.
Sigui¨® ganando medallas en la pista y sufriendo en la carretera. Tom¨® entonces la decisi¨®n de adelgazar para poder aguantar las duras escaladas de las grandes carreras. En el Tour de 2011 termina en cuarta posici¨®n ante la sorpresa general. Ese fue el pre¨¢mbulo de un buen contrato. Un a?o despu¨¦s, gana el Tour. ?Merece o no una pel¨ªcula este hombre?
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