Una perspectiva alemana
Espa?a todav¨ªa vive las consecuencias de los excesos de la burbuja inmobiliaria
La situaci¨®n de la zona euro se asemeja a la de una gran familia. Los Estados comparten un destino com¨²n ¡ªsi a uno le va mal, eso preocupa a los dem¨¢s¡ª. Hoy en d¨ªa, muchos pa¨ªses sufren una coyuntura d¨¦bil, una alta tasa de paro, unas balanzas bancarias poco claras, y algunos disponen de presupuestos estatales de cuya sostenibilidad dudan los mercados financieros. Cada una de esas crisis tiene su historia.
?Cu¨¢l es la historia de Espa?a? Es verdad que Espa?a sufre la misma coyuntura d¨¦bil que la zona euro, pero el problema estructural, el boom del sector inmobiliario hasta 2007, pesa a¨²n m¨¢s. Durante a?os, ese auge permiti¨® subidas de sueldo sustanciales no solo a constructores y arquitectos, sino tambi¨¦n a alba?iles y carpinteros. El suelo estatal ayud¨® a sanear las cuentas de municipios y autonom¨ªas, los bancos ganaron dinero con hipotecas, y la econom¨ªa espa?ola creci¨® fuertemente.
Tan fuertemente que desde Alemania les mir¨¢bamos con envidia: en 2005, Alemania ten¨ªa m¨¢s de cinco millones de parados, nuestra econom¨ªa apenas crec¨ªa, cosa que s¨ª hizo el d¨¦ficit estatal. Recortes de subsidios para desempleados de larga duraci¨®n, reformas del mercado laboral y del sistema de pensiones, y subidas de sueldos muy moderadas mejoraron la competitividad de la econom¨ªa alemana lo suficiente para competir por la din¨¢mica demanda de los pa¨ªses emergentes. Como consecuencia, baj¨® el n¨²mero de parados dr¨¢sticamente.
A partir de 2007 se hizo cada vez m¨¢s patente que el sector inmobiliario espa?ol hab¨ªa crecido a un ritmo insostenible, dopado de cierta manera por los bajos intereses del BCE, una regulaci¨®n insuficiente de las hipotecas por parte del Banco de Espa?a y una inmigraci¨®n pol¨ªticamente incontrolada que dio al sector de la construcci¨®n mano de obra y demanda. Todo esto aceler¨® y prolong¨® el boom e implic¨® a gran parte de la sociedad espa?ola. Actualmente, Espa?a todav¨ªa sufre las consecuencias de ese exceso.
Para seguir as¨ª, Espa?a necesita disciplina y paciencia, y no hay atajos que valgan, pero hay ayuda europea
Tras las revelaciones sobre el d¨¦ficit estatal griego, los mercados financieros escrutan meticulosamente las diferentes situaciones de los pa¨ªses del euro. Demandan intereses m¨¢s altos de aquellos Estados de los que sospechan una mayor probabilidad de impago. El ¡°l¨ªmite m¨¢gico¡± de un inter¨¦s del 7%, del que tanto se habla, no existe. Varios pa¨ªses del euro ya pagaban antes intereses m¨¢s altos. Por eso nos parece improbable que el Estado espa?ol entre en una crisis de liquidez.
Sin embargo, para tales casos de crisis, la pol¨ªtica europea ya ha tomado medidas. La zona euro ayudar¨¢ a cada Estado con problemas de financiaci¨®n: los Estados del euro avalar¨¢n a los acreditados a trav¨¦s del FEEF y del MEDE. Tal ayuda forma parte de cualquier familia respetable ¡ªpero por supuesto no se concede sin obligaciones y control¡ª. Igual que en una familia se mira que el cu?ado utilice el dinero prestado de manera razonable y que no tire la casa por la ventana.
Ese modus vivendi no gusta a ninguna parte, porque conlleva riesgos para los avalistas y una p¨¦rdida de soberan¨ªa para los acreditados ¡ªpero es la ¨²nica manera de equilibrar medianamente los intereses de ambos lados¡ª. Tampoco llevar¨¢ a la salvaci¨®n instant¨¢nea, porque la zona euro ahora parece atrapada en el tiempo: la pol¨ªtica soluciona un problema financiero, pero poco despu¨¦s hay brechas por otras partes. Eso pasa por dos razones.
Primero, las burbujas inmobiliarias y financieras pudieron desarrollarse durante muchos a?os. Lo mismo puede tardar enmendar sus consecuencias. Segundo, la crisis bancaria agrava y realimenta el problema: los bancos sufren p¨¦rdidas reajustando el valor de los bonos estatales que mantienen. A la vez, los bancos morosos buscan ayuda del Estado ¡ªlo cual empeora las cuentas estatales¡ª. Por eso, recapitalizar los bancos sist¨¦micos con fondos europeos es un camino digno de considerar.
Esa situaci¨®n compleja nos muestra nuestros l¨ªmites a los economistas. No sabemos pronosticar fiablemente el desarrollo futuro. Igualmente, los pol¨ªticos europeos tienen que encontrar el camino por el m¨¦todo de ensayo y error. Esto no es popular, tampoco en Alemania, y provoca algunas propuestas simplistas, por ejemplo, que Grecia salga del euro. Esa medida solo podr¨ªa ser la ¨²ltima ratio, porque tal ruptura crear¨ªa una tremenda inseguridad a corto plazo y da?ar¨ªa la convivencia europea a largo plazo.
Otras medidas demasiado simples son los eurobonos o las intervenciones del BCE ilimitadas e incondicionadas. Los eurobonos conllevan el grave peligro de que los pol¨ªticos nacionales intenten vivir a cuenta de sus vecinos europeos. Y la compra masiva de bonos estatales por el BCE quiz¨¢ alivie a corto plazo, pero entra?a el peligro de inflaci¨®n y de da?ar la credibilidad e independencia del BCE.
La soluci¨®n no radica en demandas simplistas, sino en respetar lo que hemos conseguido hasta ahora. Espa?a, para reestructurar su econom¨ªa y sanear sus cuentas estatales, se est¨¢ sometiendo a un tratamiento considerable, en el mercado laboral, en los impuestos, etc¨¦tera. Ya se ven las primeras se?ales positivas: las exportaciones han aumentado mucho desde 2008 y el d¨¦ficit estatal baja desde 2009. Por supuesto, la tasa de paro es alt¨ªsima y dolorosa, pero bajar¨¢ a medio plazo. Para seguir as¨ª se necesita disciplina y paciencia, y no hay atajos que valgan ¡ªpero hay ayuda europea¡ª. Porque todos los pa¨ªses de la Eurozona han demostrado con el FEEF y el MEDE, con la recapitalizaci¨®n de bancos espa?oles y el pacto fiscal, que quieren tanto solidaridad como solidez. Y eso tambi¨¦n merece respeto.
Michael H¨¹ther, economista, es director del Instituto de las Empresas Alemanas para la Investigaci¨®n Econ¨®mica (IW K?ln).
Tu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo
?Quieres a?adir otro usuario a tu suscripci¨®n?
Si contin¨²as leyendo en este dispositivo, no se podr¨¢ leer en el otro.
FlechaTu suscripci¨®n se est¨¢ usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PA?S desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripci¨®n a la modalidad Premium, as¨ª podr¨¢s a?adir otro usuario. Cada uno acceder¨¢ con su propia cuenta de email, lo que os permitir¨¢ personalizar vuestra experiencia en EL PA?S.
?Tienes una suscripci¨®n de empresa? Accede aqu¨ª para contratar m¨¢s cuentas.
En el caso de no saber qui¨¦n est¨¢ usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contrase?a aqu¨ª.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrar¨¢ en tu dispositivo y en el de la otra persona que est¨¢ usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aqu¨ª los t¨¦rminos y condiciones de la suscripci¨®n digital.
Archivado En
- Opini¨®n
- Crisis deuda europea
- Crisis econ¨®mica
- Recortes presupuestarios
- Recortes sociales
- Especulaci¨®n inmobiliaria
- MEDE
- Recesi¨®n econ¨®mica
- Zona euro
- Crisis financiera
- Coyuntura econ¨®mica
- Pol¨ªtica social
- Uni¨®n Europea
- Desempleo
- Alemania
- Empleo
- Finanzas p¨²blicas
- Econom¨ªa europea
- Pol¨ªtica laboral
- Espa?a
- Finanzas
- Econom¨ªa
- Relaciones exteriores
- Trabajo
- Sociedad