?Gibraltar!

Esto es un disparate. Mientras las im¨¢genes de la marca Espa?a¡ªel garrotazo y tentetieso¡ª invad¨ªan peri¨®dicos digitales y televisiones internacionales, en tiempo real, el presidente Rajoy reforzaba en la sede de Naciones Unidas su propio sino funesto, pidi¨¦ndose conversaciones para resolver lo de Gibraltar. No se me ocurre una escenificaci¨®n m¨¢s adecuada para reflejar la brecha que separa a los gobernantes de esa parte de los ciudadanos perjudicada por el secuestro de la pol¨ªtica a garras de la econom¨ªa. Aunque s¨ª, hab¨ªa otra, no menos pat¨¦tica: los balbuceos de la oposici¨®n socialista cuando, al comentar lo que ocurr¨ªa a las puertas del Congreso, lo achacaban ¨²nicamente a los recortes realizados por el Gobierno. Como mucho, dec¨ªan que ¡°tomar¨¢n nota¡±. Palabras.

Es hartazgo y reprobaci¨®n, se?oras y se?ores diputados. Y no esperen que, con una sociedad civil desarticulada y largo tiempo ap¨¢tica, las protestas de hoy vayan a llevar guante de terciopelo. M¨¢s bien al contrario, deber¨ªan admirarse de que los manifestantes no estuvieran m¨¢s rabiosos y activos. Deber¨ªan ustedes sentir respeto por esas personas de todas las edades, por sus rostros curtidos en la lucha o por sus j¨®venes expresiones reprobadoras: aguantando en la calle, con lo ¨²nico que tienen para protestar. Con su cuerpo, con su voz. No son todos los espa?oles pero son una porci¨®n muy significativa. Y no se resignan. No atacan el Congreso, sino este Congreso. Hartos de soportar el peso de la vida, mientras ustedes discuten sobre el sexo de los ¨¢ngeles.

Esto es un disparate ¡ªeste pa¨ªs, este momento¡ª, pero me temo que el Gobierno se halla perfectamente preparado para alimentarlo y desarrollarlo siguiendo sus propias reglas, grabadas de forma indeleble en el oscuro y profundo ADN de la m¨¢s rancia y contumaz derecha espa?ola.

Alguien tiene que despertar, mientras Heidi trisca por el cerro gibraltare?o.