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Lo primero que me ha chocado de la Carta que nos dirige el Monarca cibern¨¢utico es el descuido en el estilo
Con lo bien que est¨¢bamos despu¨¦s de festejar el sereno cumplea?os de do?a Letizia y el comportamiento ideal del heredero don Felipe, y olvidadas y perdonadas ya ciertas francachelas borb¨®nicas, va el Rey y se nos hace internauta. En cuanto me enter¨¦ vol¨¦ a la web de la Casa Real, que confieso hab¨ªa tenido descuidada desde que se inaugur¨®.
Es una gran tentaci¨®n para una, en su m¨¢s que madura edad, hacerse modestamente web¨®loga de Su Majestad, del mismo modo que existen rajoy¨®logos que intentan descifrar los silencios de la esfinge ¡ªo, peor empe?o a¨²n, sus palabras¡ª, o esperanz¨®logos que aconsejan a la reina de los recortes de la Sanidad p¨²blica en Madrid que, en caso de retiro por enfermedad, ponga su preciosa vida en manos de la privada, que los otros le tienen ganas.
Lo primero que me ha chocado de la Carta que nos dirige el Monarca cibern¨¢utico es el descuido en el estilo. Los todoterreno de las tertulias se han lanzado sobre el contenido, se han picado los unos, se han erigido en defensores los otros. Mas, ?d¨®nde yac¨ªa el asesor de met¨¢foras al fraguarse la misiva?
Cuando el Rey nos anima a ¡°no perseguir quimeras¡± yo no pienso ni en la independencia de Catalunya ni en el rescate de Espa?a, sino en no correr tras los elefantes ni aunque sean quim¨¦ricamente blancos, pues hay quien te los sirve quietos; as¨ª mismo, debemos matarlos de golpe, sin ¡°ahondar heridas¡±. Mi interpretaci¨®n cineg¨¦tica puede parecerles retorcida, pero dispongo de un argumento que la refuerza, y se encuentra en dicho pol¨¦mico p¨¢rrafo: ¡°No son tiempos estos para (¡) debatir si son galgos o podencos quienes amenazan nuestro modelo de convivencia¡± (el subrayado es m¨ªo, pero la jaur¨ªa es suya).
Son cosas de escritor novel. Se pasan con mucha lectura humanista.
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