La hora de la verdad
Los nacionalistas han olvidado que la Constituci¨®n es fruto de una voluntad com¨²n de convivencia y de un pacto pol¨ªtico
?¡°La naturaleza nos ech¨® a este suelo libres y desatados y nosotros nos aprisionamos en determinados recintos? como los reyes de Persia, que se impon¨ªan la obligaci¨®n de no beber otra agua que la del r¨ªo Choaspes¡±. Michel de Montaigne
La m¨²sica nacionalista nos era conocida y tambi¨¦n nos era familiar la letra, pero la orquesta y los atambores nunca hab¨ªan sonado con tanto estruendo como ahora. Una huida hacia adelante que la crisis no ha hecho sino empujar, por dos razones, al menos: 1) la tracci¨®n centr¨ªpeta europea ha perdido fuerza y 2) el victimismo nacionalista exige m¨¢s que nunca echarle la culpa de ¡°nuestros males¡± a Madrid. ?C¨®mo se ha llegado hasta aqu¨ª?
?En primer lugar, ganando la batalla dentro y fuera de Catalu?a a unos adversarios que prefirieron no plantar cara. Y, ya se sabe, las batallas que no se dan siempre se pierden. Adem¨¢s, cuando alguien no encuentra oposici¨®n a sus ideas acaba desbarrando. Por otro lado, los nacionalistas jam¨¢s hablan de las complicaciones jur¨ªdicas y tampoco de los riesgos que para ellos conlleva el viaje a ese Eldorado de la independencia. Para los nacionalistas, Catalu?a (representada exclusivamente por ellos) siempre estar¨¢ por encima de la Ley.
Si te opones a las ideas nacionalistas ser¨¢s tachado de ¡°centralista¡± y hasta de ¡°fascista¡±
El desistimiento de ¡°la otra parte¡± ha permitido a los independentistas convertir en moz¨¢rabes a los catalanes no nacionalistas, especialmente a aquellos que provienen de la inmigraci¨®n (conviene saber a este respecto que la mayor parte de los catalanes tiene como lengua materna el castellano). En este proceso de asimilaci¨®n a martillazos el gran responsable pol¨ªtico ha sido el PSC. Basta para demostrarlo con ver las actitudes de quien ha sido el paradigma del moz¨¢rabe, Jos¨¦ Montilla. Un hombre nacido en C¨®rdoba, que no solo ha apoyado con entusiasmo la ¡°inmersi¨®n ling¨¹¨ªstica¡± sino que le mont¨® un pollo al Tribunal Constitucional por atreverse a ¡°tocar¡± el famoso Estatuto. En verdad, si hoy te opones a las ideas y sentires de los nacionalistas ser¨¢s tachado de ¡°centralista¡±, ¡°nacionalista espa?ol¡± y hasta de ¡°fascista¡±.
Tambi¨¦n ha existido la complicidad de los grandes partidos de ¨¢mbito nacional, debida ¡ªen buena parte¡ª al papel en que la ley electoral coloca a los nacionalistas: el de bisagra para la gobernabilidad. ¡°No critiquemos a los nacionalistas, pues los necesitamos para gobernar (o podremos necesitarlos en el futuro)¡± ha sido la consigna y como consecuencia los nacionalistas han ignorado, sin m¨¢s tr¨¢mite, entre otras leyes, los art¨ªculos 1, 2 y 3 de la Constituci¨®n (¡°La soberan¨ªa nacional reside en el pueblo espa?ol¡±; ¡°La Constituci¨®n se fundamenta en la indisoluble unidad de la Naci¨®n espa?ola¡±; ¡°Todos los espa?oles tienen la obligaci¨®n de conocerla [la lengua com¨²n] y el derecho a usarla¡±). Y as¨ª, el biling¨¹ismo que consagra la Constituci¨®n en los territorios con ¡°lengua propia¡± ha sido combatido, y no solo con la ¡°normalizaci¨®n ling¨¹¨ªstica¡±. Imposiciones que han producido discriminaci¨®n contra las personas a causa de su lengua materna.
Los nacionalistas tambi¨¦n se han olvidado de que la Constituci¨®n es el producto de una voluntad com¨²n de convivencia y de un pacto pol¨ªtico en el que todos renunciaron a sus aspiraciones m¨¢ximas (los nacionalistas tambi¨¦n).
Tambi¨¦n ha existido la complicidad de los grandes partidos de ¨¢mbito nacional, debida al papel en que la ley electoral coloca a los nacionalistas: el de bisagra para la gobernabilidad
Para acabar con el fuego, Rodr¨ªguez Zapatero ¡ªa impulsos de Maragall¡ª ech¨® sobre la hoguera unos cuantos bidones de gasolina en forma de nuevo Estatuto (voraz Saturno que acab¨® comi¨¦ndose a todos sus hijos) que, tras un delirante proceso legislativo y un refer¨¦ndum fallido (la proporci¨®n de catalanes que vot¨® a favor del Estatuto ray¨® con el rid¨ªculo) acab¨® recortado por el Tribunal Constitucional, es decir, otra vez la frustraci¨®n, esa que tanto ama el victimismo nacionalista.
Pues bien, de todos aquellos polvos han venido estos pesados lodos sobre los cuales se pretende ahora poner en marcha el proceso de divorcio entre Catalu?a y el resto de Espa?a. En otras palabras: se quiere recorrer un camino hacia una disgregaci¨®n ¡°a la yugoslava¡± que el resto de los espa?oles no podemos contemplar como quien oye llover y no se moja¡ Y sin embargo, de la boca de muchos de los pol¨ªticos que representan a los ciudadanos no nacionalistas, dentro y fuera de Catalu?a, salen de nuevo palabras melifluas tales como ¡°calma¡±, ¡°racionalidad¡±, ¡°di¨¢logo¡±, ¡°pacto¡±¡ Volvemos, pues, como la burra, al trigo. Es decir, a la confusi¨®n¡ y mientras, ellos, tan dialogantes, siguen con la matraca de ¡°Espa?a nos roba¡±.
?Una negociaci¨®n? ?Sobre qu¨¦ parte del salchich¨®n? ?Sobre la que sigue en manos del Estado o sobre la que se han tomado, legal o ilegalmente, los nacionalistas? Porque si solo se va a negociar acerca de las ya escasas competencias que mantiene el Estado, mejor apaga y v¨¢monos.
Lo que se ha vuelto urgente para quienes no somos nacionalistas es apelar con vigor a un ¡°patriotismo constitucional¡± y activo, derivado de la tradici¨®n liberal y democr¨¢tica. No se trata de enfrentar un nacionalismo (el espa?ol) con otro (el catal¨¢n) sino de dejar las cosas claras: que Espa?a es una naci¨®n ¡ªla ¨²nica en este territorio, eso nos dice la Constituci¨®n¡ª y todos los l¨ªderes pol¨ªticos han jurado o prometido defender esa Constituci¨®n.
En este asunto, el PSOE y, sobre todo, el PSC son v¨ªctimas de varios malentendidos que tienen su origen en el franquismo. Una primera confusi¨®n proviene de pensar que todos los que estaban contra Franco eran ¡°de los nuestros¡±. Pues no. Los nacionalistas nunca han sido ¡°de los nuestros¡± ni en su concepci¨®n del Estado ni en sus ideas sociales. La segunda y m¨¢s grave confusi¨®n se deriva del a?oso prejuicio seg¨²n el cual los conceptos de ¡°patria¡± o de ¡°Espa?a¡± son un invento del franquismo. Bajo tales prejuicios es f¨¢cil llegar a creer, por ejemplo, que hablar o escribir en espa?ol dentro de Catalu?a es el producto de una imposici¨®n de ¡°la lengua del imperio¡± por parte de Franco y no una tradici¨®n muy anterior a Prat de la Riba.
El PP ha sido a menudo tan consentidor como el PSOE. Baste para demostrarlo con recordar la negativa del Gobierno de Aznar a recurrir (forz¨® tambi¨¦n al Defensor del Pueblo para que no lo hiciera) la ley ling¨¹¨ªstica aprobada en tiempos de Pujol (esa que permite poner multas a los establecimientos que no rotulen en catal¨¢n). Pero, hoy por hoy, son los socialistas ¡ªque tienen en Catalu?a m¨¢s votos que el PP¡ª quienes han de cargar con mayor responsabilidad a la hora de defender all¨ª las ideas y los intereses de los catalanes no nacionalistas ¡ªque son millones¡ª, a los cuales se les est¨¢ reduciendo ¡ªya se ha dicho¡ª a la condici¨®n de moz¨¢rabes. Y esa es una tarea que el PSOE (con o sin el PSC) no puede obviar y para ello y en primer lugar es preciso olvidar ese est¨²pido ¡°horror al lerrouxismo¡± que se impuso durante la Transici¨®n. Por lo tanto, ha de clarificarse cuanto antes la relaci¨®n del PSOE con el PSC y aclarar tambi¨¦n si este ¨²ltimo quiere jugar a ¡°la puta¡± o a ¡°la Ramoneta¡±. Se precisa claridad; por ejemplo, acerca del federalismo (?y qu¨¦ otra cosa es el Estado de las Autonom¨ªas en su desarrollo actual?). Convendr¨ªa saber de qu¨¦ federalismo habla el PSC, no vaya a ser que estemos ante esa enso?aci¨®n impracticable y contradictoria en sus t¨¦rminos que algunos llaman ¡°federalismo asim¨¦trico¡±.
Lo que no puede hacer el PSOE en este asunto es el papel de don Tancredo, pues en tan inc¨®moda postura va a ser el primero a quien el toro se lleve por delante.
Joaqu¨ªn Leguina es economista y fue presidente de la Comunidad de Madrid.
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