Las nietas de las abuelas de Plaza de Mayo
Estela de Carlotto, presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo de Argentina, es la estrella de la pel¨ªcula Verdades verdaderas. La historia de Estela, del joven director argentino Nicol¨¢s Gil Lavedra, y que se acaba de estrenar en Espa?a. Nicol¨¢s, hijo de un juez y de una asistente social que vivieron en primera fila la represi¨®n de los militares, ha decidido hacer una pel¨ªcula diferente en donde explicar desde un punto de vista humano la impresionante historia de esta abuela. Su objetivo: que su generaci¨®n, los que ahora tienen28 a?os comprendan qu¨¦ sucedi¨®.
"Me enamor¨¦ de las abuelas desde el primer d¨ªa que las fui a ver y me invitaron a caf¨¦ y me contaron sus historias. En ellas est¨¢ la grandeza del ser humano", repita una y otra vez Gil Lavedra cuando presenta su pel¨ªcula.
Este estreno ocurre meses despu¨¦s que un Tribunal argentino presidido por una mujer, Mar¨ªa Roqueta, condenase al expresidente argentino Jorge Videla a 50 a?os de prisi¨®n, en una sentencia que afirma que la desaparici¨®n de beb¨¦s, hijos de presas, fue una pr¨¢ctica sistem¨¢tica de la dictadura argentina. De momento las Abuelas de la Plaza de Mayo han recuperado 106 nietos, el 50% mujeres.
La primera nieta en aparecer fue Carla Graciela Art¨¦s, la ¨²ltima, Laura Reinhold, pero calculan que quedan unos 400 m¨¢s por identificar. Alrededor de 20 podr¨ªan estar en Espa?a. Gracias a esta resoluci¨®n, Videla, de 84 a?os, pasar¨¢ el resto de sus d¨ªas detenido ya que contaba con otras sentencias anteriores, por numerosos cr¨ªmenes de lesa humanidad. Cumple condena en una c¨¢rcel com¨²n. Carla Graciela Art¨¦s tiene ahora 37 a?os y vive en Espa?a junto a sus hijas, y por supuesto, junto a su abuela Sacha. Hace dos a?os, Carla tuvo que viajar a Buenos Aires para declarar contra Eduardo Ruffo, su padre adoptivo, conocido integrante de la Tripe A y torturador en el centro clandestino Automotores Orletti.
Carla recuper¨® su identidad en 1985 gracias a que su abuela Sacha llevaba nueve a?os busc¨¢ndola intensamente. Antes de conocer su aut¨¦ntica identidad, Carla se denominaba Gina Amanda Ruffo. Una noche de 1984, frente al televisor vio a una se?ora con un pa?uelo blanco en la cabeza que ense?aba una foto de una ni?a de nueve meses. Y se reconoci¨®. Pregunt¨® a la que cre¨ªa era su madre qui¨¦n era esa se?ora que ten¨ªa una foto suya. La respuesta fue contundente: ¡°Es una vieja bruja que quiere sacarte sangre¡±.
La ni?a se qued¨® atemorizada. Su madre adoptiva la trataba con indiferencia y su padre los ¡°masacraba a palizas¡± a ella y a su hermano Alejandro, relat¨®. Pero esa noche comenzaba una nueva vida. Lo que no sab¨ªa esa criatura es que sus verdaderos padres fueron detenidos en el a?o 76 en Bolivia junto a ella, un beb¨¦ de nueve meses. La madre fue a prisi¨®n acusada de participar en una huelga minera y Carla acab¨® internada en el asilo de Villa F¨¢tima. A pesar de estar separadas, los polic¨ªas llevaban a la ni?a a las sesiones de tortura de su madre y la golpeaban hasta el punto de causarle da?os irreparables en un o¨ªdo. Quer¨ªan localizar al padre a cualquier precio. En agosto de 1976 el Gobierno boliviano las entreg¨® a Argentina y acabaron en los locales de Automotores Orletti, centro de detenci¨®n.
Pero la abuela Sacha, que desde el primer momento luch¨® por encontrar a su hija y a su nieta recorri¨¦ndose diversos pa¨ªses, consigui¨® una foto de Carla que una monja espa?ola, sor Amparo, le hab¨ªa hecho a la ni?a en el asilo. Esa misma foto fue la que Carla vio en televisi¨®n. Siete a?os, despu¨¦s la abuela se enter¨® de que un l¨ªder de la Alianza Anticomunista Argentina, Eduardo Ruffo, se encontraba pr¨®fugo acusado de nueve delitos de sangre, secuestro y tenencia ilegal de ni?os. Numerosos indicios lo se?alaban como el principal sospechoso de haber secuestrado a su nieta, aunque tuvieron que pasar dos a?os m¨¢s antes de que lograra abrazarla.
El trabajo de Sacha no fue algo individual. Pele¨® incansablemente como otras muchas Abuelas de Plaza de Mayo, esas se?oras con pa?uelo blanco en la cabeza que han dedicado sus vidas a buscar a sus nietos desaparecidos y, como explica ahora la sentencia, robados a sus madres presas para ser dados en adopci¨®n a militares y polic¨ªas de la dictadura, en muchos casos a aquellos individuos que hab¨ªan asesinado a sus madres biol¨®gicas.
La historia de la ¨²ltima nieta encontrada es muy diferente, pero igual de laboriosa y dura. Se trata de Laura Reinhold Siver, una medico de 34 a?os casada y con dos hijos. En este caso fue ella la que se acerc¨® a las Abuelas de la Plaza de Mayo llena de dudas. Pero lleg¨®, pregunt¨®, no dej¨® sus datos y se fue. Busc¨® por Internet, porque Laura siempre tuvo la certeza de que era hija de desaparecidos. Su abuela Luisa, as¨ª como t¨ªos y primos, nunca hab¨ªan parado de buscarla. Finalmente se encontraron.
Laura era hija de Susana Leonor Siver y de Marcelo Carlos Reinhold. Desde hace a?os se sab¨ªa que su madre hab¨ªa tenido una hija por ces¨¢rea en el Hospital Naval y que durante un tiempo la pudo amamantar. Esos datos se conocieron gracias a supervivientes del centro de detenci¨®n de la ESMA que pudieron explicar lo que vieron. Laura naci¨® en febrero del 78, seis meses despu¨¦s de ser detenidos sus aut¨¦nticos padres ambos estudiantes de Derecho de la Universidad de Buenos Aires y militantes de las juventudes peronistas y posteriormente del movimiento montonero.
El d¨ªa de la presentaci¨®n de este caso a los medios de comunicaci¨®n, Estela Carlotto, presidenta de las Abuelas de la Plaza de Mayo, afirm¨® emocionada que Laura ¡°tiene una familia que la estuvo buscando siempre¡±. Y es que Carlotto, adem¨¢s de liderar una organizaci¨®n que ha recibido todos los premios posibles de Derechos Humanos y ha sido tres veces candidata al Premio Nobel de la Paz, tambi¨¦n tiene su propia b¨²squeda, la de su nieto Guido.
Esta ama de casa de clase media, viuda de Guido Carlotto y madre de cuatro hijos, jam¨¢s se hab¨ªa dedicado a la pol¨ªtica ni hab¨ªa militado en ning¨²n partido pol¨ªtico hasta que en noviembre de 1977, en plena dictadura militar, su hija Laura fue secuestrada junto a su pareja. Siete meses despu¨¦s, la joven daba a luz a un ni?o, Guido, en el Hospital Militar, en todo momento esposada. Momentos despu¨¦s del parto la adormecieron y la trasladaron de nuevo al campo de concentraci¨®n La Cacha, donde estaba desde el momento de su detenci¨®n. Dos meses despu¨¦s fue asesinada. Su nieto, que ahora tiene 33 a?os, sigue sin aparecer.
Estela pudo recuperar el cad¨¢ver de su hija asesinada. ¡°En 1985, ya en democracia, hice exhumar el cuerpo de mi hija¡±, relata, ¡°para que un equipo de antropolog¨ªa forense lo examinase a fondo para determinar con exactitud todo lo que los militares hab¨ªan negado. El deterioro de su dentadura probaba su largo secuestro, por la pelvis supimos que hab¨ªa tenido un beb¨¦ y por las balas que ten¨ªa alojadas en el cr¨¢neo, que hab¨ªa sido ejecutada por la espalda. As¨ª reun¨ª elementos de prueba para la justicia. Tras ver sus huesitos, su pelo, cerr¨¦ el duelo¡±, confiesa Estela, emocionada. Guido, su nieto, no ha aparecido, pero el general Guillermo Su¨¢rez Mason, jefe de la Primera Zona del Ej¨¦rcito Argentino, bajo cuyo mando se encontraba el centro de detenci¨®n donde estuvo detenida Laura, fue condenado en Italia a cadena perpetua.
¡°Cada encuentro ha sido una larga lucha, con mucho esfuerzo, trabajo y dedicaci¨®n¡±, a?ade Carlotto. De esa forma el escritor argentino, Juan Gelman, Premio Cervantes 2008, pudo recuperar a su nieta Macarena Gelman Garc¨ªa Iruretagoyena en Montevideo, tras a?os de b¨²squeda. La chica hab¨ªa sido adoptada por un comisario de polic¨ªa uruguayo y su esposa.
Estela ha repetido en numerosas ocasiones que su vida estaba ¡°comprometida para siempre¡±. Quiz¨¢s por eso en septiembre de 2002, cuatro desconocidos tirotearon su casa estando ella dentro. ¡°Creo que fue obra de esos que a¨²n pretenden callar voces¡±, coment¨® en su momento. En 1983, un seminario en Nueva York prob¨® que era posible reconstruir el mapa gen¨¦tico, de los padres desaparecidos con la sangre de los familiares a¨²n vivos y a partir de ese momento las Abuelas comenzaron a presentar denuncias ante la justicia argentina, enfrent¨¢ndose a muchos jueces ¡°heredados de la dictadura¡± que no abr¨ªan causas o las retrasaban.
¡°Tuvimos que ir abriendo camino¡±, comenta Estela, ¡°en el sentido jur¨ªdico y en el psicol¨®gico. Los psic¨®logos ven¨ªan a nosotras a preguntarnos c¨®mo pod¨ªan aprender a restituir un chico a su verdadera familia, porque eso era un fen¨®meno nuevo para ellos¡±. El banco de ADN creado por las Abuelas, junto a varios organismos gubernamentales, ha sido uno de los avances mayores en su lucha.
La ley que se elabor¨® en 1987 ¡°nos permite dejar establecidas las condiciones pr¨¢cticas que posibiliten la identificaci¨®n de nuestros nietos aunque nosotras no estemos, ya que es imposible saber cu¨¢ndo ser¨¢n localizados¡±, sostiene. Este banco tiene como funci¨®n el almacenamiento y la conservaci¨®n de muestras de sangre de cada uno de los miembros de los grupos familiares, para realizar estudios de identidad gen¨¦tica hasta el a?o 2050. ¡°Cada nieto que se encuentra es un triunfo sobre la dictadura argentina, afirma Estela. Por eso su lucha no se limita solo a la b¨²squeda en el Cono Sur americano sino que la red se expande tambi¨¦n a Espa?a en donde las Abuelas piensan que puede haber m¨¢s de veinte nietos que fueron regalados por militares argentinos.
Desde el pasado viernes podemos verla en la pantalla.
Im¨¢genes: fotograma de 'Verdades verdaderas', de Nicolas Gil Lavedra. Estela de Carlotto, fotografiada por Luis Sevillano.
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